El empresario del corazon roto romance Capítulo 81

[Quentin]

(2 meses después)

Tengo tres pisos, dos casas pero sólo un hogar, ese que estoy en este momento formado con Isabel, mi hermosa esposa de cabello negro, boca sexy y personalidad arrebatadora y con mi hija Lea, que debo admitir cada día me gusta más decirle a mi sobrina, supongo porque muy en el fondo yo siempre deseé tener una y ella está haciendo una de mis sueños realidad.

Después de unos días en el hospital y otros tantos de recuperación en el piso, Lea por fin está como nueva y ahora los tres estamos listos para mudarnos a la hermosa casa a las afueras de la ciudad que hace tiempo atrás compré para comenzar una vida con Isabel y ahora, con Lea.

Sin embargo, no ha sido una mudanza de lo más fácil, ya que mi hermosa esposa ha recibido una de las mejores noticias de su vida, Amistoso Menú creció. Así es, gracias a un trato que ella consiguió con una casa de descanso le ha dado el trabajo de su vida y pasó de hacer 20 menús de clientes a hacer 200 por lo que ella ha estado trabajando a más no poder y por primera vez en todo nuestro matrimonio ha decidido pedirme ayuda para poder acrecentar su negocios y poder darse abasto con su nuevo trabajo, en resumen, somos socios.

—Maddie, te pido por favor que me envíes el nuevo formato que acordamos en la junta pasada, es que necesito ver unos detalles que me pidieron en la casa de descaso ¿si?— Hace una pausa.— Gracias, nos vemos el lunes.

Isabel cuelga el teléfono y en seguida toma la blusa que ha escogido para el día de hoy. Este cambio de ropa que lleva puesto es el último que queda en el piso, ya que toda al ropa se ha ido al armario de la nueva casa donde el staff lo ha acomodado para que sólo lleguemos a instalarnos.

La abrazo por detrás mientras pongo mis manos sobre su vientre y la beso con ternura— ¿Agenda despejada? — Le pregunto.

—Sí señor Valois, despejada por completo, le pedí a Vivianne que no me pasara llamadas en todo el fin de semana.

—¿Cómo es que me robaste a mi asistente?

—No te la robé, simplemente le ofrecí mejor trabajo, ya sabes mejores prestaciones.— Bromea y me guiñe un ojo.

Isabel termina de vestirse y la volteo con cuidado para que quede frente a mí poder besar su cuello.— Hmmmm, Jazmín estaba pensando que podría ser socio tuyo en otro negocio, digo, ya tenemos Amistoso Menú, podrías no se ¿poner una tienda de jabones?

—¿Jabones? ¿Con la receta de mi abuela y mi madre? Tendrías que pedirles la patente y no sé si te la vendan.

—Ya lo veremos, soy bueno haciendo negocios, aunque aún no te convenzo de que pongas el restaurante.

—Ahora no tengo tiempo para un restaurante y un negocio de Amistoso Menú y una nueva casa y una niña de nueve años… soy una mujer ocupada.

—Pues ayer en la noche no te vi tan ocupada— Le murmuro.

—Estaba ocupada atendiendo mis necesidades y placeres sexuales.—Dice segura.

Me sonrojo.— Ahora ¿así llamas a hacer el amor?

—Estoy hablando como nueva CEO de mi empresa.— Comenta entre risas y luego me besa—¿Estás seguro que quieres vender este piso?

—Sí, muy seguro.— Respondo.— Aquí pasé cuatro años de infierno que ya no quiero recordar, además, tenemos el otro piso que está más cerca del centro, más grande, más bonito y que podremos usar cuando nos quedemos acá… así que, échale un vistazo que ya no lo volveremos a ver.

Isabel acaricia mi rostro y vuelve a besar labios.— Si es tu decisión, está bien, se respeta.— Arregla el cuello de mi camisa.— Además, creo que dos pisos en la ciudad es excesivo, con uno está bien.— Y se ríe.

—¿Mamá? — Escuchamos en la puerta.

Ambos volteamos y vemos a Léa cargando su libro como siempre. — ¿Qué pasa mi amor?

—Me puedes poner el dije, es que no puedo.

Isabel se acerca hacia ella y después de tomar la cadena y pedirle que se alce la hermosa trenza francesa que le hizo momentos atrás ella le pone el dije de un libro, el que le regaló Isabel al salir del hospital.

—Listo amor.— Le da un beso sobre el cabello.

—Gracias.

—¿Ya? ¿Lista?— Le pregunto mientras me acerco a ella y el tomo de la mano.

—Lista papá.

—¿No olvidas nada? ¿Libros? ¿Muñecas? ¿Esas estrellas que brillan sobre el techo?

—Todo papá.— Responde.

—Perfecto ¿nos vamos? — Volteo a ver a Isabel que me sonríe.

—Iré por mi bastón y todo listo.

Isabel, por las tardes, ha ido a una terapia alternativa para su pierna y cada vez se mueve más rápido sin el bastón sin embargo, aun depende de él en algunas situaciones por lo que sigue llevándolo como una experta y luciéndolo como una reina. Mi hermosa esposa regresa.

—Lista, vámonos.— Me comenta y los tres salimos de nuestra habitación.

Mientras atravesamos la sala, Isabel nota la caja que he dejado en medio de lugar y antes de salir de aquí camina para ver su contenido. Lo primero que saca es la foto de Nadine, con mis hijos y voltea a verme.

—¿No te la llevarás?

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