El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 10

Laura se dio la vuelta. Vio a la secretaria Leila de pie detrás de ella con aspecto serio.

-Hola. Soy Laura.

Un leve movimiento de cabeza. La secretaria Leila dijo con educación, pero también con distanciamiento.

-¡Bienvenida a Grupo Rasgado!

-¡El placer es mío! -dijo Laura amablemente con una cálida sonrisa.

la secretaria Leila la llevó a conocer el entorno de trabajo. La pusieron a trabajar en la recepción fuera de la oficina de la secretaria.

El trabajo a cargo era: Tomar la recepción. Ayudar al jefe a alejar a la gente innecesaria. Enviar y recibir documentos. Y contestar el teléfono.

-Laura, ¿puedes hacerlo bien?- preguntó la secretaria Leila tras la explicación.

-¡Debería! -dijo Laura.

-Laura. A partir de hoy. Serás la secretaria del presidente igual que yo. Al jefe no le gusta decir "debería". Decir sí o no. ¿Puedes hacerlo bien?

-¡Sí!- dijo Laura con valentía.

la secretaria Leila sonrió ligeramente.

-Haré lo posible por enseñarte en el trabajo. Si hay algo que no entiendes, puedes venir a preguntarme. Antes bajaré a buscar un documento.

-¡Sí!- Laura respiró profundamente y se sentó.

Al otro lado. La puerta de la habitación del jefe se abrió. Laura se levantó inconscientemente.

-¡Café!- Oscar esperó mucho tiempo sin ver su primera taza de café de la mañana.

-¡Sí!- Laura se dirigió inmediatamente a la sala del café para ayudarle a prepararlo.

Corriendo hacia la sala de café. De repente tuvo la sensación de que alguien la observaba. se giró y vio sus ojos. Se estremeció y entró en pánico.

Desvió la mirada y volvió a correr.

¿Cómo podía el jefe mirarla así? ¿Había hecho algo malo? Maldita sea. Olvidó que la secretaria Leila dijo que a primera hora de la mañana, después de que el presidente entrara en la oficina, ella debería llevarle inmediatamente una taza de café matutino.

Este era también su trabajo.

Ahora sólo podía empezar con el trabajo básico.

Respiró profundamente. Laura preparó hábilmente una taza de café. El aroma era desbordante. Sostuvo la taza en la mano y se la acercó.

Cuanto más se acercaba a la oficina. El corazón parecía llevar un ciervo golpeando. Primer día de trabajo enfrentándose a un presidente tan serio. Temía haber hecho algo malo y ser despedida.

Respiró profundamente. Finalmente levantó la mano para llamar a la gruesa puerta

-Pasa.- Una voz fría llegó desde el interior de la puerta. Hizo que Laura guardara un momento de silencio. Esta voz. ¿Cómo le parecía haberla oído?

Un trance momentáneo. Laura respiró profundamente y empujó la puerta.

-Jefe. ¡Su café!

-Sal.- La cabeza no se levantó. El hombre sentado en su escritorio siguió leyendo sus papeles.

El amanecer entraba por la ventana que tenía a sus espaldas.

Bajo el resplandor dorado, todo su cuerpo estaba recubierto de un deslumbrante círculo de luz.

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