El Invitado de La Boda romance Capítulo 26

Un pack de 24 cervezas en mi mano y los nervios por dentro, con todo esto toco el timbre de la imponente casa donde vive mi socio y respiro profundo sabiendo que me toca comenzar con un gran teatro.

Al abrirse la puerta, allí esta David sonriéndome como siembre vestido con una camisa blanca de lino y pantalones cortos azul marino que hacen juego con sus mocasines. –Bienvenido. — Me dice con entusiasmo y abre un poco más la puerta para que entre.

—Muchas gracias y gracias por la invitación. — Digo una vez más y sigo sus pasos hacia el jardín. No es la primera vez que vengo a esta casa, pero si es la primera vez que vengo como el amante de su hija, aunque claro, él no sabe ese pequeño detalle.

Al llegar al jardín, dejo las cervezas donde el me indica y voy saludando uno a uno a todos los que están aquí. Al parecer, fui el último en llegar y quizás he hecho esto premeditadamente y en un intento por hacer que disimular se me sea más fácil. Termino de saludarlos a todos, incluyendo a Fernando, que cabe destacar que me ha causado un poco de vergüenza saludarle a causa de lo que Alai y yo nos traemos, pero no la veo a ella.

—Madre, aquí está la ensalada.— Escucho su voz finalmente y al darme la vuelta para verle, me quedo como un idiota.

Se ve guapísima con un top corto hasta la cintura color blanco y una falda larga de veranos a rayas negras, grises y blancas con un pronunciadísimo tajo hasta la parte alta de su pierna –Buenas Martin. — Me dice disimulando y una vez que deja el bol con la ensalada en el medio de la mesa, ella se acerca a mí y me saluda con un beso en la mejilla que me sabe a nada después de lo de anoche.

—Hola. — Digo como parte de mi teatro y cada uno de nosotros toma asiento en un lugar alrededor de la mesa algo alejado del otro y supongo que intentamos mantener las formas.

Tanto ella como yo estamos sumergidos en el teatro de mantenernos distraídos conversando de temas que supongo que no nos importa en absoluto mientras que la comida termina de cocinarse y bebemos cervezas como si todos los de aquí fuésemos los mejores amigos del mundo. Las conversaciones acerca de la empresa tampoco pueden faltar mientras que ya estamos comienzo y riéndonos de anécdotas de los proyectos en los que hemos trabajado o situaciones que han ocurrido en la oficina antes de que yo llegara.

El único que se mantiene serio y sin mucho que decir, es Fernando, no sé qué ocurre con él, pero por momentos siento que él no quisiera estar aquí y por dentro me pongo feliz de saber que quizás pronto sus deseos de no estar en este tipo de situaciones, se hagan realidad.

—Iré por más cervezas. — Digo al notar que no hay más en la mesa y me levanto de la silla para ir a la cocina.

Una vez en la cocina, abro el refrigerador busco otro pack de cerveza y me dispongo a volver a salir al jardín cuando le veo a ella entrar a la cocina. Me mira, se sonríe y camina hacia mi lentamente –Hola.— Me dice.

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