El Alpha Millonario © romance Capítulo 11

Capítulo diez

—¿Tú no comerás? —pregunto alzando mi mirada para observarlo directamente a los ojos.

Suspira —claro que sí—su voz gruesa y seductora hace que pase esa corriente por mi cuerpo de nuevo —estoy esperando mi comida.

—Oh, bueno.

El silencio incómodo se hace presente y el decide romperlo —¿No comerás?

—No hasta que la tu...

—Señor Wade. Aquí está su almuerzo, buen provecho—su secretaría le tiende una bolsa gigantesca y se retira de nuestra vista.

—¿Decías? —niego y abro la bolsa.

La hora se pasa entre habladurías por parte de él hasta que dice algo que me sorprende —Tenemos que hablar con la televisora, ¿Qué tal hoy? —junto mis cejas.

Si lo hago hoy dejo más en claro que no quiero que me molesten más y eso va a ser algo muy bueno para mí.

Al menos eso creo.

—Está bien—me levanto y él imita mi acción.

—De aquí a la televisora son media hora, y deduciendo que son las tres—¿QUÉ? —estaremos allá a las tres y media, en media hora su producción nos arregla para sus efectos especiales y a las cuatro salimos al aire.

—¿Cómo qué son las tres?

—Eso te lo explicará tu profesor, ahora ven—me jala del brazo. Aún no puedo creer que se haya pasado el tiempo tan rápido. En la sala veo al maestro con un plato de comida china, este voltea a nosotros con la boca llena y traga—Santiago, dígale a la señorita todo su tiempo gastado—observa el reloj en su muñeca.

—Primero el hotel, emprendimos a las siete y media, media hora de allá a acá; luego media hora más subiendo escaleras y media hora reubicándolos en la sala; ya van dos horas o sea que son las nueve, media hora explicando el examen y luego usted estuvo media hora con la cabeza agachada, una hora más aumenta a las diez; dos horas que se tomó resolviendo el examen y ya son las doce, subimos y usted espero una hora por su almuerzo hasta que llegó, a las una de la tarde comió y luego no sé qué pasó ahí dentro —en realidad no hice mucho y todo el tiempo que me tomó.

Pero, ¿cómo que dos horas haciendo ese examen?

—Vámonos, que con esa explicación ya tenemos tiempo robado— corro con él al elevador, entramos y en un dos por tres estamos en la planta baja.

Lo sigo hasta la prado, el chófer se baja y por primera vez lo escucho hablar—Señor— abre la puerta de atrás, él se hace a un lado esperando a que yo pase y luego monta él cerrando la puerta.

—Al canal doce—este asiente y no habla más en todo el camino.

—Wade, Wade—susurro y él me voltea a ver—¿cómo se llama? —señalo al chofer y este dirige su vista otra vez a la ventana.

—¿Para qué quieres saberlo?

Ruedo los ojos —para saber pues, ¿ahora no puedo? —me voltea a mirar.

—Se llama Pedro, okey—su tono serio hace que mi cuerpo se haga a un lado respetando su espacio privado. Hasta ahora noto que lleva un traje azul rey y una camisa blanca con dos botones de arriba abiertos y su cabello perfectamente peinado de lado.

No.]

¿*Qué fue eso?

¡La voz de nuevo!-

Aunque lo detestes siempre haré esto.]

Pero dime ¿quién eres?*

Aún no.]

Salgo de mi mente cuando siento su brazo tocarme—Ya llegamos, ¿estás lista? — miro fuera de la ventana y contengo la respiración. Aunque me dé pavor tengo que enfrentar todo esto.

Suspiro y asiento, bajamos del auto y rodeamos el arreglo floral, desde aquí puedo ver el gran logotipo de la televisora. Ya dentro puedo ver como todos mandan ordenes de un lado a otro.

Todo tan movido y estresante.

Un chico nos frena de golpe —Señor Wade, Señorita...

