El Amor De Antonio romance Capítulo 409

Antonio no le contó la verdad, se suponía que no quiso que se preocupara, ¿pero de verdad él no pudo hacer nada?

Aquiles fijó en Lydia que estaba durmiendo y tomó una decisión.

Tendió la mano y acarició su cara murmurando, -Lydia, salvaré a tu padre.-

En este momento, se veía una luz firme en sus ojos.

Esta vez, él no quiso esconder detrás de Antonio.

Al día siguiente, Lydia se despertó de un dolor de cabeza, abrió los ojos secos, lo que apareció fue el techo familiar.

Ella frunció las cejas, ¿aquí no era la alcoba de Aquiles?

Pensando en esto, ella se levantó de repente, el dolor casi le hizo llorar.

Ella gritó y frotó la frente para aliviar el dolor.

Cuando se alivió un poco, ella levantó la frazada y salió de la habitación despacio.

Era muy tranquilo, como si no hubiera nadie.

Lydia vino a la puerta de una habitación, levantó la mano para llamar la puerta, pero no lo hizo, sino abrió la puerta y entró directamente.

La cortina gruesa tapaba la luz exterior, la habitación era muy oscura, aunque era así, ella pudo ver claramente que no había nadie en la cama.

Ella frunció las cejas, él no estaba en la habitación, ¿pues dónde estaba?

Dio una vuelta y salió de la habitación soportando el dolor, buscaba a Aquiles por toda la casa.

Sala, no había.

Balcón, no había.

Cocina, no había.

Baño, tampoco.

No pudo encontrar a Aquiles por todas partes, ella pensó que fur posible que hubiera salido a comprar el desayuno como la última vez.

Entonces, fue a la sala y se sentó en el sofá, lo esperaba sobando la cabeza doliente.

El tiempo pasó poco a poco, después de una media ahora, no volvió Aquiles.

En este momento, ella se dio cuenta de que no fue tan fácil de lo que pensaba, se levantó y corrió hacia la alcoba, cogió el móvil y llamó a Aquiles.

El timbre sonó un buen rato, cuando nadie cogió el teléfono y ella estaba a punto de colgar, estaba conectado.

-Lydia.-

Sonó la voz ronca de Aquiles, ella estaba tan preocupada que se le mojaron los ojos, quejó con disgusto, -¿Dónde estás? ¿Por qué no estás en casa?-

En el otro extremo, se quedó en silencio un buen rato, tardó mucho en decir, -Vuelvo a la familia Díaz, tengo cosas que hacer.-

Lydia se quedó aturdida, -¿Qué pasa? ¿Por qué vuelves?-

-Asunto privado.-

Su respuesta fue fácil, pero al mismo tiempo le estaba diciendo que no quiso decirle de qué se trataba.

Ella supuso que había pasado algo en la familia Díaz, por eso no siguió preguntando, solo preguntó, -¿Cuándo vuelves?-

-Esta tarde como muy pronto, como mucho depende.-

El coche paró en el aparcamiento del chalé de la familia Díaz, Aquiles abrió la puerta y bajó del coche, vio ese chalé con sentimientos encontrados.

Cada vez volvió aquí, tuvo la sensación de como que había pasado un siglo.

Dejó muchos felices recuerdos infantiles en este chalé, entre los cuales existieron los infelices, pero los infelices fueron más que los felices.

Desde que su madre se mudó de aquí, él y Antonio también dejaron aquí, porque creyeron que aquí no era el hogar en la memoria.

Pensando en esto, esbozó una sonrisa amarga, no solo no era el hogar en la memoria, incluso el dueño de este chalé, su padre, también había cambiado mucho.

Entró en el chalé, los criados le llamaron con reverencia "Señorito Aquiles", lo que le perecía ridículo.

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