El Invitado de La Boda romance Capítulo 16

La convención ha ido de maravilla, pero ahora va siendo hora de seguir jugando este peligroso juego para que el esfuerzo hecho durante todo el día en la convención; no se vea arruinado en esta cena.

Termino de colocarme el saco de mi traje color negro, y acomodo el cuello de mi camisa frente al espejo cuando de repente le veo acercarse a mí con un vestido corto color negro de una sola manga y que hace que sus piernas luzcan espectaculares. —¿Listo esposo mío?— Me pregunto sonriente y tan solo puedo darme la vuelta para verle con detenimiento.

—Te ves increíble…— Digo perdido ante su belleza y se sonríe.

—Gracias, tu también te ves muy, pero muy bien…— Me dice y la manera que me mira de pies a cabeza me hace sonreír ampliamente. —¿Preparado para comenzar el teatro?— Me pregunta mientras toma su bolso de arriba de la cama donde lo había dejado y luego se vuelve a acercar a mí.

—Preparado… aprovechamos y comenzamos a practicar para cuando realmente seas mi esposa.— Rebato sin miedos y le tomo de la mano para que salgamos juntos de la habitación.

No me ha dicho nada de mi comentario, pero por la manera que me mira es evidente de que se ha quedado pensando en mis palabras. —¿Eso ha sido una broma? ¿no? — Me pregunta finalmente cuando ya estamos llegando a los elevadores.

Rio ante su pregunta y niego –No, para nada… ¿acaso crees que mi interés porque te divorcies es simplemente porque quiero seguir teniendo sexo contigo? — Pregunto sin tapujos mientras que entramos al elevador el cual afortunadamente esta vacío.

—No lo se, pero tampoco esperaba que tus intenciones fuesen tan serias.— Me dice algo asustada.

Me encanta cuando se pone así… sus ojos verdes me miran confundida e inevitablemente llevo mis manos a su cintura y le pego a mí –Me enamore de ti desde el minuto en que te vi en la iglesia vestida de novia y créeme que no es un juego Alai… de verdad tengo intenciones de que cuando todo se solucione, tu y yo seamos una familia.— Decido confesarle sin rodeos y antes de que sus miedos le ganen; comienzo a besarle sin que importe absolutamente nada de lo que suceda a nuestro alrededor.

Si no fuese por este inoportuno elevador que abre sus puertas en el momento equivocado, me hubiese quedado besándole por horas sin importarme nada, pero no… aquí nos vemos obligados a salir de elevador y atravesar todo el casino para poder ir al hotel en donde se encuentra el restaurante donde es nuestra cena.

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