El Chico Dhall © romance Capítulo 29

Capítulo veintiocho

Despierto al sentir el vivo alcohol hacer contacto con mi nariz y me pongo de pie rápidamente al sentir la quemazón en esta.

¡Quema!

Mis ojos rápidamente lo ven a él sentado al lado de las escaleras sujetando su brazo derecho, doy un paso en su dirección para intentar ver mejor sus heridas, pero me detengo al ver a la chica llegar a su lado de forma eufórica, —Elián, debes tener más cuidado, mira como estás —sus manos tocan desde su pecho hasta la finalización de sus hombros y esa calor característica de enfado que se cruza por mi espalda siempre aparece.

Él levanta su rostro y esos ojos azules me escanean de arriba a abajo viendo algún mal golpe que pueda tener, regresa su vista a mis ojos y trago grueso.

Necesito salir de aquí.

No por el hecho de que me quiera ir porque no lo quiero ver, sino porque sé que si no lo hago, aparte de que me voy a quedar todo lo que él diga por decir que fue culpa mía que cayera, sé que Fally tomará posesión de mi cuerpo para tratar de estrangular a la tipa esa y sinceramente no quiero hacer un espectáculo.

La señora Sara, el señor Wade, la luna Irina y el Alpha Amir ven la situación de una forma curiosa y se miran entre sí para dejar la vista en mí, me volteo hacia ellos y adoptó una pose de respeto —Alphas, Lunas —habló —disculpen este inconveniente, no volverá a suceder, yo no soy la clase de personas que creen que soy —señaló la puerta —me voy y gracias por cuidar de mí —corro hasta las puertas y salgo cerrando detrás de mí —dejó salir un gran suspiro y relajo mis hombros.

Que ambiente más tenso ahí dentro.

Veo un casco venir en mi dirección y lo atrapó en el aire, la moto de Neftali suena al llegar y siento mi corazón latir fuerte.

Sácame de aquí.

—Sube, nos vamos.

Doy el primer paso fuera de la mansión y la puerta se abre otra vez, una mano me jala hasta estrellarme con su pecho y alzó mi cabeza viendo como sus ojos observan atentamente a Neftali sin una pizca de humor, estos cambian a verdes y esa voz fuerte de Alpha resuena por todo el lugar haciendo que me encoja en mi lugar.

—La vuelves a tocar y te juro que esta vez te mando a la morgue, no me importa recibir todos los castigos que tenga que recibir por matar a uno de los míos, pero a ella no la tocas —me quita el casco de la mano y se lo lanza de regreso — ella es mía —y sin más me mete dentro con él estrellando la puerta con fuerza.

Aprieta sus manos una y otra vez y sus ojos se mantienen cerrados en todo momento tratando de calmar lo enojado que está, a mis mejillas sube un calor inmenso al ver a los espectadores aún en sus lugares sin moverse y me hago una bolita poco a poco.

Son muchas emociones en un día y siento que voy a explotar.

Cara guanábana, intenta calmarlo porque un Alpha enojado nunca es bueno.*

¿Y cómo lo calmo?

¡PUES NO SÉ! Hazle un té, dale un masaje, háblale o directamente bésalo y déjale en claro a la foca azul sin diente que tu eres su mate.*

Aplasto los labios con nerviosismo y me dispongo a ir hasta donde está él de espaldas, con cuidado subo mi mano hasta su cabello y Elián gira a verme por encima de su hombro —Tranquilízate, por favor —bajo la mano hasta tomar la suya con cuidado y mi corazón da un brinco con el simple hecho de que él sostenga firmemente la mía. Llevo la mirada a su otro brazo y examino la gravedad de la herida que hay en este, —¿duele? —lo toco por encima y niega viendo esta vez mis ojos al girarse.

Una carcajada llena la sala de estar y volteo a ver Kayla quién ni había notado que también estaba viendo nuestro show —Quién diría que serias tan manso con tu mate —agarra su estómago con fuerza al seguir riendo —no puedo, de verdad, entre tú y Yannick me hacen los días más divertidos.

Elián sonríe malicioso —Quien diría que tu también tienes un secreto que nadie sabe, hermanita, ¿quieres que lo cuente aquí en frente de todos solo por molestarme?

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