El empresario del corazon roto romance Capítulo 25

― ¿Qué es lo que soy en tu vida Quentin Valois? ― Me preguntó Isabel mientras me veía a los ojos y trataba de averiguar en ellos lo que él estaba pesando.― No lo hago por presionar.― Continuó.― Lo hago porque nuestros mundos son muy diferentes Quentin. Tú tomas un avión y mañana estás escuchado Ópera en el MET, pero yo, sólo soy una mujer que se gana la vida cocinando y se divierte yendo al mercado de la boquera. Hoy, te confieso, fue muy impactante recibir llamadas de personas preguntándome cosas que no tenía ni idea de qué contestar y fue... abrumador, por eso necesito saber en qué tipo de suelo estoy parada para ver donde me muevo.― Explicó.

Me encanta el carácter de Isabel, no sólo es bonita y atractiva, si no que su carácter es fuerte y único. Le gusta saber qué pasa a su alrededor, cómo moverse y a qué se está enfrentando, lo que me da una buena corazonada de que es una mujer firme y que no evita los problemas, sino los enfrenta.

―Isabel.― Hablo.― No te puedo decir en este momento si estoy enamorado de ti, tampoco te puedo asegurar un futuro donde acabemos juntos, porque no lo sé. Pero si te puedo decir en este instante que eres especial y única para mí y que mis intenciones van más allá que mensajes, llamadas, y besos espontáneos.

Ella me regaló una sonrisa, una de las más bonitas que le he visto. No sé si es por el paisaje blanco que nos rodea, porque ella se ve especialmente bella esta mañana o porque tal vez mis ojos ya están embelesados por ella.

―Esa es la respuesta más clara que me han dado sobre una relación.

―Es mi naturaleza, no soy de prometer mucho, soy más bien de... claridad.

Isabel acaricia mi rostro de nuevo y mis hoyuelos salen a la vista. Para ser sincero jamás me habían dicho sobre mis hoyuelos, si ni siquiera Nadine y eso que duramos mas de diez años de casados.

―Isa, mi mundo a veces no es tan genial como parece, hay gente que sólo busca hacer daño o usa lo que tiene para aprovecharse de otros, pero, yo trataré de presentártelo sin que llegue a herirte ¿sí? Aunque en realidad no puedo controlar todo lo que hay a mi alrededor como esas fotos en el periódico que arruinó un momento especial entre los dos.

―No lo arruinó.― Habló ella.― Sólo fotografió un beso en París entre un empresario y una chica. Pero lo que sentiste y lo que yo sentí es lo que lo hace especial y ni millones de fotos lo podrán retratar.

Acaricio su rostro y le doy un ligero beso sobre los labios― ¿Ves porque eres única? ― Le pregunto y ella se sonroja.

―Me siento especial.― Murmuró.

―Yo también me siento así contigo y te juro que no puedo esperar por ver que es lo que viene para nosotros además, ninguna mujer me había hecho patinar en hielo así que... si caigo y me rompo una pierna será nuevo para mí.

―No estás tan anciano ¿eh? Estás perfecto.

―¿Me dices viejo?

―Tú piensas que lo eres, pero no, sólo es cuestión de que cambies tu ropa y tu manera de pensar y listo... ¡Joven otra vez!

Me río.―Tengo una idea Isa ¿qué te parece si vamos a dejar esto a tu casa y nos vamos de compras?

―¿De compras?

―Sí, necesito ropa para el viaje a las montañas y qué más que una experta para que me diga que comprar y qué no... además, creo que necesitas un nuevo gorro.― Y se lo quito y lo aviento hacia la nieve.

―¡Oye! ― Reclama fingiendo enojo y luego se da la vuelta para patinar hacia allá.

―¡No! ¡Isa! Espera no me dejes solo.― Le pido pero ya es tarde porque me caigo sobre el hielo frío.

―Karma.― Contesta ella entre risas mientras me da la mano para ayudarme a levantarme.― Vamos Quentin que ahora debes comprarme un gorro porque el otro ya no lo encuentro.

Me levanto con cuidado y de nuevo paso a paso me acerco a la orilla para toarme del borde y así salir de la pista. Tal vez Isa tenga razón, yo me hice viejo porque pensé que así aceleraría mi salida de este mundo, pero ahora, no sólo debo hacer pases con mi pasado sino también con mi cuerpo que tantos años ha sufrido las consecuencias de mi dolor.

Ambos salimos del lugar, subimos al auto y me dirijo a su casa donde le ayudo a bajar las cosas. Dos chicos más nos dan la bienvenida con una sonrisa y tan solo entrar el olor a comida llega a mí.

―Pasa. Sólo déjeme ver lo de un menú y nos vamos.

Ella entra hasta la cocina con la lista de cosas que compró y comienza a hablarle a la otra chica dándole instrucciones. Mientras yo, recorro la pequeña sala observando con detalle el mundo de Isa, ese del que me está haciendo parte y que me tiene como niño en dulcería queriendo más y más. Sobre uno de los muebles logro ver una foto de ella con una mujer al lado, son increíblemente parecidas por lo que pienso que podrían ser gemelas sin embargo, ella se ve un poco más entrada en años. Ambas están en la sala de una casa, Isa con una copa de champaña brindando feliz y ella mostrando una prueba de embarazo positiva, lo que hace que mi corazón se haga pequeño.

―Esa es mi hermana Betty.― Escucho su voz mientras voltea a verla y ella se pone una bufanda alrededor del cuello.― Ese fue el día en que nos comunicó que estaba embarazada, ¿ves sus ojos?― Me pregunta y yo asiento.― Ella había llorado todo el día por la noticia, y yo llegué a verla y le dije que todo estaría bien, que no estaba sola. Recuerdo que fui por una botella de cidra y pretendido que era champaña brindamos por el nuevo integrante, meses después nació Thomas.

«Y él se quedó solo» pienso.

―Ahora vive con mi hermano mayor y su esposa, acaban de tener una niña se llama Rose, y prácticamente es su hermanita.

―Me alegra.

―Sí, cuando mi hermana murió todos nos volcamos a Thomas, era prácticamente un bebé , tenía seis meses. Le prometí a ella que su hijo sería feliz y de eso me encargo todo el tiempo.

―Eres buena tía.

―Lo sé... por eso aprovecharé que iremos al centro comercial para comprarle un regalo, así que vamos.

Ella me toma de la mano, toma las llaves de su casa y la bolsa, se despide de los otros jóvenes y volvemos a salir del edificio. Ambos volvemos a subir al auto y manejo hasta el centro comercial que aún sigue un poco vacío ya que es lunes y aún no es hora de que haya gente comprando en el lugar.

Caminamos por los pasillos viendo las tiendas―¿Cuál es tu estilo? ― Pregunta ella.

―Modelo empresarial.― Le contesto e Isa comienza a reírse.

―¿Es en serio?

―Bueno, no sé... estilo formal.

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