El Invitado de La Boda romance Capítulo 4

No sé exactamente qué hora es, solo sé que la luz del sol entrando por el ventanal me molesta y que al abrir mis ojos me encuentro con la desconocida de pelo negro que me encontré anoche en el bar. Camila, Clara, Cinthia… ¿Cómo era que me dijo que se llamaba?

El dolor de cabeza me está matando y honestamente no tengo ninguna intención de volver a tener sexo con esta mujer por muy buen cuerpo que tenga. La cubro con la sabana, me levanto de la cama, busco mi bóxer en el suelo y voy a la cocina.

Un café bien cargado y una aspirina, eso es lo que necesitaba para poder intentar comenzar este día en el cual no me siento como debería. No me reconozco… No es la primera vez que amanezco con una mujer que apenas conozco, pero si es la primera vez que no me apetece despertarla y volver a comenzar. No sé si deba preocuparme por sentirme así, o es que me he encaprichado con Alai y hasta que no la tenga entre mis brazos no me sentiré bien.

¿Es acaso eso lo que me sucede con ella? ¿O de verdad me he enamorado a primera vista?

En mi mente la segunda opción me sigue pareciendo ridícula, pero tampoco me convence la primera. Todo esto es una locura y creo que lo mejor sería olvidarme de ella y de todo esto que me está haciendo sentir un ser irracional.

—Hola bombón.— Me interrumpe la voz de la mujer con la que pase la noche detrás de mí.

Me doy la vuelta para verla, y allí está mirándome expectante tan solo con mi camisa puesta.

Sé muy bien lo que quiere, pero prefiero ser frio y distante no quiero que se haga ideas —Hola, ¿Quieres un café? — Le pregunto y su rostro cambia por completo.

—¿De verdad me preguntas si quiero café?— Pregunta indignada.

Lo único que hago es asentir, pero al parecer esto le ha caído peor porque se da la vuelta para regresar al cuarto y desde aquí le puedo escuchar insultarme. Supongo que me lo tengo merecido, pero no sé qué idea se ha hecho en la cabeza… ¿Acaso ha creído que por lo que ha ocurrido anoche, ella y yo ya tenemos algo?

Son pocos los minutos que pasan hasta que ella regresa a la cocina con su vestido puesto y me grita una última vez que soy un imbécil antes de salir de mi casa. Sí, soy un imbécil por haber puesto mis ojos en una mujer que se estaba casando.

[…]

2 semanas después

Las últimas dos semanas encerrado en mi nueva oficina me han ayudado a no pensar más en ella, pero hoy todo es diferente. Katherine, Marcos, y Javier están terminando de colgar un gran cartel en la pared del pasillo que dice “Welcome Back Alai.” Eso es todo lo que necesite para sentir que se me salía el corazón del pecho.

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