El Invitado de La Boda romance Capítulo 32

Al día siguiente: 25 de septiembre, 2018

Un nuevo amanecer en el que me descubro pensando en ella y en el que mis sabanas aún conservan el aroma de su perfume, uno que me intoxica y se ha vuelto en mi favorito. Me tortura la mente el saber todo lo que podríamos llegar a ser juntos cada día. El tener que fingir con el mundo, cada día es más difícil. Ya no sé qué es lo que está bien y que es lo que está mal, solo sé que nunca había amado a alguien como la amo a ella.

[…]

Otro día en esta oficina que se convierte en el escenario de un teatro cada vez que le escucho llegar. Mi café ya está sobre mi escritorio y mi mirada en la pantalla de mi computadora mientras pretendo leer los correos electrónicos. Su voz diciéndole a todos “buenos días” del otro lado de la puerta me distraen y sé que hoy debo intentar concentrarme en algunos planos, pero ¿Cómo hacerlo si sigo pensando en lo que hablamos anoche?

—Tienes que trabajar Martin.— Me intento convencer y decido dejar los correos electrónicos para después.

Me levanto de la silla, voy hacia mi mesa de diseño y observo los planos del edificio en el que estoy trabajando. Mi cabeza intenta concentrarse en los cálculos que debo hacer, pero el ruido de la puerta abriéndose me distrae y el verle a ella con un vestido azul Francia, me distrae más de la cuenta. –Buenos días guapo.— Me susurra y cierra la puerta detrás de ella.

—Buenos días, luces hermosa. — Le halago y ella antes de ni siquiera darme un beso, me entrega un pequeño bolso. —¿Y esto?— Pregunto tomándolo y se sonríe.

Se termina de acercar a mí, me da un corto beso que sabe a agua en el desierto y se sonríe. –Espero que no te parezca muy atrevido de mi parte, pero son algunas cosas mías… ¿será que las puedo dejar en tu departamento en caso que vuelva a ocurrir lo de anoche? – Me explica y ahora soy yo quien sonríe.

—Claro que si, no hay problema, ¿paso algo?— Le pregunto dejando el bolso a un lado y acercándome nuevamente a ella.

Paso mis brazos por su cintura y me le quedo mirando –Anoche cuando llegue a casa, Fernando ya estaba allí y se dio cuenta que mi perfume había desaparecido y que mi vestido estaba muy arrugado. Le tuve que decir que fui a casa de una amiga a cenar y que tuve un pequeño accidente con un trago y tuve que ducharme y esperar a que el vestido se secara.—

—La próxima, seré más cuidadoso con tu vestido.— Bromeo y me da un leve golpe en el hombro.

—¡Tonto!— Me regaña entre risas.

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