El Amor De Antonio romance Capítulo 242

Cecilia fue expulsada de la villa de la Familia Pastor.

Teresa era realmente despiadada y directamente hizo que la gente tirara todas las cosas de Cecilia mientras la expulsó.

-Cecilia, a partir de ahora no tienes nada que hacer con la Familia Pastor y Francisco. Aléjate todo lo que puedas.-

Acompañada por la fría voz de Teresa, la puerta automática de bronce de la villa se cerró lentamente.

Cecilia, quien había caído al suelo, giró la cabeza y miró la larga figura de la puerta con decepción en los ojos.

Desde el principio, no dijo ni una palabra para ella. Cuando Teresa la expulsó, él solo miró todo fríamente, incluso si ella gritó, -Francisco, no quiero separarme contigo, te amo.- él todavía se mostró indiferente.

Resultaba que un hombre que estaba desesperado era tan aterrador.

Se rio en voz alta para sí misma con las lágrimas fluyendo como perlas rotas.

En un día, la vida suya se había dado un vuelco.

Había pensado que heredaría el Grupo González como deseaba, que se casaría en la Familia Pastor y se convertiría en la esposa de Francisco.

Debería despertarse de su sueño breve.

¡Ella odiaba!

¡Odiaba a Teresa!

¡Odiaba a Francisco!

¡Odiaba a todos los que le habían hecho daño!

¡Pero lo que más odiaba a Clara!

Si no fuera por Clara, no habría acabado en esta situación.

¡Todo era culpa de Clara!

Sus lágrimas se cesaron de repente. Ella apretó las manos con fiereza con los ojos agitados por un intenso odio.

Ella rechinó los dientes y pensó, -¡Clara, no te tratara bien!-

-Debes saber que Cecilia es tu hija, ¿acaso quieres que ella tenga una vida incómoda?-

-¿Es mi hija? Ofelia, en el pasado quise echar un vistazo a Cecilia, ¿me dejaste hacerlo? También me dejas olvidar que ella es mi hija. ¿Qué? Ahora ha pasado algo y te recuerdas de mí?-

-Lautaro, ¿crees que quiero encontrarte? Si no fuera por Cecilia, no querría volver a verte en mi vida.-

El rostro de Ofelia era gélido con los ojos que miraban con frialdad al hombre sentado en las sombras.

El hombre se levantó con paso de flecha y se le acercó, levantando la mano para apretarle la barbilla y por la luz que entraba por la ventana, la cicatriz del rostro del hombre desde el pico de la ceja hasta la mandíbula era claramente visible.

¡Fue impactante para los ojos!

El cuerpo de Ofelia no pudo evitar empezar a temblar. Este hombre era mucho más aterrador de lo que había imaginado.

-Ofelia, puedo hacer que no me vuelvas a ver en esta vida.- dijo el hombre con una frialdad sanguinaria en los ojos

La mano que le ahuecaba la barbilla bajó, ahogándole directamente el cuello con sus dedos fuertes.

Ofelia se sintió al instante incapaz de respirar y luchó con los ojos muy abiertos por el horror.

Sus manos se aferraron a las de él, que se asfixiaban y se esforzó por apartarlas, pero su fuerza era tan débil que no pudo sacudirse ni un céntimo.

Justo cuando pensaba que iba a morir, el hombre le soltó el agarre y ella cayó al suelo en un instante.

Ofelia se tapó el pecho con violenta tos.

-La ayudaré con lo de Cecilia, en cuanto a ti, no quiero volver a verte. ¡Largo de aquí!-

En cuanto la fría y severa voz del hombre se apagó, a Ofelia no le importó su respiración irregular y se levantó sobre las manos y las rodillas antes de tropezar y salir corriendo.

-Señor Lautaro, ¿realmente quieres ayudarla?- apareció una persona que había ocultado en la oscuridad.

El hombre le echó un vistazo y le dijo en tono frío, -Hay cosas que no te corresponde preguntar.-

Esa persona se conmocionó y rápidamente bajó la cabeza, -Habló demasiado, por favor no me culpe.-

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