El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 28

-¡Mamá! ¡Vamos a casa esta noche con las mercancías agotadas.

Laura estaba atónita y no se despertó hasta que Iker le entregó los dineros. -¡Madre mía! Iker, cómo es posible tú...-

-¡Un señor amable que hemos encontrado en el avión ha comprado todo! Resulta que él no es tan malo. Me daría 2,000 euros, pero mamá me ha dicho que velan 1,273 euros, así que solo vendo de 1,273 euros.- explicó. -Sé que no debo ganar los beneficios incorrectos.-

-Vale.- Laura mirando el lindo rostro de su hijo con las emociones complejas y con las lágrimas llenas en sus ojos, estaba preguntando si realmente te había equivocado.

-¿Mamá, qué te pasa?-

¡Qué error! No debería vender las cosas de ese tipo. Iker solo tenía cinco años, ¿y con tal edad cómo podía vendar condones con ella?

Este niño ya era muy pobre, abandonado por sus padres desde la infancia, casi moriría de frío por el río. Si no lo hubiera encontrado cuando ella intentaría suicidarse ese día, Iker habría muerto de frío. ¡Ella era tan inescrupulosa!

-¡Mamá, está bien no venderlos, te mantendré!- Iker se palmeó el pecho, -¡Prometo poder realizarlo!-

-Creo que sí. Pero ahora eres tan joven que tienes que aprender a leer y escribir con tu maestra, y cuando crezcas, podrás mantenerme.-

-¡Mamá, no te preocupes! los discos del juego que la tía Teresa me regaló han sido descifrados. Entonces investigaré mi propio juego, y nos pondríamos ricos cuando lo vendaríamos.-

-¡Buen chico! No pido que ganes dinero sino espero que seas feliz!- Ella puso todas sus esperanzas en él. En esta vida, había perdido su propio hijo, y se le dio un hijo nuevamente, ¿cómo podría no apreciarlo?

Los dos salieron de la tienda tomados de la mano. Después de dar la vuelta, Iker señaló el automóvil que acababa de alejarse y dijo, -¡Mamá, mira, ese es el auto del señor que ha comprado todos condones! ¡Qué hermoso! Cuando no los acaba, ¿si los usaría para inflar globos como lo que hace mi compañero Jaime Pliego?-

Mirando hacia la dirección de la mano de Iker, Laura pareció ver un coche de Bugatti con color del azul Bugatti. Con los ceños fruncidos, ¿por qué parecía ver el auto del jefe?

Sacudiendo la cabeza, creía estar equivocada, ¿cómo podría el presidente comprar condones?

Todo el sábado y el domingo le pasaban pacíficamente, sin llamadas telefónicas acosadoras.

El lunes.

Laura entró a la empresa nerviosa. Después de todo, ella no recogió al presidente ese día, no sabía si estaría enojado.

-Querida Laura, ¿por qué estás aturdida?- se flotó la voz fuerte de Max de nuevo.

-¡Gerente Max, buenos días!- saludó cortésmente Laura con una mirada detrás de él, y preguntó, -¿El presidente aún no ha venido?-

En ese momento, sonó el teléfono del escritorio.

Laura se estremeció de miedo y respondió el teléfono.

-¡Una taza de café!- escuchando una voz baja como un locutor, Laura estaba asombrada por qué el presidente vino a trabajar tan temprano?

-¡Ya estás aquí! ¡Adelante, y envía una taza a mi oficina también!-

-¡Sí!- Laura hizo café y lo entregó a la oficina del presidente.

Después de llamar a la puerta y entrar, vi al hombre fumando con la cabeza gacha detrás de su escritorio. El olor a humo en la habitación era un poco asfixiante, así que Laura supuso que debía haber estado aquí por mucho tiempo.

-¡Presidente, café!-Laura puso el café sobre la mesa.

Dejándolo, estaba a punto de irse. De repente, la preguntó, -¿Por qué no fuiste al aeropuerto a recibirme?-

Tragando la saliva de sorpresa, Laura volvió la cara. No tenía la intención de explicar que nadie se llevaría a su hijo. Simplemente respondió, -Ya ha terminado el trabajo. Cuando la empresa no estipula que se requieren horas extra adicionales, yo tampoco necesito hacer trabajo extra sin costos de las horas extraordinarias.-

Oscar arrojó las cenizas al cenicero a un lado, se levantó de repente y luego caminó hacia ella. Laura se encogió de miedo y dio un paso atrás.

Se detuvo frente a ella con la figura alta opresivamente frente a ella y el olor a cigarrillos hacia ella.

-Presidente, si crees que no soy adecuada para su secretaria, podrías despedirme.- Dijo con valentía.

No respondió. Pero Laura vio que la estaba mirando con una expresión inescrutable, y su esbelto cuerpo se inclinó lentamente hacia su dirección.

En un instante, pudo oler el fuerte olor a cigarrillos en su cuerpo, que también estaba mezclado con un tenue aroma muy fresco de la colonia, que era muy ligero, flotando en el aliento, pero activó las células de todo el cuerpo.

-¿Qué vas a hacer?- Laura miró rígidamente a Oscar.

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