El Alpha Millonario © romance Capítulo 19

Capítulo dieciocho

Pov Sara

Catalogados como padre y madre.

Tener que lidiar con la gente es aterrador y algo traumante.

Nosotros no somos nada.

Después de que Wade, Arturito y yo comiésemos pizza empezamos a caminar de regreso y todos se nos quedaban mirando hasta que al fondo presenciamos la avalancha de paparazzi viniendo hacia nosotros.

Nuestro primer instinto: correr.

Pero ellos son como las hormigas, en todos lados hay y no demoraron ni un minuto en llegar a nosotros, tomar fotos y pregunta tras pregunta nos dejaron aturdidos.

¿Qué se siente ser madre joven y tener un millonario a tus pies?

¿Es su hijo?

¿están casados?

Nosotros no confiamos en la credibilidad de su discurso en el canal doce.

¿Es cierto eso de que esperan otro niño?

Y muchas otras preguntas inadecuadas las cuales ninguno de los dos dijo nada, es cierto, todavía no me olvido de aquella noche en el bar, pero puede que él no se acuerde, puede que él estuviese borracho.

Esa sería la única explicación.

—¿Cómo fue que lograste calmar a Arturo? Por lo general solo la madre lo calma así —hago mi cinturón de seguridad a un lado y me acomodo mejor mirando hacia donde él.

Suspiro —Pues digamos que fue algo... El profesor, Santiago, me preguntó si quería acompañarlo a comer arriba, porque yo no iba a salir de la sala hasta las tres y media para subir al quinto piso, luego de eso en que acepté y tomamos el elevador, cuando llegamos arriba a tu piso escuché llorando a Arturo y fui a verlo, él sintió mi presencia e instintivamente dejó de llorar y me tiro los brazos al aire para que lo agarrara y así fue como le di la leche que Sofía trataba de darle y pues luego le saque los gases y se quedó dormido —miro a Arturo dormido.

—Bueno eso es suerte, porque ahora tendrás que quedarte conmigo a cuidarlo.

¿QUÉ? —¿Cómo has dicho, Ricky Ricón? —achicó mis ojos.

—No te debes de preocupar, porque tu madre está con Matías en la casa ya que él estuvo en un accidente, así que no tiene nada de malo que te quedes en mi casa.

No me asusta el hecho de quedarme en tú casa, no, me asusta tener que verte mucho y que notes que me gustas.

—¿Seguro que Elizabeth está en tu casa? —saca su iPhone y me lo da —¿Qué? — lo veo extrañada.

—Entra a los mensajes y busca a Matías, ahí leerás que tu madre si está ahí —hago lo que me dice y en cuanto entro veo cientos de mensajes de un sin fin de personas, pero hay uno especial que me llama la atención.

Natalia.

Esa bruja horrenda siempre está con él y eso es lo que más enojo me da.

Alzo la mirada para verlo, su cara larga y cuadrada lo hace un tipo rudo y sus largas pestañas adornan sus bonitos ojos junto con esos labios comestibles —Tienes varios mensajes, ¿deseas responderlos? —me observa y luego a la carretera y luego a mí con una sonrisa.

Supongo que el sarcasmo es muy notorio.

Vuelve la vista a la carretera —Lee primero los de Matías y luego los demás, así te contesto que responder —regreso mi vista al celular y busco a Matías en contactos, cuando lo encuentro entro y empiezo a leer los mensajes hasta que cuenta que mamá está con él.

¿Que no era que esa doña no volvería a pisar esa casa?

Bueno, esa será su elección y no la puedo cuestionar.

Salgo de ese chat y voy a la ventana principal —¿Listo para escuchar los mensajes? —asiente y yo el primero que abro es el de Natalia.

—Natalia. ¿Amor? ¿estás en la casa o en la empresa? dime para tener un rato a solas, bebé —arqueo una ceja mientras observó su perfil.

—Dile a Natalia que por favor deje de acosarme o tendré que demandarla por invasión a la propiedad privada y registro a acceso privado.

¿Acosarlo?

Eso no lo había pensado.

¡Quiero hacerlo también!

Tecleo lo que me dijo y en cuanto el mensaje entra se pone con los dos ganchitos azules y su respuesta no tarda en llegar.

¿Wade? ¿qué pasa? ¿ya no me quieres o es que todavía sigues pensando que esa mamarracha te va a querer?--

Mamarracha tu abuela.

—Tengo el mensaje de tu amada Natalia —ruedo mis ojos— dice que si no la quieres o es que sigues pensando en una mamarracha que no te quiere —lo veo apretar sus manos en el volante y acelera el auto —Ey, tranquilo, nos matarás si sigues conduciendo así.

—Dile a esa loca que deje de hablar estupideces y que se atenga a las consecuencias —tecleo rápido y envío.

Salgo y voy a la ventana principal donde están los otros mensajes, mientras se los leo él va respondiendo y yo mandando.

Ciertamente no puedo negar que la tal Natalia me cae mal, pero yo que puedo hacer.

Nada.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Alpha Millonario ©