El Invitado de La Boda romance Capítulo 35

El mar azul escaso de olas al tratarse del golfo de México, la arena blanca y el sol pegando en mi cuerpo, hacen de esta tarde una muy relajada a pesar de todo lo que ocurrió el día de hoy. Alai me pidió que la esperara en la playa mientras que se colocaba el traje de baño y entendiendo que aún le es necesario su espacio, me cambie y vine aquí inmediatamente.

Florida y su otoño inexistente… el calor es fuerte, agobiante y la única solución es refrescarme en el mar. Me levanto de la arena, camino hacia la orilla y rápidamente me meto hasta que el agua me cubre pasando mi cintura.

«Realmente esto de la playa privada tiene sus beneficios.» Pienso mientras me dejo caer de espaldas para flotar como si no existiera nada más en el mundo.

No sé muy bien cuantos minutos llevo así, pero de repente, una caricia en mi mano me hace abrir los ojos y allí la veo a ella con su pelo recogido en una cola y un bikini blanco que le queda increíble. —¿te asuste? — me pregunta un poco preocupada y niego.

—No, en absoluto. — respondo volviéndome a poner de pie haciendo que el agua otra vez llegue a mi cintura. Le observo con detenimiento y sin poder evitarlo, le rodeo con mis brazos a la altura de su cintura.

Ella pasa sus brazos por encima de mis hombros y me mira fijamente —sí que eres guapo eh…— comenta haciéndome sonreír.

—¿Y tú? — digo y le beso castamente mientras que voy haciendo que nos sumerjamos un poco más en el mar —sabes, te he visto de muchas maneras y de todas me gustas demasiado. — le comento divertido y se sonríe.

—¿Ah sí? ¿Cómo es eso? — cuestiona y cuando el agua ya nos ha cubierto un poco más, enreda sus piernas alrededor de mis caderas.

Acomodo mis manos en su cuerpo para sujetarla mejor —te conocí en un bar vestida de manera muy sexy y me gústate, te vi vestida de novia y me enamoré, después de ejecutiva y me perdí, pero de todas las maneras que te he visto, mi favorita es cuando tu piel es la única ropa que traes puesta. — le explico y la sonrisa que me da en estos momentos, es igual de sugerente que de hermosa.

—¿Insinúas que este traje de baño, sobra? — me pregunta divertida e inevitablemente ambos reímos fuerte.

—Insinuó que eres naturalmente hermosa y que me siento muy afortunado de que te hayas enamorado de mí. — le confieso.

Sus dedos juegan con el final de mi cabello a la vez que sus ojos se clavan en mi llenos de sentimientos nuevos, unos que comienzan a surgir a causa de la “libertad” que le da saber que nuestro amor, no esta mal.

—Eres un hombre demasiado especial. — comenta con la sonrisa con la que me gustaría verla siempre.

—No lo creo, solo me tienes loco por ti y me haces ser romántico, cursi, apasionado… todo lo que tú quieras que yo sea. — aclaro y su risa me contagia.

—¿Todo lo que yo quiera que seas? — me pregunta con un tono de malicia que me encanta.

Asiento sin dudarlo —sí, todo lo que tú quieras que sea. — le aseguro.

Mordisquea su labio inferior poniéndome muy nervioso y enreda sus dedos en mi cabello de una manera muy sensual —entonces, ¿lo quieres todo conmigo? — me cuestiona misteriosamente.

No dudo ni un segundo en asentir —todo. — afirmo.

—¿Casa, perro…? —

—Boda, hijos…— interrumpo y ríe nerviosa.

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