DESTINADA A ÉL romance Capítulo 9

CAPÍTULO 9

—Ven, hay que irnos ya. Ha llegado.

Se levantó y extendió su mano para ayudarme. Arrugué mi entrecejo viéndolo totalmente confundida, insistió nuevamente y la acepté.

— ¿Quién? —Pregunté—. Tu amiga.

—Sí Emm —sonrió—. Ya es hora mi Luna.

Sonreí igual y me dejé guiar en el camino a casa, intentaba memorizármelo. En el transcurso nadie dijo nada, un silencio nos arropaba mientras sin poder evitarlo me hacia las preguntas esenciales.

¿Qué pasaría después de esto?, ¿Me marcaria?, ¿Gabriel volvería?, ¿La tranquilidad regresaría?

Eran varias preguntas y ninguna sin respuesta alguna.

Media hora después nos encontrábamos en la sala, dándome de cara con una completa desconocida. Esa chica debería de tener aproximadamente 25, era alta y su cabello era de un color negro azabache…era linda.

—Owen —una estúpida sonrisa adornó su rostro y corrió abrazarlo—. Te extrañé mucho idiota.

El nombrado solo río, acercándola aún más a él. Unas terribles ganas de arrancarla de sus brazos y gritarle que era mío me invadió.

Apreté fuerte mi mandíbula y manos para contenerme.

—También te extrañe, Luci.

Se separaron después de varios segundos y por fin aquella mujer notaba que estaba aquí. Me observó de pies a cabeza para asentir en dirección a él.

¿Acaso me estaba aprobando?

Pues que se metería su aprobación por el c…

Owen soltó una carcajada obteniendo toda mi atención.

— ¿Celosa mi luna? —preguntó por el link que teníamos. Rodé mis ojos exasperada.

— ¿Podemos pasar a la parte en que él queda liberado de Valentina? —Cuestioné demasiado irritada con su presencia.

—Me presento, soy Luci mi Luna —extendió su mano.

Por un momento pensé en no estrecharla, pero era la Luna de esta manada, tenía que dar ejemplo.

—Emma —la agarré y le di un fuerte apretón.

Últimamente había notado que tenía más fuerza de lo normal.

— ¿Dónde está ella? —se dirigió a Owen, de nuevo ignorándome por completo.

—Tráiganla —fue lo único que se limitó a decir.

Los guardias que se encontraban en la sala salieron y tiempo después volvieron, trayendo consigo a Valentina.

Su estado era deplorable, casi sentía pena por ella, casi.

Cuando sus ojos conectaron con los de Owen, su mirada cambio.

—No lo hagas —suplicó con voz rasposa—. Por favor, yo los amo.

Al escucharla una furia me invadió y sin siquiera pensarlo ya estaba caminando hacia ella. Apreté mi mano dirigiéndola a su boca. La satisfacción que sentí al hacerlo fue tanta, que continúe golpeándola hasta dejar un desastre en su no tan linda cara.

—Te mataré —sentencié.

Antes de dar un nuevo golpe fui apresada por los fuertes brazos de mi mate.

— ¡Déjame que la mato! —grité histérica, mi pecho subiendo y bajando frenéticamente.

—Aun no Emma —exclamó sereno—. Tendrás tu momento, pero después —no me daba pie a no hacerle caso, así que gruñí en desacuerdo.

Respiré abruptamente tratando de calmarme.

—Ok, Owen ponte al frente de Valentina —pidió Lucí—. Empezaré de una vez por todas.

Sacó un libro viejo…demasiado y empezó a buscar una página en específica, cuando la encontró sus ojos brillaron y empezó hablar en latín. Cada palabra dicha hacia que su tono de voz se elevara y sus ojos se oscurecieran mientras que un aura negra los rodeaba a ellos dos.

En un momento a otro estos se arrodillaron para después escuchar los gritos perturbadores de Valentina y los gruñidos de él.

— ¿Qué sucede? —cuestioné entrando en desespero al verlo sufrir.

De nuevo me ignoró y siguió recitando lo que parecía una oración, cuando terminó, ambos cayeron desmayados o eso quería pensar en el suelo.

—Regrésenla donde estaba y lleven al Alpha a su habitación.

— ¿E-Estará bien? —dije preocupada.

Odiaba que sufriera, a pesar de no estar marcada sentía su sufrimiento…también era el mío.

—Solo esta desmayado, despertará en algunas horas —explicó, regresándome la tranquilidad de inmediato.

Está bien, él estará bien —pensé.

—Gracias —sonreí cortésmente—. Supongo que nos veremos después.

—Has cometido un gran error —dijo cuando ya me encontraba abandonando la sala.

Volteé a mirarla confundida.

¿De qué habla?

—No entiendo.

