El Invitado de La Boda romance Capítulo 71

La vida junto a Alai es simplemente mágica, ella convierte todo lo que hay a su alrededor, hace que lo más insignificante sea lo más precioso de este mundo, o que las cosas que deberían ser “impresionantes” al ojo humano se conviertan en la nada misma cuando sus ojos están cerca. Jamás olvidare el dia que la vi vestida de novia cuando creía que había llegado tarde a su vida. Lo que sentí al ver esos ojos verdes profundos, su tez color caramelo consecuencia del bronceado natural, ese cabello castaño claro, sus labios gruesos, y esas curvas que me invitaron a recorrerla milímetro a milímetro; sigue tan latente como aquel dia.

Han pasado ya cinco años desde el dia que nos dijimos “si” en aquella ciudad que fue testigo de cómo comenzó nuestra “relación”, es el mismo numero de cumpleaños que pasamos juntos y no hay dia en que la felicidad se desvanezca de notros. Por supuesto que atravesamos problemas como todas las parejas que están casadas, sobre todo cuando yo intento ser más firme con Marco cuando comete alguna de sus travesuras y ella quiere impedírmelo, pero no la culpo… después de todo yo hago lo mismo con Victoria, aunque mi excusa es que es la más pequeña de los dos.

La familia que hemos formado juntos es una que nunca imagine, pero que en algún remoto sueño he visto, con lo que no contaba, es que su quinto regalo de cumpleaños para mi seria igual que el primero que me dio justo antes de nuestra boda “mi amor, estoy embarazada”, esas fueron las palabras que me dijo hace apenas unos instantes, y aquí estoy abrazado a la almohada sintiendo que algo tuve que haber hecho bien en esta vida para merecer esta felicidad.

—Siento la demora— escucho que me dice su voz y al voltear a verla, allí esta con uno de esos conjuntos con los que le gusta provocarme cuando los niños se quedan a dormir en casa de sus abuelos.

—Ufff… ¿existirá el dia en que puedas dejar de sorprenderme como lo haces? — le pregunto divertido y me giro para quedar boca arriba y así darle la bienvenida a mi esposa quien sensualmente se sube encima de mí.

—Espero que no arquitecto del año…— me dice de manera sensual y rio ante su manera de llamarme y es que, además de tenerla a ella en mi vida, uno de los proyectos en los que trabaje este año me ha hecho ganar ese distinguido premio.

—Yo también… me encanta caer rendido a tus pies cada dia y cada noche— murmuro cuando ella se va inclinando hacia mi y me sonríe cerca de mis labios.

—Y a mi me encanta haberme enamorado del invitado de la boda, cuando los niños sean más grandes, les contaremos que no todas las historias de amor son perfectas, y mucho menos entendidas por el mundo— me dice y al sentir sus manos en el final de mi camiseta me doy cuenta de que las palabras irán desapareciendo en un breve instante.

—Mi vida…— digo agitado.

—Dime…—

—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, gracias por hacerme tan feliz y por regalarme esta maravillosa familia que sigue creciendo— sentencio finalmente.

—Es un placer hacerte feliz, pero que no crezca más si… porque sino se nos complicara mucho todo— bromea y reímos cómplices.

—Tres era el máximo, y hemos cumplido, ¿no? — pregunto y asiente.

—Con creces…— dice divertida y me vuelve a besar.

—Como todo, entre tu y yo las promesas no se rompen— digo muy seguro y tomándola por la cintura, hago que giremos en esta cama para amarnos como solo nosotros sabemos hacerlo, porque es a nuestra manera, con nuestros términos, y sin llevar a cuestas la mochila de la culpa que alguna vez llegamos a sentir, de todas maneras, todo lo que viví y vivo con ella vale la pena a cada instante.

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