El Alpha Millonario © romance Capítulo 7

Capítulo seis

Siento que mi alma regresa a mi cuerpo y puedo sentir el suelo frío en donde dormí gracias a la borrachera de mi madre el día de ayer.

Cuando llegué le dije que se bañara y se asentara cómoda en el sofá, proseguí a contarle todo mi día a lo que ella solo sonrió y se fue a la cocina a prender la radio y escuchar toda la noche sus canciones «tristes» junto a una botella de whisky que no sé de dónde saco, se la paso cantando como una despechada solterona, pero eso ya es el pasado y ahora volvemos a aquí al presente donde estoy tirada en el suelo de la sala de estar y que por alguna extraña razón está mojado.

Me levanto rápidamente y así mismo me recibe el suelo boca abajo. Agua y más agua es lo que puedo ver por toda la sala, volteo a ver a mi madre dormida en el sofá con la boca abierta y la botella a un lado.

¡Qué asqueroso!

Me levanto nuevamente con sumo cuidado y voy hacia la principal fuente de agua.

El grifo.

Abierto de par en par y el fregadero tapado por unas bolsas de supermercado.

Genial, lo que faltaba, que ella saliera de casa ebria y yo no me diera cuenta, además de que gasto dinero, y no, no fueron cincuenta dólares, no, gasto trescientos ochenta dólares con cincuenta y cinco centavos los cuales ella podía haber ahorrado para cualquier emergencia.

Ahorita mismo me va a escuchar.

Cierro el grifo y salgo de la cocina en dirección a la sala que está inundada y me paro justo en frente de ella sonando mis pies en el piso de madera que muy pronto se dañara si siguen estas inundaciones frecuentemente. Me acerco a su oreja lo más despacito que puedo.

¿Lista?*

Sabes que nos matará porque cuando despierte tendrá jaqueca...-

Sí, lo sé.*

Entonces a darles.-

—ELIZABETHHH—grito tan fuerte en su oreja, suspiro—¿puedo saber que mierdas paso a noche por aquí?

—A ti que te importa—dice aún en el piso sobando su lado izquierdo de la cabeza.

—Sí, sí me importa porque mira cómo está el suelo mojado y si sigue de esta manera terminaremos sin tablas y fuera de eso saliste y gastaste mucho dinero como si tuviéramos la mina de oro aquí al lado.

—¿Y qué pasa? yo limpio, tú no; yo trabajo, tú no.

—Sí, pero mira esto—señalo a mi alrededor —agua por todas partes y es mejor que te levantes a limpiarla y deja de estar gastando y despilfarrando plata, mínimo fuéramos ricas—me doy vuelta y camino directo a las escaleras.

Escuchó su voz murmurar hasta gritarme por completo —Yo soy la mamá, tú no.

—Sí. Que mamá más responsable, tanto que su hija la tiene que cuidar—digo por lo bajo y llego a mi desordenado cuarto, cierro la puerta y me tiro de lleno a las bolsas que tengo aún en la esquina, solo siento como suena mi cabeza con la pared.

Uy, a eso le saldrá un enorme chichón.-

Ah, solo vienes a molestar.*

¿Solo a eso? Y las veces que te recuerdo de tus exámenes, ah, ¿eso no cuenta? -

Porque lo sacas ahora, además se supone que eres mi mente y tienes que ayudarme.*

Pues ya que te tengo que ayudar, te recordaré algo.-

Que puede ser, que interesante puede llegar a ser.*

Sí, me puedes creer inútil, pero en media hora tienes que estar en el instituto.-

¡QUÉ! *

Miro el reloj en mi muñeca y veo que son las seis.

Que alivio.

Tengo que entrar a las siete y media, así que creo que cerraré un poco los ojos solo para pasar el dolor de cabeza.

Son las seis, mentirosa.*

Pero no cierres los ojos, cuando una persona se golpea se es propensa a dormirse rápido y eso es malo, además de que todas las personas comúnmente para conciliar el sueño demoran diez minutos.

...

¿Sara?-

...

¿Sara? hay Dios mío, ya te dormiste y te lo dije, alguien llegará tarde hoy.-

...

Siento que he dormido como un bebé recién nacido. Sonrío.

Me estiro y miro el reloj que me dice que son las siete, cierro los ojos nuevamente y me recuesto de nuevo en la ropa. Silencio total hasta que escucho pasos subiendo las escaleras.

De seguro debe ser ella con ganas de molestar otra vez. Me relajo nuevamente y me voy quedando media dormida hasta que siento un chorro de agua mi espalda que me hace gritar.

—¡Mamá, qué haces!

—Podrás ser mi hija y todo, pero aquí yo mando y digo que ahorita en media hora tienes que estar en el instituto, o si no, no serás la representante de ese tan famoso instituto tuyo ¿Cómo es que se llama?

—Mamá es el instituto Pilar de la Fuente —suspiro.

Ríe fuertemente —¿Quién habrá sido el que le puso ese nombre? —me levanto aún con la ropa húmeda buscando la toalla y camino al baño—¿No es ridículo?

Me detengo en el marco de la puerta del baño y volteo hacia ella—No lo sé, pero eso deberías saberlo tú. Tú me inscribiste ahí, y se llama así porque Pilar de la Fuente fue la estudiante que luchó hasta la "muerte" —hago comillas con mis dedos —porque no hubiese discriminación social en el instituto—volteo en dirección al baño y cierro la puerta.

—Sara, eres muy intelectual, debes dejar de hablarme con superioridad—cierra la puerta del cuarto y yo procedo a bañarme como dios me trajo al mundo, termino y salgo con la toalla atada al cuerpo a buscar que ponerme, miro la hora del reloj y vuelvo a lo mío.

Siete y quince.

¿LAS SIETE Y QUINCE?

Te lo dije.-

Me visto en un dos por tres. No sé cómo haré para conseguir más ropa, pero algo tendré que hacer. Tiro todos los cuadernos en la bolsa y salgo corriendo escaleras abajo pasando por la sala de estar donde le grito a mi madre.

—Elizabeth, adiós—abro la puerta.

—Espera, Sara—me detengo y me da una bolsa chocolate y un jugo de cartón.

—Ahora sí, corre que llegas tarde.

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