El Alpha Millonario © romance Capítulo 54

Pov Wade

No tengo ni unos putos cinco segundos durmiendo y Sara ya quiere comer otra vez. Los llantos de Kevin en el segundo piso se escuchan por toda la mansión y suspiro frustrado.

Se preguntarán, ¿Quién es Kevin?

Fácil.

El hijo de Matías y Elizabeth, el beta de Amir y por ende hermano de Sara y mi cuñado.

Suspiro cansado y me levanto por novena vez en la noche —Vamos mi amor, comeremos del Mac Donald y dormiremos en uno de mis hoteles, así que apura esa panza —ni siquiera me tengo que cambiar dado a que hace unos momentos llegamos de comer comida china.

Me pongo las chancletas negras con rayas blancas y volteo a ver a mi amada, su respiración es pesada y su boca bota un poquito de baba en la almohada.

Hace cierto tiempo atrás consideraría algo asqueroso ver eso en una mujer y prácticamente la hubiese echado de mi cama, pero no con ella. Tocan la puerta y doy el adelante de una, sé que es él —¿Papá? —Amir aparece restregando sus ojos.

—Ya nos vamos —le doy una rápida mirada y él asiente.

Camino hasta llegar al lado de mi Sarita y la tomo en brazos, ella balbucea algo que no logro distinguir y coloca sus brazos al rededor de mi cuello, giro y salgo de la habitación con ella en mis brazos y Amir a un lado, presiono el botón del ascensor y este rápidamente sube, entro con ella y él y toco el botón de bajada.

El primer piso luce impecable como siempre y es que desde que deje que nana se fuera ella viene todas las mañanas y noches a supuestamente cuidar la casa.

Pero creo que viene solo para ver cómo están sus sobrinas y solo eso.

Abro la puerta principal y llevo a Sara junto a Amir a la Range Rover. Deposito a mi luna en el asiento trasero con cuidado, cierro la puerta y abro la de copiloto para Amir, él sube rápidamente, le coloco el cinturón y cierro la puerta, saco las llaves del bolsillo de mi pantalón, subo y arranco el carro para dar marcha fuera de la manada.

Los pocos autos en la madrugada son casi todos finos o de lujo y no me sorprendería que sean de adolecentes con alguna conquista dado a que yo también lo hacía.

Las pocas iluminaciones dan un lugar melancólico y exótico para la vista, sigo mi camino hasta llegar al Valley y estaciono mi auto en la planta baja, Amir es uno de los primeros en salir y copio su acción.

Abro la puerta para sacar a Sara, sus ronquidos suenan por todo el lugar, Amir se coloca a mi lado y le doy las llaves.

Él cierra la puerta y el auto se bloquea, camino al ascensor con mi familia y presiono el botón E, el elevador abre sus puertas y toco el piso treinta y seis s.

En un movimiento rápido el mismo sube sin ningún problema y el odioso pitido que emite al llegar a la suite hacen querer arrancarme los oídos.

Por favor, ingrese su contraseña.

—SecretaDhall— la puerta del cuarto es abierta y el espacio limpio y organizado se siente como una nube.

Cero estreses, cero bullas, cero todo.

Amir entra y se tira en el sofá-cama, paso por la sala de estar y llego al cuarto, deposito a Sara en la cama y la arropo.

Prendo el aire acondicionado del lugar y salgo para acomodar a Amir —¡Hey Campeón! —remuevo su hombro y este se queja —Está bien, solo te llevaré con mamá —lo tomo en brazos y lo llevo a la cama con Sara.

Salgo del lugar y me tiro en el sofá-cama, mi estómago gruñe y restriego mi cara con cansancio.

Mejor voy y le compro del Mac Donald a Sara antes de que se despierte, también puedo aprovechar para comprar algo para mí y no ensuciar la cocina.

Tomo las llaves a un lado del sofá y me aseguro que tanto como Amir y ella estén dormidos para poder salir.

Voy directo al ascensor y presiono el botón para ir a los estacionamientos, de un momento a otro me encuentro en el auto.

Tal vez estoy tan cansado que no razono muy bien lo que hago.

Con pesadez meto la llave y me recuesto, estiro la mano para prender el aire acondicionado y la bajo por un momento. Mis parpados pesan y mi cuerpo por primera vez lo siento cansado.

...

Me sacudo y tomo el volante del auto para salir. La calle a esta hora de la mañana esta vacía, todo está en absoluto silencio. Manejo hasta ver el enorme poste con la M gigante, me estaciono y bajo del auto con paso seguro.

Entro al lugar y un esplendido olor a canela con rosas llega a mi nariz.

