El Joven Secreto romance Capítulo 20

Me encuentro en una mini sala de espera, aguardando que la empleada que me acompaña termine de entregar su papelerío. A mis cuatro lados se abren pasillos, cada uno luce exactamente igual que el anterior, detalle que logra confundirme. Me toco la frente, pensativa, viéndome obligada a seguir esperando. Tardo bastante (seguramente debido a mi estado nervioso, cuyo funcionamiento ni siquiera sé si se realiza con normalidad en este momento) en notar acerca de la existencia de letreros colgados del techo, donde esos cuatro pasillos inician su recorrido. "Cardiología". "Neurología". "Psiquiatría". "TERAPIA INTENSIVA". Un escalofrío ingobernable recorre mi cuerpo con tan solo leer aquellas palabras, y mi reacción no solo se debe al miedo que me genera estar consciente de la seriedad de estas sino también al...quizás insignificante, pero a su vez inconfundible detalle de que lo que ahora estoy leyendo está escrito en mayúsculas y lo anteriormente leído, no. Pensar en eso me lleva a preguntarme sobre cuál es la razón de tal hecho.

- Porque es un área de urgencias, las otras son solo zonas de tratamientos previamente programados.

Escucho a mis espaldas y me doy la vuelta, cruzándome con la recepcionista, cuya presencia ya había olvidado. La joven sonríe al ver mi expresión desentendida.

May: ¿Lo...pregunté en voz alta?

- Si (hace una mueca cómica).

May: ¿En serio?

Asiente.

May (suspiro): Creo que si las cosas siguen así van a tener una nueva paciente en el pasillo tres.

Comento con seriedad y la chica ríe, tras haberse volteado y observado el cartel de "Psiquiatría".

- Es normal en estas situaciones. No es la primera ni la última.

May: Eso espero. ¿Es por allá no?

- Si, siga derecho.

May: Gracias.

Me despido con una sonrisa y comienzo mi caminata pasando por debajo del letrero. Me extraña lo vacío que se encuentra el lugar y lo abandonadas que permanecen las filas de asientos que se reparten a lo largo del mismo, como si solo esperaran que alguien las ocupe. Acto seguido se me viene a la mente la voz de la muchacha de la que me alejé hace segundos: "El horario de visitas para pacientes tan graves terminó a las ocho".

Continúo varios metros más, ya comenzando a perder la esperanza de encontrar algo como referencia, arrepintiéndome de no haber llamado a Eva al venir cuando visualizo la silueta de alguien, sentada en un banco a poca distancia, inclinada hacia delante con los codos apoyados en las piernas y la cabeza sostenida con sus manos. Avanzo, ahora ya disminuyendo la velocidad de mis pasos. De un segundo a otro, quién sabrá porque, levanta la vista provocando un choque de miradas conmigo. Me quedo perpleja y por un segundo pierdo la noción de la realidad al ver la expresión de su rostro, para luego correr y lanzarme a sus brazos, soltando finalmente las lágrimas que venía ahorrándome desde que aquella desgarradora noticia llegó a mis oídos.

Me sorprendo a mí misma. ¿Yo abrazando a Eva? Se siente rara esta relación tan cálida cuando al comienzo la odié por haber pensado que era la nueva novia de Samuel. Ahora me encuentro abrazándola, prácticamente estoy llorando en su hombro. Es la única persona que me entiende en este momento y conoce a Samuel tan de cerca. El hecho de que ella fue la que mencionó el nombre Valentina y metió ese lío en mis pensamientos ya no presenta importancia en mi cabeza.

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