—Sara—digo un poco bajo y observando la planta de mis pies.

—En este momento entren al camerino, los maquillistas están ahí para arreglar su rostro ante las cámaras y habrá otro chico colocándoles los micrófonos —nos da paso a el interior y absolutamente todos voltean a mirarnos.

Esto se siente un poco incómodo.

Todas las señoras, chicas, señoritas bonitas solo tienen sus ojos en él. Siempre llamando la atención. Niego y como él no se mueve lo hago yo y me voy donde un chico para arreglarme.

Ricky Ricón pasa a mi lado como si no existiera y se detiene justo en un harén que lo único que hacen es babear por él.

Esperen, ¿Por qué de repente me importa lo que él haga?

Junto mis cejas. Debe ser que las papas no me cayeron bien—¿Querida cómo estás? yo me llamo Bryan y hoy seré tu maquillista—asiento y él me tumba en una silla giratoria— querida, te envidio amor, tienes una piel perfecta ¿Qué te juntas? Comparte recetas.

Sonrío—Nada, nada de nada—él lleva la mano a su pecho dramático.

—¿No te cuidas? —niego —Ojalá mi piel fuera así, cada día me pongo kilos de cosas para que no se vea fea.

—Eres bonito—lo miro a los ojos y han acción repentina de él me deja atónita.

¿Me está abrazando?

—Gracias amor, eres tan hermosa. Ahora terminaré aquí —desvío mis ojos a el señor Wade y lo veo observarnos fijamente con los puños apretados.

¿Será que no quiere que lo maquillen porque piensa que se verá muy femenino?

En fin.

Desvío mi mirada a Bryan —¿Cuándo terminarás?

—Ahorita querida, tú necesitas pocas cosas, ahora cierra los ojos—bajo mis párpados y rápidamente siento su boca cerca de mi cachete.

Saldré de aquí llena de besos y abrazos de Bryan.

Mi oído capta un sonido extraño y abro los ojos de par en par, su mirada choca con la mía mandándome esas ondas de electricidad por todo mi cuerpo—¿Está bien? —la bruja que lo está maquillando lo examina y él solo rueda los ojos.

Su vista va de mí a Bryan —Perfectamente—dice entre dientes.

Está loco.

Definitivamente es eso, o es su problema de bipolaridad.

—Bueno, no se mueva —esta agarra una brocha gigante y empieza a sacudirle la cara, pero lo que llama mi atención es la mano de ella puesta en su hombro.

Claro, otra barbie patosa.

—Lista pastelillo. Espera, espera, no des vuelta aún, déjame peinar algo tu cabello—agarra un cepillo de los tantos que tiene en la estantería y lo pasa suave por mi cabellera—Lista— me da vuelta a el espejo.

¿Esta soy yo?

Por primera vez me siento bonita.

Toco mi rostro sin poder creerlo, miro a Bryan a través del espejo y me levanto a agradecerle con un abrazo.

Aléjate de él.]

¿Quién eres, por qué no me quieres decir?*

Todavía no.]

¿Pero por qué mi mente?*

Porque puede que seas mía.]

¿Qué?*

—Listo—escucho la voz de la barbie pastosa y veo a Wade quien me mira con intensidad haciéndome temblar nuevamente, y, que por alguna razón se ve más brilloso de lo normal.

—Ahora señor Wade, señorita Sara, vengan para ponerle los micrófonos y salen en quince—volteo y veo a un chico alto de cabello rubio y ojos avellana tan coqueto que no desvío la mirada de él, ni él de la mía hasta que una voz se interpone.

—¿Nos pondrás tú los micrófonos o tengo que irme?

Que grosero esta siendo el millonario.

—Venga, quítese el saco—Ricky Ricón lo hace y él le pone una especie de radio enganchado al pantalón —No se quite esto.

—No soy un niño—le da una mirada fría y vuelve a ponerse el saco.

Que mal educado.

—Hola — me saluda.

Sonrío —Hola.

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