El Jefe romance Capítulo 28

El día siguiente llego rápidamente, Eileen se disponía abandonar su apartamento cuando al abrir la puerta se topa con una visita que no esperaba.

— ¡Williams! Abre los ojos como platos ya que se le había olvidado la noche anterior llamarlo.

— ¡Por el amor de dios, Eileen! ¿Dónde has estado metida? Te he estado llamando muchísimas veces, estaba loco buscándote. Hasta que opte por venir a tu apartamento no pensé que estuvieras aquí.

Por la expresión y voz del rubio ella sabía que estaba molesto y preocupado. Lo había dejado plantado y ni siquiera le pudo avisar nada de lo que había pasado. De paso su bolso junto con el móvil y las llaves de la casa estaban en el museo, por fortuna el casero del edificio la ayudo entrar.

— Lo siento tanto Williams, es que pasaron algunas cosas. Yo… tuve que salir rápido del museo y me he dejado todo allá.

— Pero que…. ¿Qué fue lo que te paso en la cabeza? Éste frunció el ceño.

Entro en el apartamento de la rubia envolviendo la cintura de esta con un brazo mientras que con la otra mano revisaba la herida de su cabeza.

— Eileen, ¿Qué es lo que está pasando? La mira furioso. Ella solo muerde sus labios en gesto de culpa. — ¿Estas metida en algo peligro o qué?

— ¡¿Qué?! No, claro que no… Es que su mente no paraba de pensar en una buena excusa y sobre todo creíble. — Me arrollo un coche cuando salía del museo. Dijo al fin.

— ¿Qué? Responde ofuscado el rubio. — Pero ¿Cómo? ¿Qué paso? ¿Por qué no me llamaste? ¡Por dios! ¿Te sientes bien?

— Sí, estoy bien. No fue nada grave, solo un raspón en la cabeza y uno que otro hematoma. Pero estoy bien.

— ¿y que paso con la persona que te atropello? Buscare a ese infeliz, le diré a mi padre para que…

— ¡No! dice casi a gritos. — Te lo pido, no es necesario en serio.

Williams observa a la rubia con detenimiento, no estaba entendiendo absolutamente nada. La atropellan y ella prefería dejar las cosas así. Después de pasar la noche angustiado, llamándola como un loco desesperado resulto que ella estaba en el lugar que el menos lo esperaba. El chico rueda los ojos…

— Si no me dices lo que está pasando, ¿Cómo podría ayudarte?

— No está pasando nada, créeme.

— ¡Es mentira! El robo de la casa, y ahora que te atropellan… algo está pasando, y no comprendo porque no quieres contarme nada. Tengo influencias, puedo ayudarte.

Ella pensó que sus influencias no serían nada contra las de Lión, quien tenía a toda a policía metida en el bolsillo.

— No quiero hablar más del tema, me disponía a ir a casa del señor Romel. Mi Huber debe estar abajo esperándome.

— De ninguna manera, yo te llevare. Sentencia éste un tanto enojado.

Varios minutos después…

El coche de Williams aparca ante la mansión de Romel, justo en ese momento un taxi se detenía también y de este se bajaba la enfermera del jefe de Eileen.

— ¿Quieres que te acompañe?

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