El Joven Secreto romance Capítulo 14

- Te pregunté dónde estabas.

May: En el bar con los chicos, ¿dónde voy a estar?

Tomás: Ah, ¿sí? ¿Y por qué no viniste con el chofer?

May: ME TRAJO PABLO PAPÁ.

Exclamo elevando el tono de voz, harta de la forma en la que me trata. Pero al parecer mis palabras no lo convencen del todo, porque su expresión no cambia en absoluto y sigue observándome como un sheriff que tiene delante al sospechoso más buscado del barrio, pero no sabe cómo desenmascararlo.

May: Llamalo y preguntale si no me crees.

Digo para finalizar y subir, sabiendo que basta con enviarle solo un mensaje a Pablo para que finja haberme traído.

El lunes, mi celular suena antes de lo habitual y eso se explica con que no es la alarma lo que provoca el ruido, sino algo totalmente diferente.

CHATS – Samuel.

"May".- 7.42 AM.

"May".- 7.44 AM.

"May". - 7.49 AM.

"¿Estás durmiendo?". - 7.51 AM.

"Apareces en línea, dame bola eu". - 7.53 AM.

"Dejame dormir los últimos 10 minutos que me quedan forro". -7.54 AM.✔✔

"Vivís durmiendo". – 7.55 AM.

"¬¬". – 7.56 AM.✔✔

"¿Te va si te paso a buscar a la facu y vamos a algún lado?". – 7.58 AM.

"El viejo amargo del chofer va a estar ahí". – 7.58 AM.✔✔

"Ya se me va a ocurrir algo, quédate tranquila". – 8.00 AM.

May: ¿Se puede saber a dónde me llevas?

Pregunto despegando la mirada de carretera para fijarla en él, quien solo sonríe.

Haber engañado al chofer de esa forma me causa risa y la expresión estúpida que reinaba en su rostro cuando se fue me termina de tentar. Le había dicho que me trajera a la playa porque iba a encontrarme con una amiga y así hizo. Apenas me adentré un poco, alejándome del auto y acercándome al mar, se fue. Creo que, si mi padre tuviera la más mínima idea de la falta de ingenio de ese hombre, lo despediría sin siquiera pensarlo dos veces. Volví a la calle luego de verlo desaparecer y no tuve que esperar más de dos minutos para que el auto de Samuel frenara delante mío. Desde ese momento lo único que hizo fue besarme y acelerar, razón por la cual no tengo ni la menor idea de a dónde nos dirigimos, y parece que lo último que quiere él es informármelo, por lo que río en mi interior de su comportamiento misterioso y permanezco en silencio durante el resto del viaje.

Aproximadamente diez minutos después, el panorama urbano y neutral del camino empieza a sufrir un cambio de colores. Las veredas vacías, adornadas por algún que otro puesto de diarios son reemplazadas por árboles frondosos, mientras que el asfalto gris de la avenida se distorsiona hasta pintarse de verde. Para cuando finalmente él pisa el freno y se saca el cinturón, nos encontramos en un lugar completamente diferente del que estábamos minutos atrás.

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