El Alpha Millonario © romance Capítulo 18

Capítulo diecisiete

Santiago da dos pasos hacia atrás mientras siente como mi furia va en aumento, como Yoshua raspa en mi interior queriendo salir a matar a alguien.

Busco los ojos de Paola entre los tres de mi manada y la encuentro encogida en su silla, con miedo y temor, mirando hacia el tablero de la banca.

Vuelvo a mirarla y sus ojos me transmiten tristeza y especialmente: temor.

En un acto de desquitar mi rabia me voy directo al tal Gregorio —Tú —lo señalo —¿es verdad lo que él dice? ¿superaste el miedo a las arañas?

—Si señor —mira directamente mis ojos con nerviosismo.

Esto lo ganará ella, estoy seguro y por cómo me llamo Wade Dhall.

—Lo siguiente que todos harán es demostrar que superaron su miedo, a cada uno se le asignará la tarea aquí en la empresa de volver a hacer la prueba de miedo —camino hacia el frente —aquel que no cumpla con su función será descalificado aún así siendo ganador del concurso. A las cuatro de la tarde los quiero en el quinto piso— salgo de ahí disparado hacia el ascensor.

Ya abajo voy directo a recepción —Thalía, dile a Andrews que lo quiero a cincuenta y cinco kilómetros sur, yo estaré ahí esperando y quiero que Sofía cuide de Arturo mientras no estoy—asiente en respuesta, bajo las escaleras que dan hacia los estacionamientos y desbloqueo la Range Rover.

No me toma ni un segundo estar en las calles de la ciudad conduciendo como un loco.

Abro el link con Matías.

¿Qué necesita Alpha?=

Matías te quiero en la entrada del mundo demoníaco, ahora, para ya.]

Entendido, Alpha.=

Cierro el link.

Escucho las bocinas de policías detrás mío y aceleró hasta el fondo, no me importa si un guardia me pone una infracción por alta velocidad y pasarme cada uno de los semáforos.

Yo solo quiero hablar con esa escoria.

Paso rápidamente por la ciudad saliendo de los límites para los guardias y entro al bosque de los lamentos. A lo lejos diviso los dos árboles de secuoya gigantes que dan paso a su maldito mundo.

Me detengo al frente de estos y apago el motor del carro, bajo y cierro el auto, los motores del Audi se escuchan a toda velocidad y volteo confirmando que Matías ha llegado, sale del auto y llega a mi lado.

—Vamos —asiente y camina detrás de mi con cautela.

Paso los dos árboles y de un momento a otro me encuentro en un plano espiritual, Yoshua y Maxiliano salen y empiezan a correr hasta el castillo del rey más estúpido que puede haber existido.

Vuelvo a mi forma original y camino hacia el portón, las puertas se cierran instantáneamente y junto mis cejas.

¿Acaso no me va a dejar entrar?

—Sé que estás ahí y que me escuchas, deja las estupideces para más tarde, tengo que hablar contigo —la brisa llena de tristeza azota con fuerza y se instala un silencio sepulcral de la nada.

Listo, me colmo la paciencia.

—Sal maldita sea o es que no tienes los pantalones bien puestos como para salir —resoplo afuera del castillo —Sal sabandija —vuelvo a gritar causando un estruendo —Si no vienes por las buenas entraré por las malas y no te gustará lo que le pasará a tu mujer y tus hijos —al decir esto lo tengo al frente mío con una cara seria sin una pizca de humor.

Sonríe irónico —¿Crees que puedes venir a este mundo a mandar? Estás bien equivocado, perro.

—¿Lo dice alguien que murió apedreado? —me cruzo de brazos.

—¿Qué quieres? Algo debes decir o reclamar para estar aquí.

Doy dos pasos hacia atrás —Esto es lo que pasa. Necesito que me digas que demonio anoche dejaste escapar y llego a molestar a mi luna.

Traga grueso y abandona su mirada fría —por lo que puedo ver parece ser grave—mira hacia todos lados tratando de evitar mi mirada.

Este no me tomará por tonto.

—¿Quién es? —el voltea a mirarme—Te pregunté algo.

Alza la mirada —Mi hijo, Kemuel y su banda.

—Sabía que la rata tenía algo que ver ya que es el único que no dominas en esta tierra —sonrío con gracia —Escúchame bien rey demonio, la próxima vez que yo sepa que tu hijo a tocado a mi luna o que alguno de esos inútiles la toca yo haré que el tratado que tenemos se vaya a la mierda.

—Tú no puedes hacer eso.

—Soy uno de los licántropos más fuertes que hay, no me demoraría en hacer que todo acabe —doy una última mirada de advertencia y me transformó.

Salgo de ahí para tomar velocidad hacia el bosque y pasar al mundo humano. Llego a la Range Rover y lo primero que escucho es el llanto de Arturo detrás del teléfono de Andrews y una muy acelerada voz impaciente de Sofía.

—Andrews, ¿dónde está el Alpha? —le arrancó el teléfono a Andrews y contesto.

—Aquí estoy, Sofía. Dale leche para que tome y se duerma, prepara el quinto piso para hacer las pruebas de las fobias de los concursantes y principalmente búscame al gemelo de ese tal Gregorio.

—Si, Alpha —cuelga.

Suspiro. Tengo que matar a ese idiota, nadie se mete con Sara.

—Señor si me lo permite, son las dos y quince, deberíamos irnos porque estamos lejos —asiento en respuesta. Observo todo a mi al rededor y entrecierro mis ojos.

Tanta tranquilidad no me huele bien.

Prendo el auto y dejo que Matías salga primero en el Audi, luego yo, y atrás Andrews.

