El Joven Secreto romance Capítulo 29

Ya comienza a costarme el contener la tentación de ponerme de pie y entrar a esa habitación. Pero trato de pensar que tengo los pies pegados al suelo, para poder sacarme la idea de la cabeza. No sería buena idea entrar ahora y...

—¿Espera a alguien?

Pregunta la enfermera que al parecer acaba de volver.

May: No, yo... (miro a Samuel) ...en realidad vine de visita.

—¿A esta sala? Pase.

May: Pero...

Y no llego a terminar la oración porque la chica ya me aguarda en el interior de ese lugar. Nerviosa, tomo aire y cruzo el marco de la puerta. Ella se dirige al otro rincón, donde abre uno de los cajones de un armario que llega al techo, buscando vaya uno a saber qué. No miro a Samuel, por lo que no tengo forma de saber si él me estará mirando. La joven vestida de blanco cierra el cajón y de allí saca una serie de papeles, acercándose.

—Tome asiento.

Propone al notar que sigo de pie en el mismo punto. En un momento de inquietud, observo a mí alrededor, viendo solo un mini sillón de color beige además de la mismísima cama de Samuel entre los lugares para sentarse disponibles. Automáticamente, la cama de Samuel queda descartada y prosigo a ocupar el sillón.

—¿Usted qué es del paciente? (Mira a Samuel, quien frunce el ceño). Mejor dicho, ¿relación tienen?

May: ¿Por qué?

—Me obligan a tomar nota de las visitas.

Samuel: Viejos conocidos.

Escuchar su voz por primera vez luego de tanto tiempo me genera una emoción inexplicable. Como si me encontrara con algún pariente al que no hubiese visto en años. Responde al instante, seco, sin siquiera dejarme procesar la pregunta. No me mira en absoluto, como si fuese invisible o diera igual mi presencia ahí, cuando solo estoy a un par de metros de distancia de él. "Viejos conocidos" significa valer la nada misma. Esas palabras quedan grabadas en mi mente, repitiéndose en mi cabeza constantemente hasta notar que tengo un nudo en la garganta.

—¿Quién es May D'Angelo?

Cuestiona la enfermera y levanto la vista instantáneamente. Samuel hace lo mismo.

Samuel: Está sentada adelante tuyo.

La joven me mira desentendida, luego vuelve a fijar la vista en sus papeles.

—Pero... (entrecierra los ojos), ¿no eran viejos conocidos ustedes?

Samuel: Si, ¿por qué?

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