El empresario del corazon roto romance Capítulo 4

Abro los ojos antes de que el despertador suene, una costumbre que tengo desde hace tiempo atrás. Me pongo de pie, me visto con ropa deportiva y bajo al gimnasio que está al lado del lobby, me pongo los auriculares para escuchar las noticias financieras, las nacionales y las internacionales, cuando vienen los espectáculos sé que he corrido lo suficiente. Veo la hora, siete de la mañana, justo a tiempo. 

Mientras camino de regreso a mi piso con la toalla sobre mi hombro reviso si tengo correos urgentes, los leo, los califico y luego leo los mensajes todos son de Vivianne. 

VIVIANNE 

Buenos días señor Valois, Lois Clarence quiere confirmar su cita a las 7:00 pm. Si es así en qué restaurante. 

VIVIANNE

Llamó el señor del Moral, preguntando si asistirá a la inauguración de su hotel en la Florida. 

VIVIANNE 

¿Latte descafeinado? o ¿espresso? Para cuando termino de leerlos las puertas del elevador se abren juntos en mi piso y entro. Respondo rápido "Sí, el restaurante está por verse" "Confirma mi asistencia, regreso el mismo día" "espresso" y aviento el móvil en la cama. Me quito la playera y el pantalón deportivo junto con el bóxer los pongo en la ropa sucia y entro a la regadera para que ahora el agua fría corra sobre mi cuerpo. Comienzo a respirar agitado mientras las gotas que parecen granizo caen sobre mí. Me quedo bajo el chorro de agua un buen rato hasta que me acostumbro y sé que he superado esa prueba, mañana será caliente. 

Salgo de ahí, me envuelvo la toalla en la cintura y con otra me seco el cabello, me observo al espejo y de pronto se me viene a la mente "soy un idiota" y me doy la vuelta para caminar hacia la habitación y tomar mi móvil, todos los mensajes leídos, ni una respuesta. Lo aviento de nuevo, prendo el televisor y voy hacia al armario para escoger el traje de hoy, estoy entre negro y más negro... últimamente mis trajes no tienen mucho color. 

Me visto, tomo la cartera y el móvil, apago todo en mi habitación y salgo. Me encuentro a Nora de frente. 

―Buenos días Señor Valois. 

―Buenos días Nora, te pido en una hora bajes mis trajes al chofer para que los lleven a la lavandería, cambia mis sábanas y planchas mis camisas. 

―Sí señor Valois.― Contesta y sin decir nada más se va a hacer sus deberes. 

Bajo al lobby y en seguida mi chofer abre la puerta de la camioneta.― Buenos días, señor. 

―Buenos días, a la oficina. ― Hablo y me subo para seguir viendo los correos en mi móvil. 

Unos momentos después, bajo en frente de mi edificio y sin decir ni una palabra entro. Subo solo en el elevador y llego al último piso donde al abrirse las puertas de éste Vivianne me espera con un el espresso en las manos y un croissant. 

―Quédate el croissant.― Contesto y tomo el espresso para tomarlo de un sólo sorbo. Tiro el vaso al llegar a mi oficina. 

―Tiene una videoconferencia a las diez, a las doce una junta con sus inversionistas, a las dos una entrevista con el economista y a las siete la cena con Lois, sigue esperando el lugar. 

Me siento sobre la cómoda silla y entrelazo mis dedos mientras el ordenador se enciende. De todo lo que tengo que hacer el único problema es que no sé qué restaurante será el lugar de mi próximo rato. 

―Dile a Lois que ella escoja, me da igual la comida. 

―Ella insiste que sea usted... 

―No tengo tiempo para pensar en eso Vivianne, escoge tú y luego me dices donde voy. 

―¿Seguro señor? 

"Soy un idiota" viene a mi mente y tomo el móvil y vuelvo a leer el último mensaje que envíe a ese número que tanto me molesta. Leo los eliminados y llega ese nombre "La Croix" 

―¿Conoces el restaurante "La Croix"?

―No señor, pero averiguo sobre éste.― Contesta Vivianne y luego se da la vuelta para salir de mi oficina. 

La pantalla del ordenador se enciende y la foto de mis hijos y mi esposa sale como todas las mañanas.― Buenos días mi amor... hoy es otro día de mierda.― Le hablo y después acaricio a mis niños. 

En seguida comienzo a hacer lo mío, veo los resúmenes de cada sector, hago una que otra observación, envío un correo a mi experto en finanzas y todo eso aburrido que ahora me mantiene vivo. 

Después tomo mi móvil y vuelvo a leer el mensaje. 

QUENTIN VALOIS 

No es que lo acepte, sólo que eso fue lo primero que enviaste, así que... supuse que era un cabrón, ahora soy un idiota, en fin, no sé quién seas y como hayas conseguido este número pero no te conozco así que te pediré que dejes de enviarme mensajes. Gracias.

Parece que mis palabras fueron muy firmes porque ya no me contestó, dejó el móvil sobre el escritorio, trato de concentrarme en las finanzas pero lo tomo de nuevo y escribo. 


QUENTIN VALOIS 

¿Qué se come en el restaurante "La Croix"? 

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El empresario del corazon roto