DESTINADA A ÉL romance Capítulo 7

Un mes después.

—Buenos días —saludé, entrando a la cocina.

Fui hasta uno de los bancos que se encontraban junto a la isla y me senté.

—Buenos días Emi —respondió Caleb, dándome un recorrido con su mirada.

Carraspeé para llamar su atención, solo sonrió y siguió batiendo algunos huevos.

Traía puesto unos pantalones de chándal, pero su torso estaba al descubierto, dejándome así, una magnifica vista de su gran espalda ancha.

—Huele delicioso. Tengo mucha hambre —mi estómago dio un gran rugido de confirmación. Sentí como inmediatamente mi rostro ardía de la vergüenza.

Caleb detuvo lo que estaba haciendo, y vino hasta mi con una sonrisa burlona plasmada en su rostro.

—Tu estomago me lo confirma —rodeó la isla y se situó detrás de mi—. Estas hermosa el día de doy —susurró en mi oído—. En realidad, siempre lo estas.

Mi cuerpo se erizó de inmediato. Su cercanía me ponía incomoda, además de nerviosa.

—Caleb —advertí—. Ya lo hablamos.

Este asintió y continuó con el desayuno.

Diez minutos después, nos encontrábamos desayunando en silencio.

—Lo siento —dijo de repente.

—¿Mmmm? —lo miré confundida.

—Por lo de hace rato. Sé que te dije que te daría tu espacio y lo menos que quiero es ponerte incomoda, Emma —su mano buscó la mía, dándole un ligero apretón—. Quiero que todo se dé natural.

—Solo falta un mes Caleb —le recordé—. En un mes me iré y estaré junto con Gabriel.

Me soltó de inmediato y suspiro.

—Con respecto a él —bajó su mirada—. Tengo que contarte algo demasiado importante.

Arrugué mi ceño, sintiendo como un nudo se creaba en la boca de mi estómago.

—¿Le paso algo? —pregunté rápidamente—. Contesta.

Subió su mirada y por su expresión, sabia que no era nada bueno lo que tenía por decirme. Mi corazón latió rápidamente y las lágrimas empezaron acumularse.

—Gabriel…

—Habla rápido, por favor.

—Gabriel se casará —solté todo el aire acumulado.

Era eso.

—Lo sé —sonreí al recordar esa perfecta noche cuando me lo propuso—. Él y yo nos casaremos.

—No Emma —negó, viéndome con lastima—. Se casará con Valentina.

Un silencio rotundo se creó en el ambiente. Las lágrimas que amenazaron con salir, salieron sin previo aviso.

—N—no. Él no pue—puede hacerme est—esto —dije entrecortado, mi cuerpo empezaba a temblar.

—Lo anunciaron ayer en la manada.

Sentía un nudo que impedía el paso del oxígeno, era como si mi garganta hubiera sido cerrada, no podía respirar. Abrí ligeramente mi boca para intentar hablar, pero no, no salía absolutamente nada excepto los sollozos que crecían con el paso de los segundos. Mi boca temblaba y mis pulmones pedían a gritos un poco de aire.

Caleb se levantó y en menos de dos segundos ya lo tenía abrazándome. Era un apoyo para mí. Pude lograr dar una bocanada de aire.

Cuando recuperé el habla, grité, desgarrando mis cuerdas vocales.

— ¡No! —negué una y otra vez—. Él…. Él me ama y yo también. ¡NO TE CREO! —lo alejé de mí.

Corrí hacia la salida, tenia que verlo. Tenía que preguntarle, tenía que verlo con mis propios ojos. Tenía que…Una mano me detuvo.

—Suel—sueltame —rogué entre sollozos— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! —grité furiosa.

—Estas mal, no te dejaré en este estado —su tono de voz era suave.

Volteé a mirarlo, percatándome de que pequeñas lágrimas caían de sus ojos.

—Si tú sufres, sufriré contigo. Si lloras, yo lloraré contigo y te serviré de hombro Emma. Por siempre.

Lo abracé con todas mis fuerzas, derrumbándome aún más de lo que estaba, mi corazón se rompía en mil pedazos. Dolía, lo hacia y mucho. Ningún libro que había leído describía la traición de esta forma, era algo consumidor.

Se sentía como si tu corazón hubiera sido apuñalado y arrancado brutalmente. Ninguna palabra es capaz de salir de tu boca, solo sollozos ahogados mientras tratas de recuperar la respiración que ese gran nudo de dolor te quitó. No dejan de salir lágrimas de tus ojos. Cada lágrima es una gota de agua hirviente que te recuerda que aun sientes, que aun, a pesar de que te hayan dañado y jugado con tus sentimientos…en lo muy profundo de ti existen esperanzas. Nosotros los humanos somos vulnerables, y esa es la primera desventaja.

Se casa, el amor de mi vida se casaba con la persona que me había alejado de él.

—Me duele mucho —susurré tiempo después cuando logré calmarme—. Es un dolor tanto emocional como físico Caleb. No logro respirar.

