El Alpha Millonario © romance Capítulo 33

Advertencia: 18, 21...

Capítulo treinta y dos

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Sus labios son como droga adictiva y sus manos recorren cada centímetro de mi piel tratando de grabarla en su mente. Enredo mis brazos en su cabello y tiro de él ligeramente, sus labios están rojos y sus pupilas dilatadas que se juntan con la respiración acelerada de los dos.

Pego mi frente con la suya y bajo a su cuello para seguir con mi ataque, mi cadera comienza a moverse sola cuando siente el prominente bulto en medio de mis piernas. Gemidos involuntarios salen de mi boca haciendo que su agarre en mi cintura sea más fuerte y su respirar más pesado.

Paso mis manos por sus costados sintiendo toda esa firmeza y dureza de sus músculos y sonrió. Bajo hasta el cierre de su pantalón y lo desabrocho, sin dejar mi ataque en su cuello meto mi mano dentro y toco su miembro directo.

Me separo un poco y observo el interior de su pantalón sin bóxer, muerdo mi labio y de un segundo a otro me encuentro abajo de él —Al parecer ahora tú tienes mucha ropa —pasa la lengua por sus labios y los muerde, agarra el escote de mi vestido y lo empieza a romper hasta quedar en bragas, jala el pedazo de tela debajo de mi cuerpo y lo avienta en la parte trasera del auto.

Sus ojos escanean mi cuerpo de arriba a bajo con apreciación, me levanto un poco y tiro de su pantalón para que quedemos sexo y sexo sintiendo los roces de cada uno.

Cada vez son más movimientos estimulantes, hace una fila de besos y algunos chupetones hasta llegar a mis pechos y comenzar el ataque, su lengua juega con mis pezones y una de sus manos se desliza por mi estómago hasta llegar a mis bragas y sobar por encima de la tela, arriba y abajo en movimientos circulares que cada vez me vuelven más y más loca de placer, suelta un gruñido, en el auto se siente el calor entre nosotros.

Nuestros cuerpos sudados, pegados el uno al otro, guió una de mis manos a su abdomen y la otra a su gran miembro, sus labios buscan los míos en un desesperado beso, pasa su lengua por mi labio inferior y doy acceso a ella gustosa de todas las sensaciones en mi cuerpo.

Saco mi mano de su pantalón y me enfoco en el dobladillo para bajarlo poco a poco, Wade se separa evitando mi tarea, me observa con una pícara sonrisa y baja sus pantalones haciendo que su sexo salga disparado. Sus ojos están más oscuros con esa atractiva mirada, su cabello totalmente despeinado, su respiración es agitada y fuerte, su cuerpo perfecto cubierto de una fina capa de sudor, en todo su esplendor.

Me abalanzo contra él al sentir todo el calor que emana de su cuerpo y de un momento a otro me empuja nuevamente contra el asiento, sus manos rápidamente bajan a mi braga y las rompe de un solo tiro, mi sexo queda a su vista y me sonrojo a tal mirada llena de deseo.

—Quiero tenerte así en toda mi casa. Contra las paredes, en mi cuarto, suelo, cama, sillón, baño, armario, pasillos, escalera, escritorio, mesas, sala, cocina, lavandería, patio, piscina, césped, en todos lados hacerte mía y solo mía.

Y me tendrás así, porque no pienso irme de tu lado.

Agarro sus caderas y lo atraigo hacia mí, su miembro queda entre medio de mis piernas presionando y mis caderas comienzan a moverse al compas con él en un excitante va y ven, con su mano libre coloca la punta y lo mueve de arriba a abajo.

Gimo desesperada y deja salir un gruñido de su interior —Estás tan mojada que te podría penetrar ya —deja un rastro de besos hasta mi cuello y lame la marca, me erizo por completo y mi cuerpo pide más —¿esto te excita? —susurra en mi oído y mi cuerpo se estremece.

En un intento desesperado lo giro y quedo arriba de él, meto mi cara en su cuello y sus manos viajan a su miembro, lo coloca en mi entrada y sin tener experiencia en esto bajo lentamente sintiendo como me llena de placer tenerlo dentro. Agarra mi cintura y empiezo a dar pequeños saltos que por lo mojada que estoy emiten un sonido excitante al chocar, me separo un poco de él y observo su rostro, con sus ojos cerrados, su boca entreabierta soltando gruñidos y su respiración agitada.

Aumento el ritmo de mis saltos. Arriba de él me siento la dueña del mundo. Sus manos suben a mis pechos y los masajea dando estímulos a mi zona, gimo desesperada, se alza y me abraza por la cintura, su boca choca encuentra mis pezones y empieza chupando, masajeando, tocando.

Ladeo mi cabeza hasta llegar a su cuello y beso su marca una y otra vez, sus embestidas aumentan así también como mis gemidos, Wade busca mis labios y nos fundimos en un ataque de lenguas, mi cuerpo se estremece y las ganas de más invaden mi mente.

Sin dejar de penetrarme me voltea quedando yo abajo de él, el auto se mueve con cada embestida arremetida contra mí, enrollo mis piernas a su cuerpo, su boca llega a mi marca y chupa, su mano baja y empieza a dar movimientos de arriba a abajo, mi cuerpo se desploma y se vuelve sensible ante todas las penetraciones, el orgasmo me arrasa y no controlo las palabras que salen de mi boca, encierro más su cuerpo al mío y da una, dos, tres embestidas más y gruñe cerrando los ojos, tira de mí para llenarme de él hasta la última gota y se desploma encima de mí.

Nuestra respiración es acelerada y nuestros cuerpos están pegajosos por la capa de sudor que los cubre, lentamente desato mis piernas de su hermoso cuerpo y una de mis manos llega a su espalda acariciando cada centímetro de ella, la otra llega a su cabello y quita los pequeños mechones que están pegados en su frente, —Quien diría que me volvería tan sumiso ante una mujer que apenas conozco, complaciendo cada uno de sus deseos y protegiéndola en cada momento —pasa sus brazos alrededor de mi cintura —nunca te dejaré sola.

Sus ojos brillan con intensidad y el deseo de contarle está en la punta de mi lengua, pero tengo miedo, miedo a ser rechazada.

Prefiero que él se enteré por si mismo a que yo se lo diga.

No se lo diré.

No puedo.

Suspiro —¿y cómo harás con Natalia? —su vista se centra en mí y pasa un destello amarillo por sus ojos.

Oh no.

Toma mis brazos con una mano y con la otra me deja quieta en el asiento, su boca se dirige a mi cuello y hace crecer sus colmillos, rozando mi cuello con ellos llega hasta la marca hecha por él y muerde lentamente otra vez, un ardor y quemazón llegan a ese lugar y mi vista se nubla.

No me quiero desmayar, no ahora.

Pongo toda mi resistencia, pero los parpados dicen sí y se cierran dejándome todo negro.

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...

El viento fresco pega en mi cara llenándome de tranquilidad, los últimos rayos de sol pegan en mi rostro y con cuidado abro mis ojos dándome un panorama espectacular de los árboles pasando a nuestro alrededor —Buenas tardes-noches mi amada —sonrío.

—Buenas tardes-noches, Ricky Ricón —volteo hacia él y restriego mis ojos —¿a dónde vamos? —su mano izquierda permanece en el volante y la derecha viaja a mi mejilla.

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