El Invitado de La Boda romance Capítulo 12

Hemos tomado el valor para subir hacia nuestras habitaciones, pero en realidad ninguno de los dos tenemos muy claro que hacer ahora. Nunca me he sentido así con ninguna mujer y no me reconozco. Desearía tener el descaro de pedirle que entre a mí habitación, pero no quiero que piense que solo busco satisfacer este deseo que me consume por ella. Dudo una y mil veces al sacar la llave magnética de mi bolsillo. Le miro, le sonrió, y como un idiota me quedo sin saber que decir. —¿Qué hago?— Le pregunto finalmente y acorto la distancia entre los dos para rozar su delicado rostro con mis dedos –Alai, no eres como las demás para mi…— Me explico.

—¿Y que soy para ti?— Me pregunta mirándome fijamente y para mi sorpresa, lleva una de sus manos a mi nuca.

—Quisiera tenerlo más claro, pero estoy hecho un enredo. — Confieso y se sonríe.

Me mata la manera que va pegando su cuerpo al mío y no sé si lo hace para torturarme, o porque realmente se siente al igual que yo –Yo también estoy hecha un enredo, pero tengo una teoría. — Se explica y por algún motivo que desconozco, me regala una sugerente sonrisa.

—¿Y esa teoría seria?— Presiono.

—Terminemos de enredarnos y que sea lo que deba ser. — Propone y tal como si sus palabras fueran el detonante de un explosivo; llevo mis brazos alrededor de su cintura y hago que su cuerpo se pegue al mío de tal manera que ni siquiera cabrían nuestras sombras. Mis ojos observan sus labios, analizan su textura, me grabo sus detalles y puedo notar como ella hace lo mismo conmigo. Todo parece ir en cámara lenta tal como en las películas, pero decido acelerar y le beso tal como si el mundo fuese a terminarse aquí en este preciso instante.

Su boca y la mía parecen conocerse de otras vidas porque forman un alboroto muy difícil de callar, nuestras lenguas se encuentras de tal manera que enciende cada uno de mis sentidos… No nos damos tregua, y sé que debemos entrar a alguna de nuestras habitaciones. Sin soltarle y sin dejar de besarle le hago caminar conmigo hasta la puerta de mi habitación para abrirla. Nunca nadie me había hecho sentir todo esto con tan solo algunos besos. No solo enciende los sentidos de mi cuerpo, también hace que mi corazón se altere, que mi alma me grite que es ella la mujer que he estado esperando toda mi vida; y yo sé que es uno de los riesgos más grandes que estoy tomando en mi vida, pero apuesto y gano; o me quedo llorando por lo que pudo haber sido.

Conseguimos entrar de la manera más torpe a mi habitación, y siento que nos faltan manos para desnudarnos. Su vestido de playa vuela en el aire cayendo en algún sitio de este cuarto, mi camiseta le sigue, y luego es la parte superior de su bikini quien desaparece dejándome ver la excelencia de su cuerpo semidesnudo. Mis manos comienzan a pasearse por su cuerpo; van de sus hombros a sus pechos, y de sus pechos a la cintura de la parte de debajo de su bikini. –Me vuelves loco. — Le susurró al oído y beso su cuello.

—Tu a mi Martin…— Pronuncia entrecortado y siento como sus manos terminan de desnudarme al bajar mi traje de baño de un solo movimiento.

Desamarro la parte baja de su traje de baño, y de esta manera nuestros cuerpos quedan piel a piel. Es una sensación divina, excitante, pero todo mejora cuando sus manos comienzan a hacer maravillas en mi hombría.

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