Las yemas de sus dedos temblaron levemente. Ella curvó su dedo lentamente hacia arriba. Alejandra sintió las ganas de llorar y sus ojos su pusieron enrojecidos. Miró el hermoso rostro profundamente grabado en su mente y preguntó, -Xabier, eres tú. ¿Por qué no quieres reconocerme?-
Caían lágrimas calientes.
Ella lloró.
Gael sintió que su garganta estaba bloqueada, y bajó las pestañas para cubrir la angustia que pasó por sus ojos.
-Lo siento.-
Él dijo la frase fría, le dio la espalda y dejó de mirarla.
Amaya lo miró con la mirada pensativa, y luego miró a Alejandra, sus ojos se entrecerraron levemente, revelando un poco de frialdad, -Alejandra, como tu antigua compañera de clase, me gustaría aconsejarte. No te acerques aGael. Si lo haces la próxima vez, no te perdonaré.-
Ignorando el rostro de Alejandra pálido debido a sus palabras, Amaya tomó el brazo deGaely se alejó.
Alejandra se quedó en el lugar, mirando las espaldas de ellos saliendo juntos. Su visión se hacía borrosa poco a poco.
Poco después de que Alejandra se fuera, Guillen se levantó y la persiguió.
Cuando la vio caminar hacia un hombre y una mujer, redujo la velocidad y se detuvo a cierta distancia de ellos, escondiendo su figura en la oscuridad, mirándolos en silencio.
Vio todo lo que había pasado, y también escuchó la conversación entre ellos.
Obtuvo la información de que el hombre era un viejo conocido que Alejandra conocía, pero el hombre no lo admitió, y Alejandra estaba muy triste.
Estaba muy molesto cuando escuchó que llamaba a ese hombre “Xabier” con tanto cariño.
Entonces, contuvo su infelicidad y se acercó después de ver que el hombre y la mujer se habían ido.
Cuando se acercó, descubrió que ella estaba llorando.
Lo que estaba planeando interrogarla se quedó instantáneamente en su garganta, y no pudo decirlo.
Mirándola durante mucho tiempo y viéndola llorar, él suspiró, -Ellos se han ido, ¿por quién estás llorando?-
Tan pronto como dijo esto, fue como una pequeña llama que encendía un petardo y explotó en un instante.
Alejandra se enfadó.
Ella le gritó a Guillen con saña, -No es asunto tuyo, ¿te importa por quién lloro? De todos modos, no lloro por ti.-
Guillen se quedó atónito y luego su cara se hizo indiferente. Incluso si le gustaba ella, ser tratado por ella con esta actitud todavía lastimaba un poco su autoestima.
-Alejandra, ¿crees que me gusta preocuparme por ti? Si...- “No es que me gustes, ni siquiera te miro.”
No dijo esto, porque sabía que aunque lo había dicho, y ella tampoco lo haría caso.
Se rió burlonamente, no dijo nada, y se fue.
Sus llantos venían de forma intermitente detrás de sus oídos, como un mazo golpeando su corazón uno tras otro, provocando un leve dolor.
Su paró. Se rió en voz baja, y había un rastro de depresión en la risa. Al final, él quería dejarla así.
Volvió a su lado. El exquisito maquillaje se quitó por sus lágrimas. La situación se veía muy avergonzada.
Con un dolor en el corazón, él levantó la mano y acarició suavemente las lágrimas de su rostro con los dedos.
Y ella lo miró girando entre lágrimas, -¿Por qué regresas?-
Su voz era ronca por haber llorado tan fuerte, pero su tono seguía siendo tan poco ceremonioso.
Guillen no sabía qué decirle, y los movimientos de sus manos fueron aún más suaves, -No puedo dejarte así.-
Sonaba como una frase descuidada "No puedo dejarte así", pero estaba llena de su cariño.
El corazón se tambaleó ligeramente. Alejandra resopló, fingiendo ser desdeñosa y dijo, -No digas así, es inútil.-
Él se detuvo, miró directamente a sus pupilas llorosas, vaciló y preguntó, -¿Él es la persona que te gusta?-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Amor De Antonio