El Alpha Millonario © romance Capítulo 3

Capítulo dos

—MAMÁ —me asomo por la puerta de la habitación.

—Ya voy. Estoy colocándome perfume—escucho su voz lejos y suspiro resignada.

Está lejos, muy lejos de mí.

Aunque viéndole el lado positivo, cuando ella tenga sus cosas privadas, no escucharé sus gritos cerca.

Oigo sus tacones resonar, observo atenta la puerta hasta que ella aparece dejándome verla con un vestido azul suelto hasta las rodillas y zapatos de tacones negros, su maquillaje es sutil y seductor y su cabello suelto que cae en ondas por sus hombros.

Ella si que está elegante.

—Pero mira que hermosa estás, Sara—se posiciona detrás mío, giro mi cabeza un poco y planta un beso sobre mi mejilla—Toda una dama. Mi bebe está creciendo.

—Mamá, ya he crecido ¿no? —niego en desaprobación.

Así son las madres.

—Bajemos que él no demora en llegar—toma mi mano y me jala con ella. Mi estómago gruñe y rápidamente me acuerdo de los espagueti de hace unas cuantas horas.

—Mamá.

—Dime cariño—me observa de reojo.

—¿Qué cocinaste? Es por curiosidad, no es que tenga hambre, bueno si, pero tu sabes como soy y pu...

Me interrumpe—Cenaremos estofado a base de patatas para ti, o como yo lo diría baeckeoffe— levanta la mano dramática y en un suave movimiento se asienta en el sofá, le copio su movimiento y tomo asiento.

Cada minuto que pasa se vuelve una eternidad para mí, nadie ha llegado, nadie ha tocado y mi poca conversación se ha vuelto algo desesperante para mi madre y no la culpo, si estuviera en su lugar ni yo misma me aguantaría.

—¿Mamá cuan...

—Cenaremos cuando él esté aquí, por algo lo invite, ¿no? además, tú me dijiste que le querías agradecer—y ahora me estoy arrepiento. Ruedo los ojos y cruzo mis brazos.

—Sí, pero se está demorando —mi voz se va apagando cuando escucho sonar el timbre de la casa, volteo a verla y tengo una rápida mirada ladina de ella diciéndome lo vez.

—Vamos, tengo que abrir y presentarte ante Wade—se levanta del sillón y se dirige hacia la gran puerta con diseños extravagantes.

Mi vista se va directo al vidrio que nos separa y desde ya puedo decir que es alto, me posiciono al lado de Elizabeth con cierta distancia y ella abre las dos puertas, rápidamente mis ojos conectan con los suyos en perfecta sincronía. Le quito la mirada y escaneo todo de él en menos de un minuto.

Ojos verdes profundo, cabello castaño claro, pómulos cuadrados, nariz perfilada, barba ligera que le da un toque sexy y encantador, viene con un traje negro y camisa blanca que lo hace resaltar sus músculos, corbata negra y unos zapatos del mismo color.

—Bienvenidos, ¿Cómo estás, Wade? no sabía que traías compañía, hubiese cocinado más —junto mis cejas y dirijo mi vista detrás de él.

El otro chico es bonito. Un poco más bajo, pero encantador, tiene ojos marrones, cabello castaño casi negro, nariz perfilada y por toda la cara tiene lunares.

¿Tendrá los mismos lunares por todo el cuerpo?

Este viene con un traje azul, su saco está arremangado en sus antebrazos, también tiene camisa blanca, una corbata azul con puntos negros y finalmente zapatos marrones.

Elizabeth pasa una mano por en frente de mi rostro y reacciono, sus ojos se achican levemente y rápido recompone su postura.

—Ella es Sara—mi madre me da un pequeño empujón hacia el señor imponente y bajo la mirada.

Extiendo mi brazo y siento como su mano toma la mía, una pequeña electricidad pasa por mi cuerpo y me estremezco —Un gusto Sara, soy Wade Dhall, pero eso ya lo debes saber debido a tu madre—¡Dios! Juro que me perdí cuando dijo: un gusto. Tiene una voz gruesa, ronca y sensual.

Dejo de mirarlo y aparto mi mano de la suya.

Señala al chico que está detrás—Este es Matías, mi mejor amigo—le tiendo la mano en saludo y es totalmente natural.

Pero, ¿por qué con él no?

—Un gusto, espero que nos llevemos bien—me dedica una sonrisa de paso y se coloca al frente de mi madre para saludarla—Elizabeth—ella le tiende la mano y sus mejillas adoptan un color rosado.

Le gusta.

Sonrío y niego—Que tal si vamos a comer—propongo al ver que estos dos se han quedado estáticos.

Recibo todas las miradas incluyendo la de él y por mi cara corre un intenso color rojo que no puedo detener. Elizabeth me fulmina con la mirada y abre la boca decidiendo romper el hielo.

—Mira Wade, te seré sincera, hoy acabamos de llegar y creo que lo que hice no va a alcanzar —Elizabeth baja la mirada—es que pensé que no traías compañía.

—No te preocupes. Salgamos a comer en las afueras, yo invito—ruedo los ojos.

Más demora para comer.

—Perfecto, Sara—alzo mis cejas—¿quieres ir o te quedas? —muerdo mis labios.

Si me quedo puedo comerme todo lo que ella hizo, si voy tendré que esperar. Definitivamente me quedo, la observo fijamente y me hace señas con la mirada de arriba a abajo.

¿Por qué la vida es tan injusta conmigo?

Suspiro—Sí, iré—juego con mis manos.

—Ya que ambos llegamos en nuestros autos, no vamos separados.

¿Espera qué? Volteo a verlo y en su rostro hay una linda sonrisa ladina. Mi corazón bombea fuerte y mis manos comienzan a sudar. Ojalá no proponga que me vaya con él, porque me dará un infarto.

Miro a mi madre con cara de preocupación y ella solo sonríe—Bien, yo voy con Matías.

Arpía, mala madre, no esperes que te lave la ropa, te espera un asilo, no esperes nada el día de la madre.

—Sara, ¿me acompañas? —me tiende su brazo izquierdo y con todo el miedo del mundo lo toco.

Este hombre me pone los pelos de punta.

—Bien, vámonos—sonríe para mí.

Agradezco que no me pida la mano, debo admitir que me sudan como no tienen idea.

Que asqueroso.

Caminamos detrás de los tortolos, Wade cierra al salir y su mano toma la mía en acto rápido y seguro. Giro mi cabeza en dirección a él, luce tan intimidante, posesivo, fuerte.

¿Podrá cargarme?*

Pues claro que puede cargarte.-

Mentiría si dijera que es feo.

Me dirige hacia una camioneta negra. Es todo un adonis y seguro cientos de mujeres lo quieren tener como yo lo tengo ahora. Se detiene frente al copiloto y me abre la puerta, miro de reojo y un Mercedes-Benz pasa justo a nuestro lado.

¿Tan rápido se han largado o estábamos caminando lento?

—Sube, por favor. Matías ya debe estar lejos—hago caso a mi acompañante y entro al auto. Rodea la tan grande camioneta y sube rápidamente.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Alpha Millonario ©