—Es normal Emmi. Aunque aún no estabas marcada, su conexión es demasiada fuerte como para que te duela.

—Pero me duele mucho —insistí, llevando mis manos a mi pecho—. ¡Aaaaah!

Un grito desgarrador Salió de mí.

Era como si miles de agujas ardientes me chuzaran desde adentro. Quería arrancarme la piel.

—Mierda.

—Calma el…el dolor —supliqué—. Due…¡Aaaah!

Las lagrimas no paraban y el dolor aumentaba con el pasar del tiempo.

—Aguanta —dijo desesperado—. En unos minutos pasara Emmi, eres fuerte, puedes aguantar.

Negaba mientras gritaba retorciéndome en sus brazos. Arranque mi blusa en el afán, sorprendiéndome al ver mi pecho lleno de hematomas.

Mi piel empezaba arder como si pusieran una caldera de fuego en mi pecho.

Ya no soportaba más, había sido mucho dolor para alguien como yo, poco a poco fui perdiendo el conocimiento.

[…]

Abrí poco a poco los ojos, siendo invadida por los recuerdos de esta mañana.

—Caleb —susurré con voz ronca.

—Aquí estoy —llegó hasta mí y agarró mi mano—. ¿Estás bien?

—Ya no me duele. ¿Qué me pasó?

—Fue la traición de Gabriel.

Arrugué mi entrecejo mientras mis neuronas trabajan a mil.

—Pero solo anunciaron su casamiento o acaso…

—Sí —respiré profundo—. Gabriel marcaba a Valentina. Por eso tu dolor en ese momento.

Mi mente divagaba a todos los momentos que habíamos compartido juntos, mientras silenciosas lagrimas caían.

—¿Cómo puede tener una persona el derecho de romperte el corazón en un segundo?

—Porque de la misma forma lo repara, en uno.

Traté de responder, pero no podía, sabía que si hablaba serian balbuceos. Mi cuerpo empezó a temblar.

¿Cómo se superaba algo así?

—Me dirás masoquista —dije minutos después—. Pero…tengo que verlo con mis propios ojos, no puedo llegar a creer que él me haya hecho algo como esto. El me ama, yo lo siento.

—Dentro de una semana tendré una reunión con él —posó sus manos en cada lado de mi cara—. Iremos y lo veras con tus propios ojos.

—Está bien —musité.

—¿Qué quieres hacer?

—Quiero estar sola, por favor —en su mirada vi duda si hacerlo o no—. No atentaré con mi vida si eso es lo que estas pesando. Solo necesito estar sola.

Asintió después de darme un beso en la frente. Solo cuando estuve sola, pude desahogarme.

—Gabriel, Owen —susurré—. ¿Por qué? Sé que me aman, sé que me aman tanto como yo los amo. Esto tiene que tener una explicación y haré hasta lo imposible por tenerlos de nuevo. Yo soy su Luna, su pareja eterna y nadie nos separará…nadie.

Una semana después.

—¿Estas lista?

—Me he preparado toda la semana para este día —quité mi mirada de la ventana para dirigirla a él—. Estoy más que lista.

—Ok.

—¿Le dijiste alguno de ellos que iría?

—Claro que no, hice todo lo que me dijiste Emmi.

Asentí. Acabamos de llegar a Canadá y ahora íbamos camino a mi manada. Mi estómago estaba revuelto y aunque no lo quisiera demostrar, estaba que me moría del miedo.

Pasamos el gran portón, mis manos empezaron a sudar frio y un escalofrió me recorrió de pies a cabeza.

—¿Lista? —preguntó Caleb cuando estamos a punto de bajarnos.

—No te puedo mentir —lo miré nerviosa—. Siento una opresión en mi pecho y estoy sudando.

—Todo estará bien Emmi —trata de calmarme—. Estaré contigo todo el tiempo y no dejaré que nada te suceda.

—Gracias —susurré.

Uno de los chóferes abrió la puerta para mí y salí.

Mis pies temblaban.

—Lo volveré a ver—pensé.

De repente, sentí como una dura mirada me penetraba llegándome a inquietar.

Volteé, encontrándome con ese par de ojos grises que me habían cautivado desde el primer día.

El tiempo se detuvo y solo éramos nosotros dos en nuestra propia burbuja.

No había necesidad de palabras cuando tu mirada expresaba todo.

Quería ir hacia él y abrazarlo como nunca antes, no lo volvería a soltar. Quería besarlo hasta que nuestro aliento se acabara, adorar cada parte de su cuerpo. Quería volver a escuchar el susurro de mi nombre en sus labios. Daria todo por volver a escuchar el poco filtro que tenía Owen a la hora de hablar…quería tantas cosas.

Me dije que sería fuerte. Que verlo nuevamente sería difícil, que podría con ello.

Que equivocada estaba.

Mi vista se tornó vidriosa por las lágrimas que amenazan con salir, pero no. Me las reservaría para mi sola.

Estaba más musculoso, su cabello más largo. Pero su mirada, su mirada era vacía, no estaba ese brillo que poseía y lo hacía ver más guapo de lo que era. No estaba ese hombre feliz que conocí…no era Gabriel.

