El Jefe romance Capítulo 10

Lión regreso al casino, hecho una completa furia encamino sus pasos hasta la recepción.

—¿Dónde está Kara? Pregunta a las recepcionistas.

—Señor Walker. Estas se ponen en pie. —No la hemos visto el día de hoy.

—Cuando vean a esa maldita, la envían directo a mi oficina.

Este sigue el camino hasta el ascensor, saca su teléfono del bolsillo marcando el número de Kara. Pero el teléfono timbraba y ella no contestaba. Lión lanza el teléfono contra la puerta del ascensor justo cuando este se abría. A quien vio ponerse de pie fue a Vilma, sus mejillas estaban coloradas pero él no estaba de ánimos.

—¿Has visto a Kara? Pregunta serio.

—No señor. Ella no ha venido por aquí.

—¡Encuéntrala!

—En seguida señor.

Sigue el camino hasta su oficina cerrando la puerta de un portazo. Tira su cuerpo en la silla picando el puente de su nariz. Porque tenían que pasar ese tipo de pendejadas cuando él había dado unas órdenes. Se preguntó.

Recordó cuando vio la frente de esa mujer, no parecía una herida de muerte pero… golpeo la mesa con fuerza. ¿Qué pensaba hacerle cuando la tomo por la fuerza? Aún seguía cabreado por la estupidez que había hecho. La chica era idiota, mira que llamar a la policía para que la protegiera. Lo único bueno que salió de aquello fue que ella al fin se dio cuenta que no tenía oportunidad contra él y sus advertencias.

La policía no haría absolutamente nada contra él, la ventaja de ser poderoso e importante. Nadie lo tocaría la ley soy era una palabra más. El rostro lloroso de ella volvió a invadir su cerebro, apenas la conocía y ya le estaba fastidiando todo sus malditos planes. Y no solo ella, la inservible de Kara estaba haciendo las cosas mal. Solo estaba rodeado de una partida de inútiles.

Lión llenaba una copa, después de algunas horas de haber regresado a su oficina. Cuando la puerta de su despacho se abre dejando ver a Kara. Este no se toma la molestia en voltear a verla, solo sigue vertiendo el líquido ambarino sobre la copa.

—¿Me buscabas? Me han dicho que requerías mi presencia.

—Kara… Kara. Dice tomando un trago. —¿Quién da las ordenes aquí?

—¡Tú!

—Si… yo. Bebe otro sorbo, caminando hacia ella. —Yo soy el jefe aquí, el que da órdenes, el dueño de todo este maldito lugar. Dice de forma pasible.

—Eso ya lo sé, no tienes por qué repetírmelo. Esta se cruza de brazos.

—Entonces… Lión toma el cuello de la mujer en un ágil movimiento elevándola un poco del suelo.

—¿Qué estas… haciendo? Dice a duras penas la chica.

—¿Por qué demonios me desobedeces? La mirada de Walker era recia y determinada, un solo movimiento y podría romperle el cuello.

—Yo no… no hice nada. El rostro de la mujer comenzaba a ponerse morado.

—El accidente de la mujer del museo… crees que no me iba a enterar. Eres tan idiota como para mantenerlo oculto pensando que no lo iba a descubrir. Amusga los ojos.

—Ella… cierra los ojos cuando la mano de Lión ejerce más presión.

—Ella sigue con vida… Kara, estas arruinando mis planes ¿y me pregunto porque?

Este la suelta de golpe, dejando que el cuerpo de ella cayera de bruces sobre el suelo. La mujer tosía llevándose una mano al cuello. Poco a poco levanta la mirada dándose cuenta que Lión seguía de pie ante ella con la vista fija ella. Esta logra tragar saliva para bajar la mirada de nuevo.

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