El Alpha Millonario © romance Capítulo 31

Capítulo treinta

Una chica...

Se supone que soy una nerd, no una modelo con un vestido rojo pegado el cuerpo, unos zapatos de aguja y mis labios más rojos que cualquier otro rojo que pueda haber en la tierra.

Definitivamente odiaré el rojo desde ahora.

—Recuerden que le deben dar su nombre a la presentadora y luego esperar al mejor comprador —mi madre y yo nos levantamos de las sillas imitando a las modelos verdaderas —Que gane el mejor postor —una chica de facciones delicadas llega y nos guía hasta estar llegar al inicio de la tarima.

No sé que es peor, si tener que enfrentarme a todas las miradas que me observarán como me muevo o Natalia dos modelos adelante cuchicheando con otras rubias y mirándome a cada rato.

—Ignora eso, clásico de tipas rubias —sonríe mi madre.

—Eso no me preocupa, Wade es mío —paso la lengua por mi labio inferior y doy una mirada juguetona a su dirección.

Si las miradas asesinaran ya estaría muerta y siendo comida de buitres —Señoritas —la chica llega otra vez y nos separa en dos filas donde mi madre queda lejos de mí en la otra fila.

Sin tomar tanta importancia a todas las miradas en mí solo espero a que llegue mi turno —es inútil que trates de verte bien porque no te queda, tú eres un cerebro a diferencia de mí —no me sorprendería escuchar eso de ella. Ruedo mis ojos y me dedico a no escucharla hasta que dice algo que llama mi atención —Wade ofertará por mí, su madre lo obligará.

Junto mis cejas. Eso tal vez sea verdad, pero él no me dejaría.

No lo creo.

Su madre me odia desde el día que le di una orden semi-directa.

No quiero que un viejo me compre por una noche, me rehúso.

—La próxima modelo es, Natalia Guest—la chica que antes nos separó la llama y la acerca al escenario, le indica como debe salir y hacer para que los compradores se interesen.

Sin más sale contorneando su cuerpo en un movimiento de caderas exagerado, desde acá atrás escucho como la presentan y empiezan las ofertas, pero la voz potente de la presentadora me saca del nerviosismo para comprobar lo que ella dijo —Vendida al Señor Wade Dhall —un intenso dolor se instala en mi pecho.

Es una broma, verdad.

—Señorita Sara Poezyn usted es la siguiente, lo que debe... —no escucho más su voz y me encierro en mi nube personal, de un empujón me sacan al escenario y todas las miradas quedan en mí.

Con cierta timidez comienzo a caminar hasta llegar a la joven con el micrófono —¡Vaya! Tenemos a una modelo nerviosa. Tranquila, ¿quién empieza la oferta? —observo a Wade y Natalia sentados.

Sus ojos brillan con nerviosismo e intensidad, como si se quisiera disculpar de todo, pero la verdad es que ahora me importa un kilo de mierda lo que haga.

Le digo que le quiero y así es como me paga.

En combinaciones veloces recuerdo mi pasado y las cosas que ha hecho por mí en tan pocos días. Tal vez debería alejarme de él, tal vez ni siquiera debí haber venido.

La muerte de su hermano en el vientre de su madre fue por mi culpa.

Las lágrimas quieren salir y sin que nadie oferte camino a las chicas de rebusca y ofertas bajas.

Miro a Natalia reída de mí como si eso fuera lo mejor del mundo —Ahora iniciaran las ofertas bajas. Chicas por favor pónganse a mi lado —tomando mis brazos para calmar mi angustia en el pecho camino hacia el frente junto con todas las demás —¿Alguno da algo por esta chica de aquí? —toca a la última y luego a la siguiente —o a esta —niego —o esta—y sigue repitiendo lo mismo hasta que llega hasta mí.

—O a esta hermosa joven —con una sonrisa forzada doy un paso adelante mirando a los presentes, mi vista se posa en él y en su extrema cautela sobre mí.

Levanto la mirada y al fondo puedo ver un par de ojos rojos que me miran atentamente y sonríe.

Oh no.

Doy un paso hacia atrás y pasan las ofertas a las otras modelos, miro esos ojos lujuriosos en todo momento que me tienen hipnotizada, sin dejar de verlos no me doy cuenta de que soy la única que queda de la que antes era una fila.

Genial, soy a la que venderán por un dólar.

—Solteros, quien oferte por esta joven se llevará tres días con ella a donde quieran —observo extraña a la presentadora y niego tanto con la mano y cabeza.

Tomo el micrófono de sus manos —Me niego rotundamente a estar tres días con alguno de ustedes, pero tan siquiera den ofertas por...

Una voz de un viejo llama mi atención —un millón de dólares —y alza su número al aire.

—Tres millones —dice otro al final.

Tanto dinero despilfarrado solo por mí.

También por la causa.

No lo creo.

—Cuatro millones —contra ataca el viejo de enfrente.

De repente el chico de los ojos rojos alza su número y lo voltea dejando ver en dorado las letras Premium.

¿Qué es eso?

La reportera me jala el micrófono de las manos y habla sin parar —Vendida al príncipe Daniel Castilla del Reino Vampírico.

Daniel, Daniel, yo he escuchado ese nombre.

Daniel...

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