Caleb llegó a mi lado y juntos caminamos hacia él.

Con cada paso mis piernas se debilitaban.

—Gabriel —Saludó Caleb.

—Caleb.

Diablos. Su voz estaba demasiada ronca.

—¿Y ella es tu novia? —preguntó Gabriel.

¿Qué?

—¿Preguntas que si soy novia de Caleb? —lo señalé incrédula. Reí sarcásticamente—. Es lo que dirás. No me explicaras por qué te casaras con valentina, cuando tú y yo nos casaríamos.

Frunció su ceño, viéndome como si estuviera completamente loca.

—¿De qué es lo que hablas? No entiendo.

—¡¿Cómo que no entiendes?! —exclamé histérica mientras me acercaba a él y lo empujaba—. Soy tu Luna, tu pareja eterna, con la que te deberías de casar, no con esa estúpida que nos alejó.

Su mirada se volvió dura y rápidamente sostuvo mis muñecas apretándome fuerte, Gemí de dolor.

—Jamás en tu miserable existencia le dirás estúpida a mi Luna o te mataré chica loca.

—Gabriel suéltala —exigió Caleb en un tono de advertencia.

Soltó mis manos bruscamente. Solo lo miraba sorprendida, la había defendido y me había dicho miserable, pero lo desconcertante, es que no me conocía.

¿Qué te han hecho mi Alpha? —pensé.

—Lo siento Alpha Gabriel —su mirada de nuevo se dirigió a mí—. Solo una última cosa.

—Que —respondió brusco.

— ¿No me recuerdas? —quise saber, con una esperanza albergando en mi interior.

—Nunca en mi vida te he visto…hasta ahora.

—Intenta recordar —supliqué.

—¿Para qué quieres que intente recordar a una persona que jamás he visto? Solo te vengo a ver ahora.

—Y tu Luna —Caleb cambió la conversación.

—No esta. Ella y su mamá se fueron del país por su vestido de novia.

Una pequeña lágrima cayó al escucharlo. La quité rápidamente para que no se diera cuenta.

—Alpha —llegó Ryan. Su mirada me observó incrédulo—. Mi luna —musitó con una sonrisa.

—Hola Ryan —sonreí triste, al saber que él si me recordaba.

—¿De dónde la conoces y por qué le dices Luna? —cuestionó Gabriel con voz de Alpha.

—No le digas —hablé por el Link que compartíamos.

—Es…Es una vieja amiga y se llama Luna. Siempre le digo mi Luna, es como una segunda hermana para mí —sonrió.

—Gracias.

—Tenemos que hablar, Luna.

Asentí en su dirección.

—He perdido demasiado tiempo así que vamos Caleb. No aguanto tu asqueroso olor a muerto —confesó asqueado.

—Tú no te quedas atrás, ese olor a perro mojado daña mi olfato — reconoció secamente mientras lo seguía. Se detuvo y volteó a verme—. ¿Vienes?

—Me quedo acá, es lo mejor.

—Está bien.

Cuando ya habían ingresado a la mansión, miré hacia Ryan.

—¿Por qué no me recuerda? —fue lo primero que pregunté.

—No lo sé —me miró abatido y asentí.

—¿Por qué se casará con Valentina?

—Porque la ama —vi el arrepentimiento en sus ojos casi después que lo dijo—. Fue lo que dijo cuando le pregunté.

—¿Por qué la marco? —inquirí.

—Porque ella lo pidió.

—¿Tuvieron sexo?

—En su luna de miel completaran el ritual.

—Ok—suspiré, tratándome de resignar—. Lo perdí y para siempre.

El negó levemente.

—Owen ha caído en un sueño profundo. Mi lobo me lo confirmó, la única con el poder para despertarlo eres tú Emma, solo tú.

—¿Por qué esta en un sueño profundo?

—Es un hechizo. Y para lograr dormir a alguien como Owen que es descendiente de los primeros lobos, se requiere un brujo antiguo o descendiente de alguno de ellos.

—¿Cómo lo despierto? —pregunté al borde de las lágrimas.

—Ahí está el problema —hizo una mueca—. No lo sé.

— ¿Quién podría ayudarnos? —pregunté desesperada.

—Los whitchmion.

—¿Sabes en donde encontrarlos? —pregunté con la esperanza albergando en mi interior.

—Emma, ellos quieren encontrarte a ti. No es posible —negó—. Si das con ellos puede que mueras…no sé, es algo incierto.

—No importa. Tengo que despertar a Owen, tengo que salvarlos.

No dijo nada por varios segundos.

—Una vez que Gabriel complete el ritual, el alma de Valentina y la de él quedaran enlazadas para siempre —sus ojos demostraban tristeza—. Su boda será en…diez días.

Dirigí mi mirada a un punto cualquiera. Lagrimas querían salir, pero me negaba, debía ser fuerte y llorando no solucionaría absolutamente nada.

Ellos no lo completaran. Gabriel no tendrá sexo con ella.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: DESTINADA A ÉL