El Jefe romance Capítulo 18

—No dejes que te intimide ese sujeto Eileen.

—Tal vez deba reconsiderar la propuesta de ese hombre señor Romel.

—No. Es mi respuesta definitiva, sabes lo que siento por ese museo. Es como si mi amada estuviera allí todo el tiempo. No puedo hacerlo. Responde con tristeza.

Eileen observa al hombre tumbado en la cama abatido por su perdida… no se imaginaba el dolor tan grande que sería perder ese museo al igual que su esposa. ¡Joder! No podía pedirle a ese hombre que se deshiciera de algo tan importante para él. Tendría que dejar de insistirle sobre el asunto.

—¿Qué era lo que me ibas a decir, niña? Él viejo la mira con aquellos ojos tan amables.

—Nada señor Romel. Ya debo irme a trabajar.

—Si comprendo. Te espero en unos días.

—No se preocupe. Sonríe encaminándose hasta la puerta.

—Eileen… la llama el viejo, ésta voltea a verlo. —Pase lo que pase, este museo no se puede vender. Debemos luchar por él. ¿Entiendes?

—Si señor Romel.

—Promételo Eileen.

—Se lo prometo señor Romel.

—¡Bien! ¡Bien! Recuesta su cabeza de la almohada expresando tranquilidad en su rostro.

La rubia cierra la puerta del viejo, suspirando profundamente… en que lio se estaba metiendo.

—Hasta que por fin sales de esa habitación. Eileen da un respingo al escuchar la voz de Lión, en cuanto lo busco lo pillo recostado de la pared con ambas manos en los bolsillos. —Llevo mucho rato esperándote aquí, ¿Qué tanto hacías allá dentro?

La chica abrió los ojos como platos, manteniendo sujeto el pomo de la puerta con fuerza. ¿Qué debía hacer? Se preguntó, entrar en la habitación de su jefe o correr hacia otra recamara.

—Es necesario que convenzas al viejo de vender Eileen. Mi único interés en ese museo, ni tú, ni el viejo me importan.

—Él no desea vender. Dice a duras penas.

—No es la respuesta que yo esperaba que dijeras. Dice dando un paso hacia ella.

Eileen presiente el peligro así que intenta alejarse de ese hombre pero Lión fue más rápido que ella terminándola por acorralarla contra la pared. La rubia aguardo silencio mientras era sometida contra el concreto.

—Me cabrea que las personas no hagan lo que quiero, y te cuento que tú estás siendo muy fastidiosa en mis planes. No veo lo difícil en hablar con el anciano y pedirle que venda.

—Ya se lo dije que…

—¡No! golpea la pared con los puños cerrados. —No, no, no… no me interesa lo que él desee o no, me importa es que acceda y ya. ¿Comprendes? Susurra muy cerca de su rostro.

—Yo… mira hacia otro lado. —No puedo… frunce el ceño.

—Tendrás que esforzaste más. Amenaza acercándose más a su piel, podía sentir el calor de su aliento sobre su cuello erizándole todo el cuerpo.

En segundos la chica sintió los labios de Lión sobre la piel expuesta de su cuello, mientras que una mano se deslizaba desde la curva de sus caderas hasta la cintura. Automáticamente la rubia se tensó. De la nada, en un arrebato de adrenalina Eileen empuja con todas sus fuerzas al sujeto que la mantenía sometida. Lo que aprovecho para salir huyendo del corredor.

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