El Joven Secreto romance Capítulo 4

Sigo atontada mirando al frente como si él siguiera ahí, aunque desapareció de mi campo visual ya desde hace rato. No sé si habrá doblado al llegar al extremo de los arbustos, dirigiéndose nuevamente al interior de la casa o simplemente la habrá abandonado atravesando el portón abierto como lo hizo hace unas semanas. Tampoco sé porque me estoy preguntando esto sí podría entrar y corroborarlo por mí misma. Por más que tenga mil dudas en mi mente, la verdad es que no quiero verlo ahora y confundirme otra vez.

Pierdo el tiempo caminando en el jardín con la tela negra del vestido cayendo bajo mis pies hasta que la voz de una gran multitud de gente llega a mis oídos y es cuando me doy vuelta, visualizando a un grupo grande de hombres formalmente vestidos que dan una pequeña caminata en la cual sus zapatos solo se encargan de pisar todo lo que tienen por delante. Su ignorancia y la falta de un cartel que diga "no pise el césped" me indignan y las horas de esfuerzo de Luisa con esas flores que ahora solo se aplastan ante mis ojos me obliga a morderme el labio de furia. Sé perfectamente que decirles algo no ayudará en nada, por lo que suspiro y me encamino hacia la entrada de la casa, harta de la clase social a la que pertenezco.

En la sala todo sigue más o menos igual que antes. Al no reconocer ningún rostro el ambiente comienza a aburrirme. Levantando un poco la tela de mi vestido, me dispongo a subir las escaleras. Cuando finalmente me encuentro en el segundo piso me dirijo al lugar donde mejor me siento en esta casa. Tras haber abierto la puerta me encuentro con una cara familiar mirándome con ironía desde la cama.

- Gracias por desaparecer y dejarme en banda eh.

May: Perdón (digo para voltearme a cerrar la puerta detrás de mi), estaba hablando con "ya sabés quien".

Mía: Me lo imaginé. ¿Y?

May: No sé, anda raro. Dice que no le pegó por celos.

Ríe, deslizando sus dedos sobre la tela que cubre mi cama.

Mía: Si, claro.

May: Parecía convincente que se yo.

Mía: Lo que no parecía convincente fue tu chape con Agustín. ¿Ahora se te da por ayudar a gente injunable o qué?

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