El Chico Dhall © romance Capítulo 14

Capítulo trece

Madre santísima de los santos celestiales de los santos celestialisimos.

Su gran cuerpo entra dentro del cubículo y poco a poco avanza hasta quedar a centímetros de mí, lentamente escucho como las puertas se cierran y nuestros brazos se rozan al Elián girarse a un costado —Hola, —le respondo y observo su reflejo en el espejo a mi lado de como lleva el ascensor al último piso.

Hoy carga un suéter polo blanco que resalta sus brazos y un jean negro que se le ajusta perfectamente a su cadera. Su cabello está peinado delicadamente hacia atrás y no sé por qué, pero siento que le da un toque encantador a las facciones de su cara.

Eso Jexi, me alegra que al fin notes lo guapo que es nuestro mate. Orgullosa de ti, mi reina.*

Más que verlo guapo creo que es porque últimamente no hay muchas noticias de él y sus andanzas... A veces me pregunto con qué fin esas chicas van a hacer el ridículo a una casa totalmente ajena, no logro entenderlo.

Saca el móvil del interior de su pantalón y mis ojos instintivamente se van a la pantalla, recuerdo la vez que borre la mayoría de contactos y aplastó mis labios al mismo tiempo que doy un gran suspiro para evitar reírme.

El típico pitido antes de que las puertas se abran suena y en un movimiento rápido él presiona el botón para detener por completo el elevador, voltea hacia mí y juega con su iPhone en la mano —¿Qué es tan gracioso? —pregunta con sus ojos sobre mí e inmediatamente entro en pánico.

¡ALERTA EMERGENCIA!*

Fally, dime que ocultas te nuestro olor.

¿Por qué tipo de loba mediocre me tomas? Bájate de esas nubes mi amor que yo soy más eficiente que tú.*

¿Entonces qué es esto?

¡Yo que sé! No soy adivina, no es como que si frotaras una lámpara mágica y saliera yo bailando la danza de vientre mientras te digo lo que has hecho para estar en esta situación.*

Retrocedo hasta pegarme a las barras de seguridad y él decide soltar una de sus típicas sonrisas —Hasta nerviosa estás porque sabes lo que hiciste —se acerca.

—Y... Y... —tartamudeo. —¿Qué hice? Yo no he matado a nadie, lo juro —me apresuró a decir y Elián solo se limita a sonreír negando.

Remoja sus labios —¿quién ha dicho algo de matar a alguien? —baja la mirada al móvil en sus manos y observa las mías aferradas con fuerza sobre la barra, da un paso más hasta quedar a escasos centímetros y mi corazón se descontrola totalmente, su colonia se mezcla con el agradable aroma que emana de él para mí y escondo mis explosivos cachetes detrás de mí larga cabellera.

¿Será que lo descubrió?

¿Será que me descubrió?

Realmente no lo sé y tengo miedo de lo que aquí pueda pasar.

Tú tranquila, mamá lo tiene todo controlado.*

Fally no te entiendo. ¿Lo odias o lo amas? ¿Pará cuándo nos ponemos de acuerdo?

Solo me toca decir que esperes ese día con una buena limonada en la mano, cara patata.*

Salgo de mi mente y doy un pequeño brinco cuando siento su mano cálida viajar de mis hombros por mis brazos hasta mi mano, poco a poco suelta mis dedos de la barra y con delicadeza toma mi barbilla para hacerme mirarlo al mismo tiempo que sube mi mano a la altura de su pecho, por mi espalda pasa una corriente que no había sentido nunca al ver esos ojos azules divertidos —¿Puedes darme espacio por favor? —susurro con el nudo que se forma en mi garganta al verlo tan cerca —me estás dando miedo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Chico Dhall ©