Link*

Atentos a cada uno de los movimientos del bosque.]

Cierro el link y pasamos a toda velocidad por la carretera vacía hasta que escucho un fuerte estruendo.

Lo sabía.

Miro a todos lados tratando de saber de donde son los sonidos y rápidamente veo un árbol impactar contra el Audi.

Freno de golpe y salgo del auto encontrándome con el dueño de los moretones de mi luna.

Me cercioro de que Matías este bien y camino hacia el niño en frente de nosotros, veo por el rabillo de mi ojo a Andrews listo para cualquier cosa y vuelvo mi mirada a él.

—Vaya, vaya, pero mira a quien tenemos aquí —él y los otros sonríen—el más furioso y temperamental Alpha, ¡uh, que miedo!

Doy una sonrisa cínica —¿Lo dice el debilucho demonio que se defiende detrás de tres idiotas? —siento su furia emanar de su cuerpo —Si hubieses sido más hombre no mandarías a tirar un árbol, sino que lo harías tu mismo, pero se me olvidaba, el bebé no puede hacer fuerza.

—Sé lo que tratas de hacer, pero no funcionará conmigo—se cruza de brazos —Ahora que lo dices, ataquen.

Sonrío. Los niños de ahora son tan tontos. En un movimiento rápido Maximiliano agarra uno con la boca y le saca la cabeza del cuerpo, Andrews agarra al otro con la mano fácilmente y le arranca una pierna dejándolo inmóvil. Veo el otro al frente mío y luego atrás en mi espalda con un cuchillo de plata, antes de que lo clave me muevo a un lado y le agarro el brazo, se lo doblo hacia atrás y le meto el cuchillo con sus propias manos.

Lo suelto a un lado de la calle—¿Qué vas a intentar hacer ahora? No sabes ni dominar tus poderes —observo fijamente sus ojos y veo que le empiezan a crecer las uñas, su cuerpo se vuelve más grande y unos enormes ojos rojos se hacen presente —Vaya, pero si eres híbrido entre demonio y vampiro, ¿quién era el puto o puta? —de un momento a otro lo tengo encima mío, meto mi brazo y este se lleva todo los golpes y arañazos. Esto ya me está aburriendo —Puede que en tu mundo seas inmortal, pero aquí eres de carne y hueso —lo empujo fuerte y cae, me levanto y pongo uno de mis pies en su cuello—adiós —agarro su cabeza y la arranco de un tirón —Eso es por tocar lo que no te pertenece.

Camino con la cabeza del príncipe en mis manos hasta llegar al desmembrado —Llévale esta basura a tu rey y dile que esto le pasará si rompemos el tratado y vuelven a tocar a mi luna —le tiro la cabeza y este la apaña, se levanta y desaparece de nuestras vistas en un instante.

Volteo a ver a Matías con el brazo lleno de sangre y corro hacia él —Hijo de... ¿cómo no te has dado cuenta de que lo que pasaba a tu al rededor? —me quito la camisa y la amarro justo arriba de su codo.

—Qué te digo, la calentura, el llegar rápido y proteger a mi Alpha de cualquier ataqué, pero tu no te quedas atrás, mira como está tu brazo con esos arañazos—efectivamente con cinco rayas profundas sangra mi brazo —¿Y así vienes a decirme cosas a mí?

Niego —Andrews, llévate a Matías en la prado hacia la manada y que lo revise el doctor, yo iré adelante por cualquier cosa, también haz que algunos guerreros vengan a llevar el Audi a mi casa y con los cuerpos que los quemen —Matías se apoya en él para subir al auto. Espero a que todo este listo y comienzo a manejar rápido para salir del lugar.

No aguantaríamos otro ataque con más de diez demonios.

No con Matías herido y yo medio golpeado.

Bajo la velocidad al ver la ciudad y paso por la manada para monitorear su aspecto. Sigo hacia la empresa y me estacionó en el primer lugar que veo, bajo y me dirijo al ascensor e ir directo a el último piso.

Se abren las puertas y todo está en silencio, junto mis cejas confundido y camino hacia la sala de descanso. Abro la puerta y me encuentro con la mejor escena de mi vida.

Sara con Arturo dormido en sus brazos.

Sofía me escanea de arriba a abajo y quita su rostro rápidamente de mí, Santiago gira hacia mí y hace un notorio carraspeo para que ella levante la mirada.

Abre sus ojos como platos y pega un grito —¿QUÉ TE PASO? mira como estás —camina hacia Sofía y le da a Arturo con mucho cuidado, corre hasta donde estoy sin mirarme y empieza a examinar mis heridas.

—Me accidenté en el Audi y tuve que quitarme la camisa para limpiar mi cuerpo y parar un poco la sangre del brazo —me toma la mano izquierda y mira los arañazos.

Alza una ceja—¿Un accidente te deja el brazo así? —por primera vez me mira achicando los ojos —Bueno, hay que curarte eso.

Me jala hasta adentro de mi sala de descanso y me sienta en la silla giratoria —Te quedas aquí mientras busco algo para limpiar eso —me señala con el dedo índice y desaparece de mi vista.

Miro mi estado y suspiro, en un par de horas sanará, vuelvo a mirarme y sonrío.

No estará de más provocar su mirada un poquito, ¿no?

Bajo un poco mi pantalón hasta que se haga notar más mi torso y contraigo todos mis músculos para ponerlos rígidos y notorios. La veo entrar por la puerta con paños en su hombro y una vasija llena de agua caliente, lo pone todo a la par de mi brazo y se va al baño, cuando regresa trae el botiquín.

—Relaja tu cuerpo, de nada te servirá estar haciéndote el macho.

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