El Invitado de La Boda romance Capítulo 30

Las horas se me han hecho eternas mientras trabajaba en los planos de los nuevos proyectos que tenemos por delante. Cruzarme con ella en la oficina se ha vuelto una tortura, lo único que quiero hacer cada vez que la veo es besarla, pero las palabras de David me persiguen y me convenzo de que disimular es lo que debemos hacer ahora.

Afortunadamente, el reloj se ha apiadado de mi y ya el día laboral termino. Ella me pidió que me adelantara y que llegaría mi departamento en un rato, me dijo que debía hacer algo antes, pero por alguna razón no me quiso decir que era.

Me he dedicado la ultima hora a cocina un pollo con papas al horno, no es un plato de principiantes, pero tampoco uno de expertos, me atrevería a decir que es un intermedio. Pongo la mesa, saco la botella de vino y mientras la comida termina de hacerse, me sirvo una copa de vino y espero pacientemente a que ella llegue.

No pasan ni veinte minutos cuanto llaman a la puerta y sin soltar mi copa voy a abrir. Sonrio de inmediato al verle frente a mi con ese hermoso vestido que llevaba puesto hoy y que tan hermoso le quedaba. —Buenas noches.— Digo con entusiasmo.

Ella me sorprende quitándome mi copa de vino y bebe un sorbo —Exquisito.— Dice divertida —Buenas noches guapo.— Contina y sin regresarme mi copa, ella cuela sus brazos por mis hombros y se pega a mi —¿Ahora si puedo besarte bien o me dirás que me detenga?— Cuestiona haciéndome reír.

—Puedes hacerlo, aquí no hay nadie que nos pueda interrumpir, solo la comida que esta en el horno.— Bromeo

—Mmmm interesante.— Murmura y comienza a besarme lentamente mientras que vamos entrando al departamento y con la ayuda de mi pie cierro la puerta detrás de mí. Sus besos son una deliciosa tentación a continuar, pero es ella quien se separa —Creo que cenaremos primero.—

—Creo que será lo mejor.— Afirmo y ambos sonreímos de manera cómplice mientras nos separamos.

Me encanta el térnela en mi casa, me gusta que haga un recorrido por el salón e inspeccione los adornos que tengo, los cuadros que cuelgan en la pared y hasta mi colección de DVDs. —Me gusta tu estilo.— Dice y observa una pequeña escultura que traje de uno de mis viajes a Roma. —¿Te gusta viajar?— Me pregunta volteando a mirarme.

Asiento de inmediato —Mucho ¿y a ti?—

—También, me quedan muchos sitios donde ir aun.— Me deja saber y observa una foto de mis padres. —¿Tus padres?— Me pregunta mostrándome el portarretrato y sonrió.

—Si.—

—¿Dónde viven?—

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