El Invitado de La Boda romance Capítulo 27

Sentir que todo esto está mal, es una sensación que viene y se va de mí. En las circunstancias como las que me encontré hace un instante en la que David casi nos descubre, me hace creer que todo esto es un error y que su precio será muy alto, pero luego en momentos como este donde le escucho y veo a ella riéndose de esa manera tan perfecta, me hace querer luchar contra todo con tal de que nuestros destinos se unan y pueda pasar con ella el resto de mi vida. Me doy cuenta de que quiero demasiadas cosas con Alai y que hare lo que sea por que se cumplan.

La parrillada ha concluido y solo queda decirnos adiós, se que no la veré hasta el lunes y eso ya es un golpe fuerte para mí. Me he acostumbrado a su compañía, a sus besos, a sus caricias y ya no se cómo pasar un día sin anhelarla a mi lado.

Me despido de cada uno de ellos y cuando llega el turno de decirle adiós a ella, le doy un beso en la mejilla y dejo la frase "te voy a extrañar" dicha en un susurro a su oído. Su sonrisa es la respuesta de que ella también me extrañara y por ahora, eso es lo que nos queda.

[...]

El llegar a mi departamento se convierte en una oscura rutina transformada en insomnio. No puedo dejar de pensar que ella aun comparte su cama con él y que quizás sea inevitable que ella cumpla su rol como esposa y, a decir verdad, eso hace que la rabia me consuma.

¿Y si ella está jugando conmigo? ¿Y si no se divorcia? Esas son algunas de las preguntas que quiera o no me persiguen día a día y a medida que el calendario va avanzando, se hacen más frecuentes.

***

Al día siguiente: 23 de septiembre, 2018

Un domingo más, uno donde dormirme tan tarde ha hecho que me despertara casi al mediodía haciéndome sentir que he perdido un día de vida. Almuerzo algo ligero, me ducho, me cambio y decido salir a caminar alrededor del lago Eola.

Me coloco los auriculares y camino admirando el increíble y relajante paisaje que ofrece este parque. Esta lleno de gente, parejas, niños, familias, adultos mayores y mascotas, todos caminan a su ritmo y disfrutan de su momento mientras que yo intento pensar en otra cosa que no sea lo que ella pueda estar haciendo con Fernando.

—Basta, no puedes estar todo el maldito día pensando en ella.— Me reclamo en voz alta.

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