El empresario del corazon roto romance Capítulo 26

Después de pasar una tarde de compras con Isabel, he regresado a mi piso con más ropa de la que planeaba, más accesorios, zapatos y otras cosas que ya que no sólo escogió para el viaje a las montañas que tendremos en poco tiempo, sino para el día a día ropa, "casual" y estilo "sensual" como ella me lo dijo.

Entro a mi piso y las luces se prenden inmediatamente con el sensor, entro inmediatamente a mi habitación para vaciar las bolsas y ver toda la ropa que ahora traigo, colores entre rojo, café tierra, negro, azul marino, pantalones de mezclilla que debo confesar hace años no usaba, suéteres con todo tipo de cuellos y botones, zapatos cómodos, abrigos y uno que otro gorro de tela para el frío es lo que ahora tengo aquí. Los veo un momento y tomo una y me la mido sobre el cuerpo, finalmente, si me compré esa camisa de lana tipo "lumbersex" no porque me haya gustado tanto si no por los recuerdos que me traerá cada vez que me la ponga.

―Controlate Quentin, pareces adolescente.― Repito esas palabras en voz alta mientras recuerdo el beso que le día a Isa en los espejos del probador.

Vuelvo a meter todo en las bolsas, salgo al cuarto de lavado y lo dejo sobre la lavadora para que Nora sepa que debe lavarlos mañana. Regreso a la cocina, me sirvo un vaso con agua y comienzo a revisar la correspondencia que Vivianne me dejó sobre la mesa de la sala como lo hace todos los días. Abro sobre tras sobre, leo pero no me concentro, tengo calor, tengo frío, no sé lo que me pasa.

―Tal vez esté cansado.― Murmuro y dejo los sobres de nuevo sobre la mesa.

Con el vaso de agua entre las manos, vuelvo a dirigirme a mi habitación, tomo el último sorbo y veo la hora, nueve de la noche en punto, es hora de dormir pero no quiero o mas bien, no lo deseo. Las yemas de los dedos de Isa han dejando ese sensación de calor y deseo sobre mi pecho, a pesar de que ya no está frente a mí, los siento tan claro como si aún los siguiera haciendo.

―No puedo...― Hablo bajito.

Dejo el vaso con agua sobre uno de los muebles, me quito la ropa y entro a la regadera para darme una ducha rápida y así poder relajarme antes de dormir. El agua tibia comienza a caer y yo entro sin dudarlo mucho. Recargo mis manos sobre la pared mientras el agua recorre mi espalda haciéndome un ligero masaje sobre ella. Cierro los ojos, mala idea. Comienzo a recordar los hermosos labios de Isabel, esa mirada que me tiene hipnotizado.

«Los labios, sus labios» pienso, «me encanta tus labios».

Abro los ojos al sentir que todo ese deseo frustrado en mi se hace evidente en una parte específica de mi cuerpo, al sentirlo esbozo una sonrisa ligera, ya que hace mucho que no me pasaba y para ser sincero ya no sabía lo que se sentía sentir ese deseo por alguien.

―Quentin, Quentin.― Murmuro.― Mientras trato de tranquilizarme y serenarme para evitar que esto siga. Cierro los ojos, los labios regresan a mi mente, esa boca tan increíble que Isa tiene, esos labios carnosos, el pequeño lunar.

Comienzo a imaginar cómo será su cuerpo de bajo de esas capas de suéteres y abrigos que ahora lleva. La veo a mi manera, es hermosa, y sin poder evitarlo más llevo mi mano hacia mí miembro que no quiere hacerme caso y lo toco.

"Hmmmm" gimo con sólo sentirlo un momento haciendo eco por todo el lugar.

Mi mano comienza a moverse lentamente reconociendo de nuevo mi hombría, esa que por mucho rato estuvo dormida y que ahora despierta con solo imaginar los bellos labios de Isabel.

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