El Joven Secreto romance Capítulo 9

Y aquí vamos otra vez.

Todo mi alrededor se diluye, pasando a un tercer plano, como si nos encontráramos en el interior de una burbuja trazada al contorno de nuestros cuerpos, similar a un escudo que los aparta de hasta la más mínima corriente de aire que corre afuera. Ya no escucho el ruido de las olas y la marea, toda mi consciencia se centra en él, solo él y el movimiento suave y lento de sus tibios labios.

Jugar con su pelo se ha convertido en una costumbre que nunca me aburrirá por más que lo haga un millón de veces. Por otra parte, la presencia de sus manos en mi cintura me reconforta, haciéndome sentir...no sé si "protegida" sería la palabra adecuada, es algo indescriptible.

Se me eriza la piel al sentir la presencia de algo frío que toca mis pies, por lo que me veo obligada a abrazar más a Samuel, con la esperanza de lograr dejar de tiritar gracias a eso, pero como la suerte nunca optó por seguir mis pasos en esta vida, no funciona y no me queda más remedio que separar mis labios de los suyos. Permanezco varios segundos con los ojos cerrados, como si quisiera disfrutar ese momento o congelarlo. Cuando finalmente los abro, lo veo observándome con una de esas miradas tan propias de él, cuya profundidad hace que sea imposible adivinar que pasa por su cabeza. Extiendo mi mano derecha hacia su pelo, con el único objetivo de correrle un mechón de pelo volado por el viento de la húmeda playa y, bajo la tentación de tocar ese perfecto rostro, termino acariciándole la mejilla con delicadeza, provocando que el cierre los ojos y suspire.

Bajo la vista y veo las piernas de ambos rodeadas por agua. Lo vuelvo a mirar y tras un silencio extraño, ambos comenzamos a reír a carcajadas, alejándonos de ahí y tomando asiento varios metros más hacia la costa, donde la arena parece estar más seca.

- ¿Qué hacías acá? ¿Ibas a algún lado?

Pregunta, rompiendo el silencio generado desde mis últimas palabras minutos atrás. Esas cuatro palabras tan insignificantes para muchos, que en esta ocasión fueron mi salvación y lo que lo motivó a besarme. Pensar en eso me lleva a cuestionarme si en verdad existe algo llamado destino en esta vida, ese enigma filosófico creído por muchos y pocos a la vez, que tiende a castigar o alegrar vidas, creando vueltas y obstáculos a lo largo del camino.

May: Estaba con los chicos en el bar, salí a tomar aire.

Al escucharme, gira su rostro, despegándolo de las olas ya lejanas y me mira.

Samuel: ¿Y tenés que volver?

May (me encojo de hombros): Da igual.

Samuel (desvía la mira de sus ojos): Tenés la ropa mojada.

May: ¿Y?

Sonríe, sin mirarme.

May: Me ponés nerviosa. ¿Qué te pasa?

Ríe, volviendo a fijar sus ojos sobre mí.

Samuel: ¿Vas a volver ahí o no?

May (suspiro): Hagamos de cuenta que no vuelvo. ¿A dónde querés llegar?

Cuestiono, cansada de ser sometida a tantas vueltas y él solo se muerde el labio, mientras una sonrisa misteriosa aparece en su rostro.

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