El Amor De Antonio romance Capítulo 244

Tardaron más de dos horas en terminar la cena. Cuando salieron del hotel ya eran más de las diez de la noche.

La noche de otoño era fría como el agua.

Clara se estremeció de repente. Hacía frío y soplaba el viento.

De repente. Una cálida chaqueta se echó sobre sus hombros. Entonces llegó la voz baja pero preocupada de Antonio.

-Póntela, preocúpate por no resfriarte.-

Clara levantó la vista y le sonrió. Luego se puso bien la chaqueta.

Sí, hace mucho más cálido.

-Antonio, no sabía que fueras tan considerado. -

La voz bromista de Lydia llegó desde su lado, y Clara giró la cabeza para mirarla. Había un brillo irónico y travieso en sus ojos. -Lydia, tú también tienes frío, ¿verdad? Le pediré a Aquiles que se quite la chaqueta y te la ponga a ti. -

Su sonrisa se congeló en un segundo. Mierda. Sólo estaba bromeando con Antonio y Clara se apresuró a proteger a su marido. Utilizó a Aquiles para reírse de ella. ¡Cómo pudo hacer eso!

Al ver su expresión avergonzada, Alejandra se tapó la boca y se rió. Sus ojos brillaban como estrellas, muy fascinantes.

Guillén estaba en trance. Quería acercarse y tocarle la cara.

-Antonio y yo nos vamos directamente a casa. No os despediré. -

Volvió a sus sentidos cuando la voz de Clara volvió a sonar.

Se encontró levantando la mano cuando volviendo a sus sentidos. Sonrió con amargura y soltó la mano de mala gana.

Cuando llegaron al hotel, Alejandra y Lydia cogieron el coche de Antonio. Guillén y Aquiles conducían sus propios coches.

Lydia seguía enfadada con Aquiles. Por no hablar de Alejandra y Guillen.

Entonces...

Clara se quedó en silencio un momento, y luego hizo un arreglo adecuado. -Aquiles deja a Alejandra, Guillen deja a Lydia. Decidido. -

Aquiles miró a los demás y se encogió de hombros. -¡Me parece bien!-

Sabía el significado del acuerdo de su cuñada. Pero estaba bien que él también se llevara a Lydia.

A él le parecía bien, ¡a otra persona no!

-¡Yo me llevo a Alejandra de vuelta! -Guillén se acercó y tomó la mano de Alejandra. Sin esperar a que reaccionaran, caminó hacia su coche.

-Guillen, ¿qué estás haciendo? -Alejandra se vio arrastrada y trató por todos los medios de deshacerse de su mano. Pero él era tan fuerte. Tan fuerte que no pudo liberarse.

Clara y Lydia fueron tras él.

Lydia agarró directamente la mano de Guillén. Preguntó seriamente -Guillen, ¿qué estás haciendo?-

-Llevarla a su casa. - Guillen respondió con indiferencia.

-¡Guillen, suéltala! - Clara le miró con severidad.

-Cuñada. Yo... -

Guillén iba a decir algo más, pero Clara le cortó. -Guillen, aléjate de Alejandra.-

Aquiles, que se acercaba, percibió el extraño ambiente que había entre ellos. Sin conocer la situación, preguntó -¿Qué os pasa? Por qué todos parecen tan serios? -

-¡Aquiles! - Gritó Antonio en voz baja. Luego le lanzó una mirada de advertencia para decirle que se callara.

Aquiles fue muy comprensivo y mantuvo la boca cerrada. Los ojos inseguros se movían de un lado a otro entre ellos.

Guillén miró a su cuñada que ya mostraba su disgusto. Los finos labios se fruncieron con fuerza en una línea recta. La fuerza sobre la mano de Alejandra se aflojó lentamente.

Alejandra aprovechó para retirar la mano cuando sintió que la presión sobre ella desaparecía.

La mano estaba vacía y su corazón se hundió. Se sentía vacío.

Los dedos se curvaron lentamente y se cerraron en un puño. Miró a Alejandra, que había sido arrastrada detrás de Lydia, y sus ojos oscuros se llenaron de pérdida.

La garganta de Alejandra parecía estar obstruida por algo. Bajó los ojos para evitar su mirada. Los dedos a su lado temblaban ligeramente.

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