El Amor De Antonio romance Capítulo 213

Después de haber estado en el hospital por una semana, cuando volvió a su casa y entró por la entrada, mirando las decoraciones y los muebles familiares, toda esa familiaridad la hizo sentir como si hubiera pasado un siglo entero.

Al verla parada en la entrada y no entrar, Antonio preguntó gentilmente, -¿Qué te pasa?-

Clara ladeó la cabeza y le sonrió, -De repente siento como si no he vuelto en mucho tiempo.-

Llevó su mano a los labios y la besó suavemente. Antonio la miró profundamente, sus ojos negros reflejaban una luz brillante, -Bienvenida a casa.-

Los labios de Clara sonrieron aún más, incluso había lágrimas en sus ojos, -Sí, estoy en casa.-

Antonio pensó por un momento, luego tomó su mano directamente para dirigirse hacia el piso de arriba y entrar en su habitación.

Un segundo después de que cerró la puerta, empujó a Clara para que se quedara apoyada en la puerta. Ella levantó la cabeza con sus ojos llenos de sorpresa.

Solo le vio curvar los labios para decir en voz baja, -Quiero besarte.-

Enseguida, sus cálidos labios cubrieron sus labios.

Cuando sus labios se tocaron, Clara se quedó asombrada por un instante, pero lentamente cerró los ojos y levantó la mano para envolver su cuello, sintiendo la temperatura de su aliento.

Sus labios frotaban y rozaban los de ella, con la mayor delicadeza. Luego atravesó la barrera de sus dientes e invadió cada uno de los rincones de su boca.

Las manos que envolvían alrededor de su cuello se apretaron inconscientemente, Clara tembló levemente en sus brazos, y cuando pensó que estaba a punto de asfixiarse, él abandonó sus labios de mala gana.

Al mirar los labios rojos que dejó tan bellamente con el beso, sintió que no podía contener su deseo, así que no pudo evitar acariciarle los labios y darle otro beso.

Clara abrió los ojos y se encontró con sus ojos negros profundos, vio la confusión profunda que mostraba su mirada, entonces se asustó por un segundo e inconscientemente bajó su vista, sin atreverse a mirarlo.

Él agachó la cabeza para apoyarse en su frente, su voz ronca sonó al lado de sus orejas, -Clara, bienvenida a casa, ¿te gusta este regalo?-

¿El beso era el regalo?

Clara levantó los párpados para encontrarse con sus ojos negros de nuevo, curvando las comisuras de sus labios dijo, -¿Qué pasa si digo que no me gusta?-

-¿No te gusta?- Sus cejas bonitas se arquearon levemente, y Antonio sonrió significativamente, -Clara, si quieres que te bese, solo dilo, no hace falta que des rodeos.-

-¿Eh?- Clara se desconcertó, enseguida reaccionó a lo que él quería decir, pero no pudo evitar reírse, -Señor Antonio, le has echado mucha imaginación, realmente no me gusta, quien podría...- Dar un regalo de esa forma.

No le dio tiempo a terminar las palabras porque fueron detenidas por él.

Esa vez el beso ya no era gentil, sino con una sensación de invasión a lo salvaje.

Después del beso, Clara sólo pudo agarrarle el pecho y jadear ligeramente. Si él no la hubiera sujetado por la cintura, ella estaría inerte en el suelo.

Por su lado, Antonio sonrió como un gato saciado, acariciando su suave cabello con una palma.

En la habitación, el ambiente era tranquilo y dulce.

Un buen rato después, alguien llamó a la puerta.

-Señor, señora, la señorita Lydia y la señorita Alejandra están aquí.-

Era la voz de Albina.

-Vale, enseguida salimos.-

Antonio respondió con calma, luego bajó la cabeza, -Bajemos.-

Clara levantó su rostro sonrojado y gimió, -Déjame calmarme un rato más, o si no, Lydia y Alejandra se reirían de mí más tarde.-

Antonio sonrió, pero no dijo nada, solo la abrazó en silencio.

Cuando Clara se calmó y bajó las escaleras, Lydia ya estaba esperando con impaciencia.

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