El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 474

Ella volvió a este lugar.

La opinión pública fue como una bestia y no la dejó en paz ni un momento.

Aunque Senda y Emiliano actuaron juntos para controlar la opinión pública.

Los chismes, sin embargo, se quedaban allí.

Como lo que ella esperaba, no hubo ninguna desviación.

Pero, ¿y qué?

Tenía una familia que la quería, un marido que la adoraba y como lo que había dicho el abuelo, mientras la familia estuviera unida, ¿qué había que temer?

Mauren estaba de pie frente a el ventanal, mirando el brillante sol.

El patio estaba lleno de sus familiares.

El abuelo estaba muy bien hoy, desde que ella volvió, su salud mejoraba cada día.

Antes había estado lo suficientemente enfermo como para estar en una silla de ruedas, pero ahora, podía andar en el patio.

-Este farol de flores no está en una buena posición, Juan, ¿qué te pasa? Date prisa y hazlo bien, ¡no es nada simétrico!-

-La asimetría está de moda ahora, ¿no lo sabes?- Juan le contestó, -Viejo, eres demasiado viejo para entender la moda.-

-Como si fueras muy joven.-

-Diez años más joven que tú, entonces también estoy muy joven.-

-Papá, hoy es el gran día, no digas palabrotas.- Claudia López lo detuvo en el momento justo.

Solo entonces reaccionó el anciano, que inmediatamente se palmeó la boca y se apresuró a disculparse, -Sí, sí, todo es mi culpa. Juan, apúrate y hazlo bien.-

-Entendido. No necesitas decir tantas veces.-

-¡Cuidado con lo que dices!-

-Señora dijo que cuidaras de tus palabras.-

-Tú...-

-Papá, es un gran día, no puedes enfadarte.- La voz de Claudia sonó de nuevo.

El anciano se apresuró a mostrar una sonrisa amable, -Sí, sí, no estoy enfadado, ¿cómo podría estarlo? Mira, ¡qué bien me veo cuando sonrío!-

-Bisabuelo, monstruo.-

Dulce se bajó de los brazos de Emiliano y corrió hacia el anciano con sus cortas piernas.

Hugo tenía miedo de que ella cayera y la siguió también.

El anciano se entristeció al instante, -Soy tan agradable, ¿y cómo puedo ser un monstruo?-

-Monstruo, monstruo.- Dulce cambió de dirección a mitad de camino y sorprendentemente corrió directamente hacia Juan.

-Es malo, Dulce, no te dejes engañar por él, yo soy muy bueno.- El anciano le persiguió.

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