El empresario del corazon roto romance Capítulo 24

Llego a mi oficina y el olor al desayuno de Isa llega a mi «¿Será pan? » Pienso de inmediato mientras me instalo en mi escritorio. De pronto veo sobre el teclado el periódico del día de hoy.

―¡Vivianne! ― Le llamo y ella entra de inmediato― ¿Qué es esto?

―Vaya a la página principal de sociales.― Comenta con un hilo de voz.

Tomo el periódico y veo que dice en la primera plana "El Empresario del corazón roto, parece que ha vuelto a amar",acompañado de fotos de Isabel y yo en París.

―¿Qué significa esto?― Pregunto un poco molesto.

―No sé señor, nos llegó a la empresa hoy por la mañana, parece ser que alguien los vio en su viaje de fin de semana.

―Nadie sabía que me iría a Paris... ¿cómo lo supieron?

―Señor, no es que sea una persona tan desconocida ¿sabe? Además, hace mucho que no salía así por placer y llamó la atención.― Comenta Vivianne.

Leo el nombre de quien escribió la nota y dejo el periódico. Es ella de nuevo, no entiendo muy bien porqué lo hace pero desde hace tiempo siempre quiere obtener noticias sobre mí y ahora no sólo saca las fotografías si no que me echa en cara la frase que le dije tiempo atrás cuando me preguntó después de la muerte de Nadine si volvería amar y le dije que no... "que no quería volver a amar" y aún es válido, porque me gusta Isabel pero aún no estoy enamorado de ella... creo.

―Señor.― Me dice Vivianne― ¿Puedo decirle algo?

―Dime.

―No sé cuál es su relación con la señorita de las fotos, pero no debería sentirse mal o tratar de taparlo, es de sabios cambiar de opinión y si le soy honesta, creo que ahora se ve mucho mejor que antes.

Viviane habla con honestidad y ella no puede equivocarse ya que ella no solo ha sido mi asistente por mucho tiempo, sino que ella fue la que manejó la tragedia de Nadine y estuvo al cargo de todo mientras yo regresaba a la empresa.

―Sólo quiero que averigües de donde salieron las fotos ¿quieres? Yo lidiaré con lo demás.

―No sera grave, lo sé.

―Espero, puedes retirarte.

―Sí señor.

―Por cierto..― Interrumpo evitando que Vivianne salga.― Saldré de viaje del 20 de diciembre al 3 de enero, así que te pido que adelantes todos los pendientes para que pueda revisarlos antes de esa fecha.

―Sí señor.

―También te tomarás tú esos días.

―¿Disculpe? ― Pregunta Vivianne sorprendida.

―Sí, te tomarás esos días porque yo no trabajaré así que supongo que no creo que tenga sentido que estés aquí ¿o sí? ― Le comento.

Ella sonríe, está feliz y tiene porqué, ya que los últimos cuatro años ella ha tenido las mismas vacaciones que yo es decir, solo los días de Navidad y de Año Nuevo, y ahora tendrá dos semanas.

―Obviamente te daré tu bono y las vacaciones pegadas.

―Gracias señor, gracias.― Expresa y luego sale de la oficina.

Prendo el ordenador y la foto de Nadine y mis hijos aparecen.― Hola mis amores, hoy es un día frío, ayer nevó todo el día y hoy la nieve se derrite.― Les platico.― Hay un poco de sol pero no es lo suficiente, así que visto el abrigo azul marino que me regalaste ¿recuerdas Nadine? En fin, los quiero.― Y toco mis labios para después tocar la pantalla y darles ese beso. Acto seguido, abro el desayuno que me envío Isabel y sonrió.

Inmediatamente viene a mí todos esos aromas, sonidos y pensamientos que me llevaban a ella, el enervarte olor a lavanda de ayer, lo dulce de sus labios y el "shushushushu" de la crema batida . Esta vez es un omellete de champiñones con un poco de crema arriba, un croissant de los que compramos en parís y para mi sorpresa me ha enviado chocolate caliente. Leo la nota que aunque siempre dice lo mismo me gusta léelo con su voz sin embargo, hoy hay algo diferente, no es la letra de Isabel.

"Crema batida en el mini bar de tu oficina"

«¿Isabel estuvo aquí? »Pienso.

Me levanto de inmediato y voy hacia el mini bar dónde guardo agua y bebidas de soda que a veces me sirven como sustitución de comida, o me servían porque hace mucho que no me escapo de una las comidas diarias. Saco el pequeño refractario y a mi mente viene el "shushushushu", ese encantamiento que me ha enseñado para cocinar.

―¿Vivianne? ― Le hablo y ella entra de inmediato.

―Dígame señor.

―¿Quién vino a dejar el desayuno hoy?

―El mismo repartidor, pero, me puso en el teléfono a la chef pidiéndome que guardara la crema en un lugar frío y me pidió que le escribiera esa nota.

Sonrío. Abro la crema batida y la prueba con el dedo, el beso de Isabel regresa a mi de inmediato. No cabe duda que con ella cada sabor y ahora me trae memorias.

―Vivianne... ¿tengo algo que hacer hoy?

―No señor, en realidad su agenda no está del todo llena, solo mañana tiene una junta con sus mesa directiva, la última del año y usted ya adelantó todo lo que se va a presentar.

―Perfecto.―Me pongo de pie.― Veré las cifras y revisaré mi correo electrónico para después tomarme el resto del día. Debo prepararme para el viaje. ― Miento porque en realidad haré otra cosa.

―Sí señor, claro.

Regreso a mi escritorio, sirvo la crema arriba del chocolate y luego le doy un sorbo.

"Sabe a gloria"

Me viene la voz de Isa a la mente, y después comienzo a comer el resto del desayuno.

***

Son las once de la mañana cuando me estaciono delante de los edificios de Isabel y me bajo del auto para ir hacia allá. Por el día de hoy le pedí a mi chofer que no me llevara y yo tomé mi auto personal para ir por ella y pasar el día juntos. Sí, ahora soy un poco más espontáneo, y salgo de mi rutina, espero no caer en pánico.

Llego a su puerta y ella sale de inmediato con varias bolsas de tela en las manos―¡Quentin! ― me dice feliz mientras cierra la reja.

―Hola Isa.

―Hola ¿qué haces aquí? ¡No! ¿Viniste a poner una queja sobre mi comida?

―No, para nada.― Le respondo.― Vine a ver si querías ir a pasear conmigo.

Ella acaricia mi rostro con la mano y yo la tomo para besarla.― Lo siento Quentin, pero hoy debo ir al mercado a comprar todos los víveres para los últimos menús antes de irme de vacaciones. Debo dejar todo listo para que no haya problema.

Mientras me dice esto me sonríe viéndome a los ojos. Me quedo pensando y de pronto hablo―¿Puedo ir contigo?

―¿Cómo?

―Sí, si no te molesta puedo ir contigo, te llevaré en el auto y regresaremos más temprano que si te fueras en metro ¿no crees?

Isa me regala esa sonrisa sincera que siempre me cala hondo, asiente con la cabeza.― Vale, pero puede ser un poco aburrido.

―Nada es aburrido contigo. Venga, te llevo.

La tomo de la mano, una costumbre que me está gustando mucho y caminamos hacia el auto que espera afuera.

―¿Sin chofer? ― Pregunta.

―No, esta vez manejo yo o ¿qué? ¿pensabas que no sabía manejar?

―No creo que un convertible sea un auto para compras del mercado.

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