El Chico Dhall © romance Capítulo 13

Capítulo doce

—Cuéntame cómo fue que te diste cuenta que eras la mate de mi hermano el cabezón —mira la carretera atentamente mientras habla conmigo.

Aferro las manos al cinturón del pequeño escarabajo moderno de color amarillo —fue el día de su despedida, cuando él estaba ahí dentro hablando con la rubia —hago comillas y ruedo mis ojos recordando su excesivo busto operado —alias, la pechugona.

Suelta una carcajada y baja una mano del volante para señalarme — ¿Pechugona? ¿Hablas de la secretaria de Elián?

—Esa misma —afirmo —ese día descubrí que él era mi mate, pero por razones externas decidí irme ocultando mi olor, desde entonces cada vez que estoy cerca guardo mi aroma para que él no se de cuenta de que soy su otra mitad.

—¿Por qué no quieres decirle nada? —sus manos están en total coordinación con el volante —quiero que me hables de esas razones externas.

Gira a verme y mira la carretera, su cuerpo aguarda en reposo para saber lo que tengo que decir y yo solo me limito a jugar con mis zapatos mientas pienso en las razones que darle para que no suene mal para ella.

Después de todo es su hermano, mayor, pero su hermano.

No le puedes ocultar nada a ella, va a hacer brujería con nuestra mente y saber nuestros secretos más oscuros.*

¿De qué secretos hablas, Fally?

De tus búsquedas sucias en Google, ¿A quién en la vida se le ocurriría buscar a Harry Styles sin camisa? Solo a ti, ¡mensa!*

Mis mejillas se prenden de un rojo y trago grueso viéndola de reojo, mis manos empiezan a jugar con la mochila en mis piernas y tenso mis hombros.

¡Fally! Buscar a Harry es muy normal en adolescentes de mi edad.

Sí, sí. Lo que tu digas niña inocente que no mata ni una mosca.*

Aclaro mi garganta —La verdad es que —suspiro —no me gusta tu hermano ni un poquito.

Alza sus cejas sorprendida —Es la primera vez que escucho de una chica que no le gusta Elián —muerde sus labios —tal vez por eso eres su mate.

Achico mis ojos —¿Me estás diciendo que yo sólita me condene a esto?

Se encoje de hombros —Puede ser, —entra en los estacionamientos del famoso Dhall Holding y se estaciona —tanto mi madre como mi abuela al principio odiaban a sus mates—gira hacia mí —si quieres un día podemos ir a la casa a que escuches sus horas de historia sobre cómo se enamoraron.

Niego rápidamente —No, gracias. El ir significa que ellas conozcan lo que soy y ahorita mismo siento que muchas personas ya saben mi secreto.

—Si tu dices —desbloquea las puertas y salgo imitando su acción —pero la invitación a nuestra casa aun sigue vigente, solo tienes que tocar y decir que eres una amiga mía.

—¿Solo eso? —meto un mechón de mi largo cabello detrás de la oreja.

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