Junto mis cejas, busco de donde proviene ese olor y llego a la caja donde una chica algo pequeña, cabello rizado alborotado de color rojizo naranja, pecas en la delicada piel blanca de su cara busca algo y se topa con mis ojos.

Y en ese momento lo entiendo.

Mate.

Yoshua brinca en mi interior como un loco, mi corazón repique tea sin poder creerlo y sin pensarlo me acerco a la caja—Hola—ella esconde su cara detrás de sus risos.

—Hola—sonríe y todo a mi al rededor se desvanece.

Rápidamente observo los combos y me acuerdo de Sara y Amir.

Esto no puede ser.

Dos mates. Una con la que llevo una vida espléndida y otra que acabo de conocer.

Trago grueso y recupero mi postura—Deme tres cajas grandes para llevar —ella toma mi orden, pago y me pasa la factura haciendo que nuestros dedos se toquen.

La tensión es palpable y como si de mi enemigo se tratase tomo la factura rápido y me asiento en una de las mesas escaneando todos sus movimientos.

Es tan hermosa.

Media hora después está todo listo y ella con una mirada apenada me estira las cosas. Sin mirar atrás procedo a marcharme, pero la necesidad de observar y ver que hace me carcome.

Subo al auto y pongo todo en los asientos traseros, prendo el auto para salir y mi fuerza de voluntad recae.

No lo hagas, Wade. Tienes familia.

No puedo, simplemente no puedo.

Mi vista va directa a ella cuando sale de aquel lugar y como un poseso me bajo del auto, camino con paso firme hasta llegar a su lado y cargarla en mi hombro.

—Bájame, ¿Qué haces? Sabes, tengo familia que depende de mí. Mi mamá, mi papá y abuela, bájame—la tiro contra la puerta del Range Rover y aspiro fuerte ese maldito aroma que me trae loco.

—Eres mía —y con esto beso su cuello, el maldito olor a sexo inunda mis fosas nasales lo que me dice que esta en celo.

No puedo con esta tentación.

¿Mandarás todo a la mierda por una aventura del momento?

Freno de golpe. Miro su bello rostro, tiene un tono rojo y su boca entreabierta, sus ríos están a los costados de su cara que la hacen ver totalmente inocente.

Maldición.

La tomo en brazos y abro la puerta del auto, subo con ella y tiro el asiento para atrás, cierro la puerta y de un momento a otro los dos estamos desnudos consumiéndonos el uno al otro.

Sus gemidos son suaves y delicados, su piel se adapta perfectamente a mí y con la mirada fija en mis ojos se corre lo que hace a mi amigo crecer más y explotar dentro de ella.

Agitado y sudado la abrazo contra mí por un tiempo hasta que decido sentarla en el asiento de copiloto para que ambos nos podamos vestir.

—Y ¿cómo te llamas? —su voz resuena por el auto y sonrió.

—Adlen, ¿y tú? —ella vacila un poco, pero finalmente abre sus lindos labios.

—Ana—termino de abrochar mi camisa y subir las mangas para salir de aquel lugar.

—Y mi querida mate Ana, ¿A dónde la llevo? —ella ríe y me da la dirección de su hogar.

Cierto tiempo después estamos afuera de su casa.

—Gracias por traerme—me da un beso y toca a mi amigo allá abajo—aunque no vendría mal otra ronda—muerdo mi labio y es así como comenzó otra ronda de gemidos y gruñidos por parte de los dos.

Llego al hotel y a mi mente llegan sin fines de preguntas y respuestas y sobre todo culpabilidad.

Ahora te arrepientes.

Suspiro resignado y bajo de auto con las cosas, cierro y camino al elevador, este se abre y marco el piso, doy la contraseña y las puertas finalmente se abren revelándome a un Amir totalmente pendiente a la televisión y una Sara con una sartén en la mano.

Al verme corre hasta mí y me abraza—¿Dónde estabas? he estado preocupada por ti, además de que no sabía donde estaba o si había sido secuestrada—y nuevamente llega la culpabilidad —trajiste del Mac Donald, gracias amor—me da un beso y agarra las cosas de mis manos para sentarse con Amir a comer dejando totalmente de lado la sartén.

Aquí hay algo raro.

Ella no me dijo nada, ella no olió que vengo impregnado en olor de una hembra.

Junto mis cejas —Amor, cariño, ¿No has sentido un olor extraño o un dolor en el pecho? —ella rápidamente niega y sigue comiendo.

Ya es una humana.

Sin decir nada y revolcarme en la culpa sigo nuestras vidas normales, como si nada hubiese pasado.

Los días pasan y por las mañanas estoy con ella, a medio día estoy en la empresa y cuando salgo le digo a Sara que necesito terminar alguna cosa en la empresa solo para verme con Ana y tener la mejor de las noches.

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