El Amor De Antonio romance Capítulo 197

-¿De verdad quieres llevarme para asistir a la gala? -

Alejandra no podía creer que fuera tan amable. Lo miró con recelo -¿Tienes alguna condición? -

¿Condiciones? ¿Era eso lo que le parecía a ella?

Guillen se puso un poco enojado y se rio, así que dijo deliberadamente, -Sí. Si prometes ser mi novia, te llevaré allí.-

¡Eso es!

Ella sabía que no era tan amable.

Alejandra también se enfadó y resopló, -¡Ni pensar! ¡Felón !-

Cuando terminó, se dio la vuelta y se marchó.

¿Felón? Guillen frunció el ceño con duda. ¿Cuándo se había convertido en un felón?

Al ver que ella estaba a punto de irse, se levantó apresuradamente y la siguió.

Justo cuando Alejandra extendió la mano para abrir la puerta, de repente desde atrás, una mano le apretó la mano en la manija de la puerta y la impidió.

Un ambiente agresivo y masculino se le acercó a ella. Su espalda se puso rígida y no se atrevió a mirar atrás.

-¿A quién llamas felón? -

Su voz baja se elevó en la que se notaba una ira.

Ella se mordió el labio sin responder.

Y su silencio le hizo estrechar los ojos. Un toque de peligro apareció bajo sus ojos. Le agarró la mano con fiereza y la tiró.

Alejandra sólo se sintió mareada. Cuando reaccionó, descubrió que estaba presionada contra la puerta.

Pegada contra la puerta, levantó la vista y se encontró con un par de ojos oscuros y profundos. Le dolía mucho el corazón como si lo hubieran agarrado con fuerza.

-Alejandra, te lo preguntaré de nuevo. ¿Quién es el felón?-

Él le miró a los ojos con una mirada pesada.

Ella desvió su espantosa mirada.

Apretó las manos y respiró profundamente. Luego respondió fríamente, -He dicho que el felón eres tú. Me hostiga pero tú tienes prometida.-

La ira surgió desde el fondo. Era obvio que era el felón. ¿Era tan desvergonzado para interrogarla así?

Entonces, ella comenzó a luchar y intentó deshacerse de su mano. Pero él se le acercaba más. Las piernas largas estaban contra su cuerpo. Así que los dos estaba pegados muy estrechamente. Alejandra sintió su presión. Por eso empezó a forcejear más. Pero como mujer, no era tan fuerte para luchar contra un hombre así.

Y su lucha fue como un fuego cayendo sobre su cuerpo y le calentó.

Sintió que era difícil contenerse. Guillen respiró profundamente, bajó la cabeza a su oído y amenazó, -Te mueves una vez más. Tendré sexo contigo aquí mismo.-

El aliento caliente roció la piel de su cuello. Ella se encogió, pero no tomó en serio sus palabras.

-Guillen Colón, ¿por qué debería escucharte? Si te atreves, hazlo. -Ella lo miró fijamente. Había una provocación en sus ojos.

Guillen no pudo evitar reírse de sus palabras. Había un atisbo de cariño en su sonrisa.

Sabía que no haría nada sin su consentimiento. Por eso era tan valiente a decir eso.

Esta sonrisa hizo que el ambiente tenso entre ellos también se aliviara.

Alejandra no pudo evitar molestarse cuando él rio y preguntó, -¿De qué te ríes? ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?-

-Eres muy mona.- Guillen seguía sonriendo. Sus ojos oscuros brillaban de risa.

Alejandra apartó la mirada, -Díselo a tu prometida. No me lo digas a mí.-

Él levantó las cejas y dijo fingiendo estar sorprendido, -¡Así que estás celosa!-

¿Celosa? Alejandra soltó una carcajada y se burló, -No te hagas ilusiones, Guillen. ¿Quién está celosa?-

Guillen olfateó el aire y dijo con una sonrisa, -¡Qué olor celoso! Y me dices que no estás celosa.-

Alejandra puso los ojos en blanco y dijo, -Piensa lo que pienses. Tú no me importas.-

Luego dijo, -Quita tus manos de encima. Tengo mucho trabajo que hacer.-

Sus manos estaban presionadas firmemente contra la puerta desde hace un momento. Ella no podía quitárselas de encima.

Guillen obedeció y le soltó las manos. Pero su cuerpo seguía presionado contra ella.

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