El Alpha Millonario © romance Capítulo 23

Capítulo veintidós

Frío.

Lo único que puedo sentir.

Me remuevo incómoda en donde estoy y es ahí cuando caigo en cuenta de que no estoy en casa. Subo la vista al cielo ahora todo estrellado y la luna en su punto más alto.

¿Cuántas horas me he quedado dormida?

Me levanto de suelo y observo mi teléfono sin carga.

¡Genial!

Ahora como se supone que volveré si no deje rastro alguno y solo la luna me alumbra. Sin dirección empiezo a caminar hacia atrás para llegar a la carretera, pero mientras más avanzo más siento que me estoy perdiendo. Escucho y veo grillos, sapos y árboles por todos lados que no me dejan saber con precisión en el lugar en el que estoy.

¡Rayos!

Debí quedarme donde estaba.

Agarro mi cabeza en acto de frustración —¿Por qué esto siempre me pasa a mí solamente? — me agacho y alzo la mirada por los ruidos de ramas rompiéndose —¿Hay alguien ahí? ayúdeme, por favor, me perdí y mi celular no tiene batería —me levanto y sigo los ruidos que se escuchan más fuertes cada vez que me acerco.

Llego hasta el centro de cinco árboles en forma de círculo y ahí desaparecen los ruidos —¿Porqué una dama tan bonita está tan solita?

Observo a todos lados buscando el dueño de la voz, pero no lo encuentro y mis nervios salen a flote —Tranquila bebé, no te haré nada, calma ese agitado y delicioso corazón —sí, como si eso fuera posible.

Los hombres de ahora no tienen mucha cabeza para razonar que digamos, solo algunos y esos pocos ya no están disponibles.

—¿Quién eres? ¿dónde estás? —sigo viendo a todos lados y me detengo cuando veo una silueta casi en la copa de uno de los árboles.

—Tranquila princesa, todo a su debido tiempo, pero en este caso ahora es el tiempo —achico mis ojos y puedo ver al hombre sentado en una rama con su cuerpo recostado del tronco y sus pies para el extremo delgado de la rama —Para esta larga historia te recomiendo que tomes asiento.

—¿Eres un cazador? —digo algo neutra.

—Te dije que te sentarás, princesa, cuando lo hagas, me escucharás y luego responderé a tus preguntas si a mí me da la gana —doy un paso hacia atrás tratando de huir y trago grueso. De momento a otro lo tengo detrás mío y el corazón se me sale del pecho —Ni se te ocurra escapar, de lo contrario tendré que hacer algo con la niña bonita que tengo al frente —asiento.

Con el nerviosismo en mi boca voy y me asiento en el centro del lugar por cualquier movimiento salir corriendo en cualquier dirección —Bien, así estás más bonita —y en un parpadeo lo tengo en la misma posición en el árbol.

Tengo miedo.

Soy una niña de cristal.

Suspira —Como explicarlo sin que sea tan doloroso para ti. Aún no puedo creer que tú seas mi tua cantante, y yo que te esperé siglos y siglos, y ahora un maldito perro te quiere alejar de mí lado por tú ser su mate y lo peor aún es que tú quieres a ese perro sarnoso.

Junto mis cejas —¿De qué hablas?

—Ay, hermosa chica, tú no debes estar tan confundida, porque ya buscaste solo que las cosas en internet disfrazan a la realidad en la que los humanos viven.

—¿Humanos? —ruedo mis ojos

Sonríe —Pongamos esto así. Me preguntaste "si era un cazador", ¿no? Pues de cierta forma lo soy, solo que yo cazo animales y otras cosas, soy nocturno, mis ojos son de un rojo intenso y seguramente te asustarías de mis dientes, todo esto y aún así tu mente sigue diciendo que es una mentira, pero mira lo que haré para que me creas—se tira del árbol en el que está y queda muy cerca mío —Que no se te ocurra moverte, niña bonita.

—Dudo mucho que lo sea —sonríe.

En un parpadear está al extremo donde estaba ubicado, da un fuerte golpe al árbol con sus pies y este cae rápidamente al suelo.

Dios mío, ¿qué es esto?

A la velocidad de la luz lo veo golpear todos los árboles y empezar a lanzar lejos a cada uno, de un momento a otro grito cuando veo el último venir en mi dirección y escucho sus palabras en mi mente.

Que no se te ocurra moverte, niña bonita.

Agacho mis hombros y espero el golpe que nunca llega —ey, niña— abro mi vista y lo veo cargando el árbol con una sola mano —Tú piensas que un humano normal común y corriente podría hacer esto —niego y trago grueso —observa— lo parte por la mitad y los lanza lejos haciendo un gran estruendo.

Sin hablar, sin sentido de orientación no logro distinguir cómo está ahora atrás mío. Su boca roza mi cuello —Vez de lo que soy capaz de hacer, ahora, niña intelectual, junta todas las piezas y me dices que soy.

Giro inesperadamente y lo observo mejor, luce extremadamente pálido, sentado con las piernas cruzadas mirándome con ojos rojos intenso, me da una sonrisa y de una logro reconocer ese cinismo... el chico de el restaurante —¿Y bien? —fuerza descomunal, piel blanca, rapidez, cazador nocturno, siglos de vida, tua cantante y lo más importante esos ojos rojos que me están escudriñando para dar un movimiento en falso y estar a mi lado —¿ya tienes la respuesta? hermosa —asiento. No puedo creer que de verdad cosas como estas existan, son seres míticos no existentes. Son una enfermedad, tienen una enfermedad —Eso no es cierto.

Abro mis ojos tan grandes como puedo —¿Tú puedes escucharme? —agarro mis brazos para cubrirme del frío, sus manos tocan las mías y quita su camisa para tendérmela encima de los hombros, me mira fijamente y da un gran suspiro, dobla sus pies y se tira a mi lado en el suelo.

—Puedo escuchar tus pensamientos. Tantos siglos en este infierno me han ayudado a obtener poderes y uno de esos es el de escuchar los pensamientos, de nada serviría que me ocultes algo si yo lo puedo escuchar como si estuvieras hablando normal, además si yo los puedo escuchar tú también lo puedes hacer, es una viva clave de que eres mía.

Alzo una ceja —Entonces, eres un vampiro.

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