El Jefe romance Capítulo 16

La mañana siguiente, Eileen detalla los daños causados en la puerta de su casa. A duras penas y cerraba, el pasador estaba roto y el seguro se trababa tanto que dudaba que fuera convincente dejar el apartamento solo. La chica suspiro, no había más remedio que dejar la puerta así hasta que regresara por la noche. Cerró a duras penas sintiendo frustración. Si salía de esa con vida juraría que se mudaría de Tampa.

[…]

Giro su cuerpo desnudo hacia el otro lado de la cama sintiendo un pequeño bulto que le impedía moverse con libertad. Al abrir los ojos Lión divisa una mata de cabello negro esparcido en toda la almohada. Este se incorpora un poco notando el trasero desnudo de la morena a su lado. Termina por sentarse picándose el puente de la nariz, al ponerse en pie la morena siente la falta de peso.

—¡Lión! ¿Cariño a dónde vas tan temprano?

—¡Lárgate! Masculla cerrando la puerta del cuarto del baño.

Debajo de la ducha de agua helada los músculos de Lión se relajaron por completo. Aunque tuvo una buena noche de sexo, su cuerpo había amanecido tenso. Quizás eran todos esos problemas que tenía con respecto al maldito museo. Si no fuera tan caprichoso y obsesivo lo hubiera dejado pasar, o quizás ya hubiera enviado asesinar a esa mujer y el viejo.

Al salir del baño, la morena ya no estaba… se dispuso a vestirse, esa mañana tenía mucho que hacer… Una vez en el piso de su oficina, Vilma se puso en pie.

—Buenos días señor…

—Llama a mi abogado, ¡ahora! Ordena sin si quiera mirarla.

Una hora después Phil en su oficina con su habitual portafolio y enormes gafas. Era el mejor abogado existente de toda Tampa. Y era la única persona a la que podía confirme todo, sabia de sobra que no lo traicionaría.

—Muchacho, ¿a qué debo tu llamada? Debe ser muy importante para hacerme venir. Dice el viejo sentándose en la silla que esta ante su escritorio.

—Phil, siempre es un gusto verte. ¿Cómo está tu familia?

—Bien Lión, ya debes saberlo. ¿Para qué me has llamado?

—Necesito saber que otro modo tengo de hacerme con el museo de Romel Vertuchi.

El viejo de gafas mira detenidamente a Lión… toma su maletín revisándolo minuciosamente hasta que saca un sobre amarrillo de este.

—Me temo que no podrás hacer nada a menos que sea estrictamente legal. He investigado mucho sobre esa propiedad, como me has pedido y me temo que Vertuchi tiene todas las de ganar. No podrás hacer nada a menos que él personalmente te firme la venta.

—Debe existir otra solución Phil, ¡búscala! Demanda.

—No la hay. Ya he investigado todos los medios posibles. El viejo protegió muy bien sus patrimonios.

—¡Mierda! Dice golpeando la mesa. —¿Y si mato al viejo?

—Empeoraras todo, sus propiedades pasarían a sus familiares o quien sabe quién. Serian divididas en muchas partes. El museo no solo pasaría de ser un solo dueño si no a muchos. Solo agravarías las cosas. Este niega ajustándose los anteojos.

—Miserable viejo, lo tiene muy bien planeado. No lo puedo asesinar. ¡Desgraciado!

—Debes hacer que te firme la propiedad. Es la única solución viable.

Lión se pone en pie caminando hasta el mini bar para servirse una copa. Como si ya no tuviera problemas para que se le sumaran más inconvenientes. Esa noticia solo le decía que Eileen no podía morir, ella era la única que tenía el poder de convencer al viejo de vender por las buenas. La noticia no le agradaba mucho, y por lo que veía de ella que cada vez huía ante su presencia tampoco le era muy atractivo meter en cintura a Romel.

—No es un trabajo muy fácil de hacer, Romel no quiere vender el museo. Y por más presión que meto en el asunto no cede.

—¿Qué hay de la chica? La que lleva el museo, puede servirte.

—Lo he estado intentando con ella, pero también se me ha hecho imposible.

—¿Una mujer? ¡¿Difícil?! Eso muy extraño de escuchar viniendo de ti. Este sonríe un poco.

—Ella es algo complicada. Amusga los ojos mirando el líquido de su copa.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Jefe