—Has cometido un gran error al aceptar que Makayla te ayudara en despertar a Owen —fruncí mi ceño y traté de no verme sorprendida al escuchar ese nombre—. Nada bueno viene de ella.

¿Cómo era posible que lo supiera?

—No sé de qué hablas —respondí.

Nadie podía saber que había hecho un trato con Makayla, al menos no por ahora.

—Conmigo no puedes fingir –—sonrió tenebrosamente—. Una entidad oscura te rodea. Solo ocurre cuando alguien hace una promesa o sacrifica algo y aun no lo ha cumplido. Tienes una marca con las iniciales de ella.

— ¿Cómo sabes que hice un sacrificio? —inquirí.

Esta chica me estaba dando miedo.

—Por la entidad que te rodea —se encogió de hombros.

— ¿Quiénes la pueden ver? —quise saber, empezando a entrar en pánico.

Si Ow..

—Tranquila, Owen no la puede ver. El brujo es Gabriel, no él.

— ¿Puedes hacerla desaparecer?

No quería que a todo lado me siguiera esa entidad. Era escalofriante de solo pensarlo.

—Son muchas preguntas, ¿No crees?

—Responde por favor —insistí.

—Solo se ira cuando la cuenta sea saldada —su mirada cambió por completo—. Nunca debiste de aceptar lo que te propuso. Ella es maligna y solo busca aumentar su poder. ¿Dime de que se trata?

Negué rotundamente.

—No puedo, aunque lo quisiera no puedo hacerlo.

—Siempre sus palabras tienen una doble intención, siempre hay algo oculto. Es como en los contratos, tienes que leer las letras chicas y dime Emma… ¿Las leíste?

Mis manos empezaron a temblar mientras recordaba cada palabra dicha por aquella mujer.

¿Dobles intenciones?

Que doble intención podría tendría lo que me dijo.

— ¿Qué sacrificio? –pregunté.

— Poder, quiero el poder que tu tendrás en algunos meses —dio un atisbo de sonrisa, sus ojos brillaron.

— ¿Mi poder? —pregunté confundida.

—Sí, en algunos meses te haré saber cuándo iré por él.

Aquel recuerdo no tenía nada de doble intención.

Ella quería mi poder y se lo daría.

¿Pero si quería mi poder, por qué no lo obtuvo ahí mismo? —pregunto para mis adentros.

Unos nervios me embargaron. Trague seco al no haber pensado eso antes.

¿Qué he hecho Diosa Luna? Ayúdame por favor.

—Cuídate —fue lo último que dijo para después irse.

Me quedé en mitad de la sala confundida, ¿qué debí de hacer?

Elegir que me quitaran mi ser y no recordar nada sobre esto.

—La desgracia te persigue Emma.

De repente empecé a sentirme mareada, busqué una silla de inmediato y me senté. Cerré mis ojos cuando el mareo aumentó, sentía que en cualquier momento me caería aun estando sentada.

¿Qué me sucedía?

Cuando el malestar pasó, abrí los ojos quedando impactada por lo que vi.

Ya no estaba sentada en la silla de la sala, estaba parada en frente del calabozo de Gloria.

Abrí los ojos como platos.

¿Qué mierda?

— ¿Qué hago aquí? —susurré sorprendida.

—N-No es obvio. Gasté mis últimas energías en traerte aquí.

Ella estaba horrible, sus ojeras eran demasiado notables y sus venas sobresalían teniendo un tono gris.

— ¿Qué quieres? —Inquirí, queriendo acabar con esto—. ¿Pedirme misericordia o rogarme para que no te maten?

—Contarte una historia —hizo una pausa y sonrió recordando algo—. Otra.

—Estoy muy grande para ello, además, no me interesa lo que tienes por decir. No creeré en nada de lo que me digas.

—Oh créeme esto te interesa…y mucho.

—No quie..

Sin prestarme atención alguna empezó con su relato.

—Hace muchos siglos nació la hija heredera de una poderosa familia de brujos —sonrió con melancolía, como si le doliera decirlo—. Sus padres la adoraban, era la luz de sus ojos, pero esa luz se apagó años después por las decisiones de esa joven; Se enamoró y quedó embarazada de un licántropo, para sus padres fue una abominación, los brujos de su clase no se juntaban con licántropos y que su hija lo fuera hecho era la peor de las traiciones.

El tiempo de dar a luz llegó y así como su bebé alumbró su vida, a pesar de estar en tinieblas también alumbró la vida de sus padres que fueron a ver a su nieta. Sí, fue una niña y en ella vieron a su hija; se prometieron que no cometería los errores de su madre, de eso se encargarían y que mal lo hicieron.

