El Invitado de La Boda romance Capítulo 31

Los platos han quedado sin lavar sobre la mesa, pero eso no me importa en lo absoluto cuando le estoy pudiendo besar como lo hago. Mis manos se entretienen quitando su vestido y las suyas no se quedan atrás, se deshacen de mi camisa con una sensualidad que me rebasa. Sentir sus dedos sobre mi piel tocándome con esa delicadeza que hace que mi cuerpo enloquezca por ella. –Te amo. — Digo en un susurro y vuelvo a besarla.

Le siento sonriendo sobre mis labios provocando una pausa en nuestro beso –Y yo a ti.— Rebate y como si estos “te amo” fueran la llave de algo mucho más profundo, nuestro beso toma una fuerza mucho más poderosa que nos hace caminar hacia el sofá como si nuestra vida dependiese de ello. En estos instantes, nuestras manos no parecen ser lo suficientemente rápidas para terminar de desnudarnos el uno al otro y solo puedo tener un mínimo instante de coherencia para quitar el preservativo del bolsillo de mi pantalón y lanzarlo sobre el sofá.

Tenerla así piel a piel es la sensación más exquisita del mundo y le tomo por la cintura para hacer que juntos nos sentemos sobre el sofá, yo debajo de ella y ella a horcajadas de mi pegando su pecho al mío mientras soy una víctima por propia voluntad de sus brazos enredados en mi cuello.

Sentirle tan mía es la gloria misma, su boca es mi mayor tentación y recorrer su espalda con la yema de mis dedos, mi camino favorito. Me quedaría así por toda una eternidad, pero la manera que su cuerpo y mi cuerpo se rozan es infernal…

Aparto una de mis manos de su espalda y busco el envoltorio del preservativo sobre el sofá –Amor…— Digo cuando nuestras bocas no consiguen apartarse.

Ella se sonríe, me deja de besar un momento y va a mi cuello mientras que con mis dientes voy abriendo el envoltorio, una vez que lo consigo quito el preservativo y me lo coloco rápidamente. –Te amo. — Me vuelve a decir y en medio de un beso que ahoga nuestros gemidos, ella su hunde en mi haciéndome sentir absolutamente todo por ella.

Me siento en casa, su cuerpo se ha convertido en mi hogar y cada movimiento que ella da, me acerca un poco más a la gloria. Mis manos viajas del norte al sur de su espalda mientras ella se mueve con sus manos aferradas a mis hombros y no hay sentido de culpa ya al estar con ella. Solo hay amor, demasiado amor, uno que vuelve a llevarme a sus labios hasta morderle levemente haciéndole sonreír.

—Asiiii…— Dice incoherentemente y sin poder evitarlo mis manos van hacia sus glúteos y le aprietan un poco para luego enredar mi lengua con suya desesperadamente.

No hay manera de contener todo esto que ella me hace sentir, solo puedo dejarme llevar al igual que lo hace ella… nuestros cuerpos se tensionan ante la ola inminente de placer que nos invade a los dos y solo nos queda dejarnos ir en un orgasmo que nos hace sonreír sobre los labios del otro.

Respiraciones agitadas, cuerpos sudados y mis brazos aprisionándola contra mí para que no se vaya, ese es el resultado de este placer que se ha convertido en amor, uno muy fuerte, más de lo que ambos esperábamos.

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