El Amor De Antonio romance Capítulo 272

A pedido de Lydia, Aquiles condujo el automóvil hasta el estacionamiento subterráneo de un centro comercial en el centro de la ciudad.

Mientras estaba en el auto, él le preguntó qué quería comer y ella dijo dos palabras, -¡Olla caliente!

Entonces, vinieron a este centro comercial porque según la señorita Lydia se encontraba un auténtico y delicioso restaurante de ollas calientes.

Después de bajarse del auto, fueron directamente al cuarto piso del centro comercial y entró en un restaurante de ollas calientes que parecía haber estado en el negocio durante muchos años..

El camarero entusiasmado los saludó inmediatamente, -Bienvenidos, ¿son dos personas ustedes?

-Sí.- Lydia miró al restaurante donde había poca gente, y luego dijo, -Queremos sentarnos en la esquina.-

-Muy bien, por favor vengan conmigo ustedes.-

El camarero los llevó a la posición de la esquina, -Por favor, siéntense. Voy a llevar el menú.-

Aquiles miró al camarero que ya se alejaba y luego se sentó.

-¿Has venido aquí a menudo antes?-

Su mirada se posó en el hermoso y pequeño rostro de Lydia mientras que levantó las cejas y preguntó.

-Antes venía aquí muy a menudo con Clara.- Lydia se volvió para mirar la decoración del restaurante de ollas calientes que no había cambiado durante muchos años, y lo extrañó mucho.

Extrañaba los días en los que era inocente y sin preocupaciones, y venía aquí para comer con sus mejores amigas cada vez que tenía tiempo. Era tan feliz.

Luego, sonrió y le dijo a Aquiles, -Puedes probar las comidas del restaurante. La olla caliente aquí se ganó el elogio unánime de Clara, Alejandra y yo.-

Aquilea sonrió, -Entonces quiero probarlo mucho.-

El camarero se acercó y les entregó el menú, -Ustedes pueden revisar el menú y marcar lo que quieren comer. Llámenme cuando todo está listo.-

Después de hablar, se alejó de nuevo.

-¿Comes comida picante?- preguntó Lydia sin levantar su cabeza mientras navegaba por el menú.

-No está mal.- de hecho, al ver la olla al rojo vivo en el menú, Aquiles sintió un poco de dolor en el estómago.

Lydia levantó los ojos y lo miró, -Si no puedes comer, no comemos.-

Aquiles arqueó las cejas levemente. ¿Ella lo despreció?

Realmente no pudo comer comida picante, pero ¿cómo podía perder la dignidad?

Entonces, tosió suavemente y dijo con calma, -No te preocupes, puedes comer tanto picante como quieras. Me quedaré contigo.-

Lydia frunció el ceño y lo miró con sospecha como si no creyera lo que decía.

Pero no le impidió su sugerencia.

Al final, eligió el sabor más picante entre los ingredientes del fondo de la olla caliente.

Aquiles estaba estupefacto.

Miró estúpidamente la olla humeante sobre la mesa, llena de aceite de chile rojo, y la punta de su nariz estaba llena de aroma picante.

No pudo evitar estornudar ante el sabor picante.

Lydia levantó los párpados y su mirada cayó sobre él.

Vio que Aquiles frunció el ceño y se frotó la nariz parecía muy incómodo.

Parecía que no podía soportar este sabor picante.

Le debía enseñar una lección que uno no fingiera algo que no puede hacer.

-Señorita Lydia, ¿qué tan picantes son las comidas que has pedido?-Preguntó Aquiles.

Lydia parpadeó, con una mirada inocente, -Dijiste que puedo pedir tanto picante como yo quiera, así que elegí ¨muy picante¨.-

Aquiles miró fijamente la deslumbrante olla al rojo vivo y tragó saliva.

A esto se le llamaba salvar la dignidad a través de sufrimiento.

Debido a que la olla caliente estaba demasiado picante, Aquiles casi no comía. Después de comer un poco de comida, estaba tan caliente y sudoroso que tuvo que relajarse unos momentos antes de atreverse a seguir comiendo.

Al contrario, Lydia, desde el momento en que recogió los palillos hasta ahora, no se ha detenido comer.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Amor De Antonio