Le dieron una nueva oportunidad a su hija con la única opción de que renunciara a su bebé y se la entregara a ellos, ella aceptó, teniendo como consuelo de que estaría en su vida, no como una madre, pero si como una hermana; Era su única opción o moriría y se perdería el crecimiento de su primogénita.

El tiempo pasó y aquella bebé creció, era la consentida de todos y amaba rotundamente a su hermana, no se veía en ningún lugar una relación como la que tenían ellas.

Por desgracia su hermana o hija era la mate de un licántropo, él era un Alpha, uno muy fuerte y agraciado. Sabían que su amor era imposible, pero eso no los detuvo en sus encuentros mañaneros o nocturnos que duraron alrededor de cuatro meses. Como su madre…también quedó embarazada.

La misma historia se repetía, era como si fuera una maldición.

Su hermana fue la primera en enterarse, le exigió que se escapara con él y fueran a su manada. Ahí vivieron hasta que nació su bebé, una niña y no cualquiera, era especial, tanto que sus abuelos empezaron una cacería para acabar con aquella bebé.

Ella no entendía la razón. Tuvieron que irse a vivir con los humanos, actuar como ellos, ser uno de ellos, todo para que su pequeña hija no muriera a manos de sus padres, pero cuando supo quién era la niña que por nueve meses había llevado en su vientre, el instinto de su especie se activó y constantemente quería matarla. Que muriera era su destino.

Su tía o mejor dicho su abuela al enterarse de lo que era la niña empezó un plan. Si su plan resultaría volvería a tener el amor de sus padres. Le entregaría a su nieta en muestra del arrepentimiento y lealtad que tenía con su especie.

Dos años duró planeando su plan, todo tenía que ser fríamente calculado. Errores no cabían en el. Cuando llegó el momento que estuvo esperando, se infiltró en una manada junto con una bebe loba que encontró abandonada. Se hizo amiga íntima de los Alpha´s que tenían dos hijos. El mayor, un hermoso niño de ojos mieles y la menor, una niña con cabello dorado. Cuando ellos murieron ella los crio como hijos propios solo porque el niño también era especial y sabía que él era el puente para su plan. Conocía perfectamente la maldición que caía sobre él.

Con el tiempo logró su amor, pero algo se salió de sus manos. En sus planes no estaba albergar algún sentimiento hacia ese niño, pero su corazón pudo más y lo amo, de verdad lo hacía. Pero las ganas de tener el perdón y nuevamente el amor de sus padres, era mil veces mayor.

El tiempo pasó, el encontró a su mate que aún era bebé

Y el resto ya lo sabes.

—Una hermosa historia —suspiró—. Yo la llamo, “la maldición de las tres”.

No dije absolutamente nada, ni un sonido emitía, solo me encontraba atónita viéndola fijamente a sus ojos intentado encontrar la mentira en lo dicho.

Parpadeé varias veces haciendo que las lágrimas que tenía retenidas cayeran.

Esto era imposible.

¿Acaso toda mi vida se había basado en una mentira?

— ¿Qué clase de historia me acabas de contar? –pregunté en un hilo de voz.

Me negaba a creerlo, era imposible que sea cierto.

NO.

NO.

NO Y NO.

— N-No es cierto, no…no lo es —empecé a negar una y otra vez mientras las lágrimas no paraban de salir—. Eres una mentirosa, eso es lo que eres. Voy a disfrutar matarte, a ti y a todos los que me han hecho daño…t-te odio.

— ¿Acaso serias capaz de matar a tu abuela? —sonrió a su pregunta desvergonzadamente.

Un escalofrió me recorrió al escucharla.

Abuela.

—Tú no eres mi abuela —la señalé enojada—. Y nunca lo serás, nunca.

—Responde, ¿serias capaz de matarme? —Gritó iracunda—. ¡Mi sangre recorre por tus venas! Soy tu abuela, no estoy muerta como te lo hicieron creer tus padres.

¿Entonces mi papá lo sabía?

— ¡Sí, LO HARIA! —revelé dejándola sorprendida. Al parecer pensaba que quedaba algo de la ingenua y estúpida Emma—. ¿Qué pensabas? Que iba a tener alguna consideración contigo por esa estupidez que acabas de decir.

No respondió, solo se quedó callada observando cada uno de mis movimientos.

—Te mataría una y mil veces más de la misma forma que tú y mi madre también lo harían.

[…]

—¿Te sucede algo? –Preguntó Owen, quien se encontraba a mi lado—. Pensé que estarías feliz mi Luna, pero es todo lo contrario.

Volteé a mirarlo quedándome más de lo normal observándolo, mis pensamientos estaban en otro lugar. Cuando vi que me había tardado respondí.

—Estoy feliz, demasiado —le mostré una dulce sonrisa intentando persuadirlo, pero sabía que no me creería.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: DESTINADA A ÉL