El Alpha Millonario © romance Capítulo 22

Capítulo veintiuno

Nunca me han gustado las fiestas, ni para mi cumpleaños, ni graduación, ni nada, y hoy tengo una en mi honor.

No sería la primera vez que tengo una, pero puedo decir que la anterior fue un total fracaso.

Aún lo recuerdo... Personas que yo no conocía, licor, borrachos, y sobre todo, mujeres con diminutas cosas, o sea, prostitutas.

En una fiesta de cumpleaños para una niña se supone que lo que tiene que haber es diversión, juegos, piñatas, niños corriendo y jugando, gente bromeando, pero en la mía era todo un desmadre por parte del señor Alcibíades.

Odio a ese señor.

Nunca en mi vida me sentí tan poca cosa. Las risas de esas personas todavía las puedo escuchar cuando tengo una pesadilla, a él no le importaba ni mamá, ni yo y nos hizo creer que sí, nos posicionó donde se supone que las personas estaban tomándose fotos y a la cuenta de tres todos empezaron a tirarnos huevos.

Yo no lloré, no lo hice porque era fuerte, pero no puedo decir lo mismo de mi madre.

Cuando se detuvieron y tomaron las fotos yo di tres pasos al frente y como si fuese ayer recuerdo lo que dije:

"Ciertamente no me molesta que vengan a la fiesta que organizó un ESTÚPIDO, sino que, no sé quién es más tonto, si él por armar todo esto o ustedes que lo siguen, pero que se puede esperar de los amigos de este idiota, solo personas sin cerebro y brutos por naturaleza".

En ese momento agarre la mano de Elizabeth y entre a la casa para llamar a la policía.

Luego de ese día cada vez que me encontraba con uno de ellos en la calle me les reía en la cara, pero ahora siento que es diferente, ya que los estudiantes pasan y me dan la enhorabuena y también las gracias por ganar y darles un día libre.

Todo sea por su beneficio de no estudiar, yo mil veces preferiría estudiar que no hacerlo.

Resoplo. No puedo pasarme un día entero en esto, necesito hacer algo, necesito investigar.

Camino hacia el director y toco su hombro —director, discúlpeme la interrupción.

—No se preocupe señorita Poezyn, dígame que necesita.

—En este instituto hay computadoras, laptops o algo así por el estilo.

—Sí claro, pero la que tiene acceso a todas es la señorita Juliana, la reportera estudiantil y ahorita mismo debe estar buscándola para una entrevista.

—Entiendo —camino a las puertas del instituto y miro a toda la gente riendo, otros divirtiéndose al son de la música mientras que otros están regresando a sus hogares.

—Buenas tardes, aquí su reportera favorita Juliana Montiel, entrevistado a nuestra celebridad estrella—se gira dramática hacia mí —dígame señorita sara Poezyn, ¿cómo fue que ganó el concurso después de tantas personas intelectuales con su misma capacidad?

Respondo sin expresión alguna —En realidad no fue tan difícil dado a que la prueba final se trato de enfrentar tu miedo, yo como estudiante debo decir que mi mayor miedo ahí se cumplió, logré salir de primera y no tengo nada más que decir, pero entre todo eso me divertí.

Claro, con el millonario.*

Cállate.-

—Y dígame señorita, ¿cómo es eso de que estuvo con el empresario más codiciado de nuestro estado? ¿habrá algún romance escondido?

—La vida privada de las personas no se cuenta, él es un gran amigo de mi madre y solo por eso trato con él.

—¿Cree usted que su madre y él tuvieron algo que ver para que usted ganara?

Alzó una ceja —No lo creo, además yo confió plenamente en mi capacidad como persona y sé hasta donde puedo llegar, si usted desea algún día podemos hacer un examen sorpresa haber quien obtiene mejores resultados.

—Gracias Señorita Sara, pero me queda claro quién es la más inteligente entre las dos, trasmitiendo desde la cámara de Raúl Zeballos, Instituto Pilar de la Fuente—en ese momento el chico apaga la cámara y se va instituto adentro.

—Juliana, hablé con el director, y es que necesito entrar al salón donde guardan las computadoras, necesito ese acceso.

—Claro, no hay problema muñeca—me da las llaves —te vas recto y doblas a la derecha ahí verás una puerta, agarras la llave pintada de azul y abres la puerta, bajas las escaleras y enciende las luces al costado derecho y ahí esta el salón de cómputo —muerde su labio y camina en dirección al patio moviendo exageradamente sus caderas.

Niña fresa.

Recorro todo lo que ella me dijo hasta llegar a las escaleras sin luz.

Esto me da mucho corte.

Enciendo la linterna de mi teléfono y bajo cuidadosamente para no tropezar, caer y romperme una costilla o una pierna.

Llego hasta el interruptor y enciendo las luces, todo tranquilo y las máquinas apagadas, voy a la primera de la fila y la enciendo. Esperar es una de las cosas que hago con paciencia, pero con la presión y la ansiedad de saber y tratar de buscar algo relacionado es frustrante.

Ya después de que entrara a modo invitado doy acceso a internet y voy a navegación de incógnito:

Historia de los hombres lobo.

Es lo primero que se me viene a la mente luego de tantas cosas que buscar.

En una hora ya tengo información necesaria como para saber qué es uno y que no. La gente normalmente lo ve como algo mítico y en realidad existe, pero es una enfermedad, solo una enfermedad.

O eso quiero creer.

Entre cosas como ojos brillantes, lobos grandes, sus colmillos, una mordida mortal, no todos son malos, juicios, peleas, reclamaciones, como dañarlos, temperatura, físico, actitud, pueden convertirse en humanos, no le temen a nada, muerte, celos, posesividad, rechazo y finalmente su otra mitad, su mate, o compañera de toda la vida de un hombre lobo y su peor enemigo, los seres fríos llamados chupasangre o vampiros.

Un vampiro, criatura nocturna de piel blanca casi llegando al color de un muerto, su alimentación es de sangre ya sea de animal o humano y todo lo que aprenden es por la cantidad de años que pueden llegar a vivir, pero su peor enemigo, un hombre lobo.

Todas estas cosas salían en el libro, pero resumidas, no hay ni un video que compruebe la existencia del mismo.

Los científicos dicen que las personas adoptan está enfermedad por generaciones pasadas donde fueron infectados por la rabia de un animal aún desconocido.

Lo bueno es que es falso, lo malo es que la duda me carcome.

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