El Jefe romance Capítulo 36

Al fin el coche se detiene, mientras que Eileen tiene un revoltijo en el estómago por tantas vueltas que dio en esa pequeña cajuela, y por no hablar de la fatiga que su cuerpo empezaba a sentir… de la nada la puertezuela se abre, la iluminación artificial de unos faroles dejo ciega de momento a la rubia. Ya había anochecido, ni siquiera supo cuánto tiempo estuvo metida allí para que oscureciera tan rápido.

Cuando Eileen abrió los ojos como tal diviso a Lión parado ante ella… la mujer no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos ¿había sido el quien la saco de su boda?

— ¿Tú? Lo fulmina con la mirada, como había sido tan idiota al no pensar en el en el primer momento se reprendió a si misma.

— ¿Te alegras de verme? Sonríe con burla.

— Eres un idiota… dice saltando de la cajuela hasta él.

Lión sostuvo su cuerpo con aquel estrambótico vestido. La chica comenzó a golpear a Walker con fuerza, éste la tenía retenida de la cintura mientras ella parecía una gata salvaje.

— Cálmate. Le exige.

— Cretino, idiota, estúpido… como te atreves hacerme esto, desgraciado.

Harto de la actitud de la mujer, la arrastro junto con ese vestido hasta el interior de su casa. La chica no paraba de gritar y golpearlo. Así que nuevamente se la cargo al hombro.

— Desgraciado, bájame. Como se te ocurre meterme en la cajuela de ese maldito carro. ¡Infeliz! Te odio, bájame de una vez.

— No pretendía meterte en mi coche con este vestido de porquería, ¿Por qué rayos has elegido uno tan de mal gusto?

— ¡Cállate! No te quiero oír, maldito.

— Has silencio de una maldita vez. Grita éste mientras entraba en la casa, siendo recibido por la mujer del servicio. — Olga, ¿preparaste la habitación?

— Si señor Walker. ¡Todo está listo!

— Muy bien. Éste sigue de largo escaleras arriba aun con la rubia sobre sus hombros.

— ¿A dónde me llevas? ¿Qué piensas hacer conmigo?

Entran en una habitación bastante espaciosa y es allí cuando Lión la deja en el suelo… la mujer lo mira retrocediendo algunos pasos.

— Ahora vivirás aquí. Ordena.

— Estas demente. ¡Jamás viviré aquí! me has secuestrado.

— Si. ¡Así es! Se cruza de brazos mirándola de los pies a la cabeza. — Quítate ese maldito vestido.

— ¡¿Queeeeee?! Eres un depravado. La chica retrocede hasta llegar al balcón, cuando corre las cortinas se da cuenta que este tenía barrotes. — ¡Dios! ¿Qué es esto? Toma los barrotes.

— No podrás huir de aquí. ¡No esta vez! Estos días he asegurado muy bien mi casa para evitar que te escapes, eres muy buena en ello así que no me arriesgare.

La rubia miraba atreves de los barrotes, ni siquiera sabía dónde carajos estaba. Esa casa parecía estar en una colina o algo así. Desde el balcón solo podía ver enormes árboles. Era como si estuviera alrededor de un bosque. Una lagrima solitaria rodo por su mejilla, ¿Qué era lo que iba hacer ahora?

— ¿Por qué me has traído aquí?

— No iba a permitir que Severu se quedara con el museo, ya te lo dije esa propiedad será mía.

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